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Trump desestabiliza el comercio mundial con su caótica política arancelaria
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TRUMP MANTIENE INCERTIDUMBRES

Trump desestabiliza el comercio mundial con su caótica política arancelaria

La caótica política de comunicación de la Casa Blanca sobre su política arancelaria está logrando un efecto perverso sobre el comercio mundial. Trump amenaza y posteriormente se contradice de sus propios anuncios

Foto: Contenedores en el puerto de Houston, Texas. (Getty/Brandon Bell)
Contenedores en el puerto de Houston, Texas. (Getty/Brandon Bell)
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Confusión de confusiones. Así puede definirse la política arancelaria de la Administración Trump, que ha creado un clima de incertidumbre sin parangón en el comercio mundial. Hasta el punto de que sus órdenes ejecutivas y comentarios públicos son a veces tan contradictorios que lejos de aclarar confunden todavía más a los operadores.

Este domingo, por ejemplo, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, dijo en una entrevista con Fox News que los aranceles a Canadá y México entrarán en vigor este martes, pero al mismo tiempo aclaró que el presidente Donald Trump todavía no había decidido si serían del 25%, como había anunciado con anterioridad. La semana pasada, sin embargo, fue el propio Trump quien sembró confusión cuando mencionó una posible fecha límite del 2 de abril en relación con los aranceles a Canadá y México, aunque en la misma declaración reafirmó la fecha límite del martes.

Trump, finalmente, confirmó este lunes que mantiene su intención de imponer aranceles del 25% a los productos que Canadá y México exportan a su país. Ambas naciones, dijo, no tienen posibilidad de evitarlos. "No hay margen para México ni para Canadá, no. Los aranceles están listos y entran en vigor mañana" [por el martes]. Para más incertidumbres, señaló que agregaría otro arancel del 10% a los productos chinos este mismo martes, lo que significa duplicar los aranceles del 10% impuestos el pasado 4 de febrero. Todas estas tarifas han entrado en vigor esta medianoche.

Como sucede en el caso de sus socios comerciales americanos, Washington no aclara a qué partidas –o a todas— se aplicarán los aranceles, lo que da a entender que se trata de una estrategia negociadora. Trump primero amenaza y, posteriormente, negocia con los gobiernos implicados. El propio Lutnick, el secretario de Comercio, ha reconocido que la cifra del 25% “podría ser menor” dado que ha habido algunos avances, por ejemplo, en el control de fronteras. La semana pasada México extraditó a 29 narcotraficantes a EEUU, incluido a uno de los más buscados desde la década de 1980, lo que se interpreta como un intento de tratar de evitar los aranceles esperados. Entre los extraditados está Rafael Caro Quintero, implicado en el asesinato de un agente de la DEA (Administración para el Control de Drogas, según sus siglas en inglés) en 1984.

En el caso de China, las incertidumbres no son menores, lo que es especialmente relevante si se tiene en cuenta el tamaño de las transacciones comerciales entre ambos países, El año pasado, las exportaciones de China a EEUU alcanzaron los 524.700 millones de dólares, lo que representa un aumento del 4,9%. EEUU, de hecho, es el principal destino de las exportaciones de China.

Respuesta calculada

Pekín, por el momento, lejos de alimentar una escalada en la guerra comercial, está actuando de una manera comedida. Ha impuesto aranceles selectivos sobre la energía y la agricultura, además de una presión adicional sobre las empresas estadounidenses, junto a intervenciones sutiles en el tipo de cambio, pero sin dejar que la sangre llegue al río.

Este martes ha anunciado como contramedida a la última tacada de Washington aranceles del 10% y el 15% a productos agropecuarios procedentes de Estados Unidos. En concreto, gravará con un 15% las importaciones estadounidenses de pollo, trigo y maíz, y con un 10% a las de soja, carne de cerdo, de vacuno, productos acuáticos, frutas y lácteos, entre otros. China, de esta manera, quiere dañar a los productores agrícolas de EEUU, que conforman uno de los mayores apoyos electorales de Trump.

La protección de los productos agropecuarios es un clásico de EEUU, que mantiene un arancel promedio del 9,2%, según la OMC, es decir, más del doble del aplicado a los productos no agrícolas (4%). Los aranceles elevados se concentran, principalmente, en los productos lácteos y el tabaco, por lo que no puede extrañar que Trump anunciara este lunes la imposición de un arancel incluso superior a las importaciones agropecuarias. EEUU, hay que recordar, es el mayor exportador mundial de productos agropecuarios.

