España se entrega a China y ya supone el 94% del déficit comercial
El comercio entre España y China se define con una expresión: desequilibrio. El gigante asiático ha encontrado en España a uno de sus mejores clientes. Ya está a punto de superar a Alemania como el primer proveedor de mercancías
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Ff86%2Ff58%2F3aa%2Ff86f583aa47d91fd39da4e2d43b7655b.jpg)
Los aranceles que impulsa la Administración Trump han puesto el comercio mundial patas arriba, pero hay cosas que no cambian. En el caso español, la creciente penetración de China en el tejido económico e industrial. En particular, en el comercio de mercancías. Una simple comparación lo dice todo. China, el año pasado, vendió a España 45.174 millones de euros, mientras que, por el contrario, compró 7.465 millones. Es decir, una tasa de cobertura (relación entre importaciones y exportaciones) equivalente al 16,5%. O lo que es lo mismo, el déficit ha crecido hasta los 37.709 millones, que supone la cifra más alta de las series históricas.
Para hacerse una idea de lo que significa esta cifra solo hay que tener en cuenta que el déficit comercial español el año pasado ascendió a 40.276 millones de euros, lo que supone que casi el 94% del desequilibrio exterior viene de China. España compra a la fábrica del mundo, incluso, más de lo que debe gastar en importar productos energéticos (30.443 millones).
Tanto es así que China está a punto de alcanzar a Alemania como el país que más vende a España. Hace pocos años ya superó a Italia, primero, y, posteriormente, a Francia; después de haber dejado muy atrás a EEUU, uno de los socios históricos de España desde los acuerdos de Madrid de 1953.
En el caso del comercio con China, sin embargo, hay una diferencia significativa. La tasa de cobertura con China, que es el indicador más representativo para medir la competitividad de un país en el marco de una relación bilateral, es una de las más bajas del mundo. Es decir, China vende muchos bienes, pero compra muy poco a España. Los casi 7.500 millones que adquirió en 2024 a España en bienes ni siquiera le sitúan entre los diez países que más mercancías compraron a nuestro país, lo que significa que es una de las relaciones comerciales más desequilibradas. Las dificultades de las empresas españolas para vender en China, hay que decir, tienen que ver con las crecientes dificultades que ponen las autoridades de Pekín, que ya no consideran prioritario abrirse al exterior, salvo para vender, no para comprar.
Lo que España adquiere a China son, fundamentalmente, bienes de equipo, en particular aquello que en las rúbricas comerciales se conoce como material de oficina. Igualmente, es un gran comprador de textiles y confección (5.326 millones de euros), además de productos químicos, calzados, juguetes y electrodomésticos. Vende, por el contrario, productos químicos, menas y productos minerales. Las menas son tierras de las que se pueden extraer beneficios económicos por la explotación de minerales. También vende productos cárnicos, maquinarias y componentes para automóviles.
Auge y caída de la exportación de carne
Para destacar, es el caso de los productos cárnicos, donde se ha pasado de vender 3.039 millones en 2020 a apenas 1.104 millones el año pasado. Es decir, prácticamente la tercera parte, lo que es un indudable cambio de tendencia desfavorable para España. Las razones, en este caso, tienen que ver con la peste porcina declarada en su día en China, lo que obligó a las autoridades de comercio a abrir las fronteras para permitir la entrada de productos cárnicos de otros países, lo que benefició fundamentalmente a grandes productores como España.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F6ff%2F9f0%2F64b%2F6ff9f064bf41bf79089ddc3d5c88dded.jpg)
China, en todo caso, sigue siendo uno de los grandes destinos de la producción agroalimentaria y pesquera de España. Según el Ministerio de Agricultura, con datos extraídos de la Agencia Tributaria, el año pasado se vendieron productos por valor de 1.864 millones de euros (-0,9% respecto del año anterior).
La penetración de productos chinos en España, sin embargo, no va acompañada de un incremento de las inversiones, algo que sí había sucedido en el pasado. Hoy China busca nuevos mercados en Latinoamérica o África para adquirir, sobre todo, materias, pero no es el caso español. En 2023, China invirtió en España apenas 131 millones de euros, pero España solo invirtió 91 millones allí, lo que refleja el progresivo alejamiento mutuo de la política de inversiones. La última gran operación fue en 2019, cuando Grifols, ahora en una situación financiera muy complicada, adquirió el 26% de Shanghai Raas por unos 1.680 millones de euros. Cinco años más tarde, la compañía anunció el cierre de la fábrica y la venta de su participación. Desde entonces, no se ha producido ninguna operación relevante.
Según datos de la Fundación Consejo España-China, en los últimos 30 años China ha invertido en España cerca de 4.800 millones de euros (flujos brutos), fundamentalmente en Madrid, donde tienen la sede social sus empresas. Asturias y Cataluña se sitúan muy lejos. Las inversiones chinas en España se centran, sobre todo, en energía, servicios a edificios y sector inmobiliario. Si se analizan las inversiones en términos de stock el resultado es que en 2022 la posición inversora de China en España sumó 11.347 millones de euros. Por el contrario, la posición de España en China sumó 4.761 millones de euros
El desequilibrio comercial entre China y España se manifiesta en una comparación. En 2022, las inversiones chinas en España generaron 11.998 empleos, pero ese mismo año las inversiones españolas en China habían generado 24.363 empleos.
China está a punto de alcanzar a Alemania como el país que más vende a España. Hace pocos años ya superó a Italia, primero, y, después, a Francia
Frente a lo que ocurre en otros países, donde preocupa la penetración china en el sistema productivo, España es uno de los mayores aliados de Pekín en la Unión Europea, como se reveló cuando se discutió la imposición de aranceles a la industria automovilística china. En su último viaje, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, firmó un Memorando de Entendimiento entre Envision Energy, una compañía china, y el Ministerio de Industria, con un compromiso de invertir 1.000 millones de dólares, junto con otros socios empresariales, para el desarrollo de una planta de producción de electrolizadores en España. Esta planta generaría más de 1.000 puestos de trabajo directos e indirectos.
A la vista de la nueva política arancelaria de la Administración Trump, se espera que el aumento de los aranceles estadounidenses sobre China redirigirá el exceso de capacidad del país a Europa, lo que afectará aún más a las empresas españolas y europeas.
Los aranceles que impulsa la Administración Trump han puesto el comercio mundial patas arriba, pero hay cosas que no cambian. En el caso español, la creciente penetración de China en el tejido económico e industrial. En particular, en el comercio de mercancías. Una simple comparación lo dice todo. China, el año pasado, vendió a España 45.174 millones de euros, mientras que, por el contrario, compró 7.465 millones. Es decir, una tasa de cobertura (relación entre importaciones y exportaciones) equivalente al 16,5%. O lo que es lo mismo, el déficit ha crecido hasta los 37.709 millones, que supone la cifra más alta de las series históricas.