Aún así, apenas el 0,9% de la población ocupada se dedica a actividades relacionadas con la agricultura, silvicultura, pesca y caza. Esta hiperprotección del campo se manifiesta en el hecho de que, por ejemplo, la propiedad de las tierras agrícolas por extranjeros debe declararse al Gobierno. En el año del último censo agrícola (2017) había en EEUU 2,04 millones de explotaciones agrícolas, un 3,2% menos que en 2012 pese al elevado nivel de protección. Es más, la contribución directa de la agricultura primaria al PIB no supera el 0,6%.

Pekín, igualmente, estaría utilizando la gestión cambiaria de manera estratégica. El Banco Popular de China ha tomado medidas para estabilizar el yuan fijando un tipo de cambio más alto que las expectativas del mercado y empleando medidas macroprudenciales (con afán de prevenir) para disuadir las salidas de capital. En lugar de permitir la depreciación, las autoridades han tratado de mantener la estabilidad cambiaria para reforzar la confianza y mitigar los riesgos financieros.

China, igualmente, ha ampliado las medidas de estímulo interno, incluido el apoyo fiscal a industrias estratégicas, como los semiconductores, los vehículos eléctricos y la inteligencia artificial. La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma ha suavizado las barreras regulatorias en las telecomunicaciones, la atención médica y los servicios financieros para impulsar la inversión privada. Lo que ha cambiado respecto de 2018, durante el anterior mandato de Trump, es que entonces la economía china crecía cerca del 7%, por lo que el efecto de los aranceles era menor, ya que encontraba mercados alternativos (Europa), pero ahora el PIB avanza por debajo del 5% en un situación más compleja.

Por su parte, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ha anunciado a última hora de este lunes que también aplicará aranceles de represalia a los productos estadounidenses. "Canadá no dejará que esta decisión injustificada quede sin respuesta", ha advertido. De esta manera, Ottawa ha impuesto tarifas del 25% contra 155.000 millones de dólares de productos estadounidenses, comenzando con aranceles sobre 30.000 millones de dólares de forma inmediata y sobre los 125.000 millones restantes en 21 días.

Incertidumbres en cadena

La desestabilización tiene que ver, precisamente, con que dado el tamaño del comercio con China, México y Canadá reemplazar los bienes importados por otros es una labor extremadamente compleja. Entre otras razones, porque a día de hoy ni siquiera se conocen los productos afectados. Esta incertidumbre no sólo afecta a la industria naviera, que es la que transporta las mercancías, sino también a las cadenas globales de valor.

Esto es así porque en la producción de un mismo bien destinado a ser consumido intervienen diversos territorios. Entre las principales categorías de exportación de China a EEUU están la maquinaria y los productos electrónicos, que representan nada menos que el 41,6%. Entre los expertos se da por hecho que un arancel del 10% como el que se impuso el 4 de febrero con carácter general es manejable por las empresas, que podrían asumir una parte del coste para no perder clientes, pero uno del 20% o incluso más les pondría en una situación muy difícil.

Foto: El economista francés, Olivier Blanchard. (Magnus Hjalmarson Neideman/SvD/TT News Agency/ContactoPhoto)

Como han recordado algunos estudios, durante la anterior guerra comercial las empresas estadounidenses dependían en gran medida de las manufacturas chinas para bienes intermedios, los que sirven para producir bienes finales que se venden al consumidor. En particular, en sectores como la electrónica, la maquinaria industrial y los productos químicos. Para evitar esa restricción, muchas empresas comenzaron a trasladar la producción a lugares alternativos, como Vietnam o México, que fueron los más favorecidos, y también la India con el objetivo de diversificar sus cadenas de suministro.

Sin embargo, este realineamiento no ha sido uniforme en todas las industrias. Si bien el ensamblaje de prendas de vestir y productos electrónicos de consumo se ha trasladado con éxito a otros países, las cadenas de suministro de alta tecnología, especialmente las que involucran semiconductores y componentes industriales especializados, siguen profundamente arraigadas en China debido a su avanzado ecosistema de fabricación y redes de proveedores.

Ahora, y como estrategia defensiva para adelantarse a los aranceles, muchas empresas estarían anticipando las exportaciones para zafarse del impuesto, pero no todas pueden hacerlo. Hay que tener en cuenta, además, que las políticas arancelarias en constante cambio pueden llevar a procedimientos aduaneros más farragosos prolongando los tiempos de despacho, lo que significa una pérdida de eficiencia en las labores de logística aumentando, con ello, los costes operativos.

Confusión de confusiones. Así puede definirse la política arancelaria de la Administración Trump, que ha creado un clima de incertidumbre sin parangón en el comercio mundial. Hasta el punto de que sus órdenes ejecutivas y comentarios públicos son a veces tan contradictorios que lejos de aclarar confunden todavía más a los operadores.

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