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Lista de la compra para Europa si EEUU retira sus tropas: 250.000 millones (cada año)
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Futuro de las fuerzas europeas

Lista de la compra para Europa si EEUU retira sus tropas: 250.000 millones (cada año)

Un estudio apunta a que Europa necesitaría esa cantidad anual para poder rearmarse y ocupar el lugar de EEUU en la disuasión a Rusia en el flanco este

Foto: Los principales líderes europeos reunidos en París en una cumbre informal para diseñar su estrategia del proceso de paz en Ucrania. (EFE)
Los principales líderes europeos reunidos en París en una cumbre informal para diseñar su estrategia del proceso de paz en Ucrania. (EFE)
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En un mes en el cargo, el nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha hecho un daño sin precedentes al vínculo transatlántico, ha sembrado dudas respecto al compromiso americano con la Alianza Atlántica y, por último, ha comenzado a negociar con Rusia sin contar ni con Ucrania ni con los europeos, asumiendo elementos clave de la propaganda rusa, especialmente contra el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Hace pocos días, Cristian Diaconescu, jefe de gabinete del presidente en funciones de Rumanía, aseguró en televisión que Rusia había solicitado a Estados Unidos la retirada de tropas americanas del flanco este de la OTAN. Ese escenario, aunque todavía lejano, ya no se descarta en las conversaciones en Bruselas y otras capitales.

Que la presencia de fuerzas americanas en Europa se ha reducido a raíz del final de la Guerra Fría es un hecho. Si entre 1989 y 1992 Estados Unidos tenía 280.000 soldados estacionados en Europa, esa cifra disminuyó hasta los 86.000 en 2007 y los 62.635 en 2016, aunque luego aumentó hasta los 100.000 actuales (de los cuales 40.000 están en rotación). En el debate actual sobre la necesidad de que los europeos se hagan cargo de su propia seguridad se debe hablar tanto en términos de gasto militar como de efectivos disponibles. Y el think tank económico Bruegel y el instituto de seguridad de Kiel han empezado a poner cifras sobre la mesa.

Ambas instituciones señalan que la UE no tendría demasiados problemas ocupando el espacio que EEUU dejaría vacío en caso de dejar de financiar el envío de armamento a Ucrania. Europa, contando con todos los Estados miembros de la UE además del Reino Unido y Noruega, ya ha enviado ayuda militar por un valor muy similar a la de Estados Unidos. “Para sustituir (la ayuda americana), la UE solo tendría que gastar otro 0,12% de su PIB, una cantidad factible”, señala el documento. “Una cuestión más importante es si Europa podría hacerlo sin acceso a la base militar-industrial estadounidense”, añaden. Es decir: Europa tiene el dinero para comprar las armas que los ucranianos necesitan para seguir peleando, pero esas armas son americanas.

Hombres, armas… y mucha pasta

Más allá del apoyo a Ucrania, según un estudio realizado por ambas instituciones y firmado por Alexandr Burilkov y Guntram B. Wolff, las fuerzas europeas necesitarán desarrollar una fuerza de 300.000 efectivos y asumir una factura en gasto militar que ascendería a los 250.000 millones de euros al año. ¿En qué gastar ese dinero? Usando como “punto de referencia” la presencia americana en el Báltico como un modelo de disuasión creíble frente a Rusia, serían necesarios como mínimo 1.400 carros de combate, 2.000 vehículos de combate de infantería y 700 piezas de artillería (obuses de 155 mm y lanzacohetes múltiples). Además, habría que dotar a esta fuerza de munición suficiente, necesitando como mínimo un millón de proyectiles de 155 mm para aguantar 90 días de combate de alta intensidad.

Los autores reconocen que esto supondría un reto enorme. “Se trata de una potencia de combate superior a la que poseen actualmente las fuerzas terrestres francesas, alemanas, italianas y británicas juntas”, apuntan en el documento, admitiendo, además, que a diferencia de las fuerzas americanas, las europeas estarían fragmentadas, sin un claro mando único. En el caso de la OTAN, que incluye a los ejércitos de distintos países, la alianza militar funciona sobre la premisa de que el Comandante Supremo Aliado en Europa es un general americano, con una cadena de mando claramente definida.

Por ello, los autores plantean la necesidad de superar la falta de integración de las fuerzas militares. “Europa se enfrenta a una disyuntiva: aumentar significativamente el número de tropas en más de 300.000 para compensar la fragmentación de los ejércitos nacionales, o encontrar formas de mejorar rápidamente la coordinación militar”, señalan. Con ese importante aumento de efectivos, habría que dedicar una mayor parte de los fondos a la contratación y formación, algo que actualmente no ocurre: el 70% de los fondos adicionales que Polonia, uno de los países que más gastan en defensa, ha dedicado al ámbito militar se ha destinado a la adquisición de capacidades, y el fondo Sondervermögen alemán se centra totalmente en material.

Incluso si Europa hiciera todo esto, los analistas de Bruegel y el instituto de Kiel admiten que “las tropas estadounidenses están respaldadas por todo el poderío de los medios estratégicos estadounidenses, incluida la aviación estratégica y los recursos espaciales, de los que carecen los ejércitos europeos”. Por ello, Europa debería trabajar en el ámbito de la aviación, transporte, misiles, drones y capacidades de comunicación e inteligencia. Los autores abogan por “adquisiciones a escala europea” y una estandarización de los pedidos para reducir costes: “El objetivo debe ser permitir la competencia entre las empresas europeas por los grandes contratos y evitar la intervención del Estado en las propias empresas. La capacidad industrial sobrante, por ejemplo en la industria automovilística, sugiere que la demanda adicional podría satisfacerse rápidamente”, subrayan.

¿Quién lo paga?

La gran incógnita, una que ya se están planteando los ministros de Finanzas de la Unión Europea, es de dónde sacar ese dinero. “Un aumento anual de 250.000 millones de euros podría repartirse a partes iguales entre la financiación de la UE y la nacional, lo que facilitaría tanto las adquisiciones conjuntas como el gasto militar nacional. Para hacer frente a los problemas de riesgo moral, los países que no gasten más en defensa nacional recibirían menos del fondo común”, apunta el texto, que considera que del actual gasto medio en defensa en la Unión, cercano al 2% del PIB, habría que pasar a alrededor de un 3,5%, en línea con los objetivos de gasto que se debaten en la OTAN.

Los ministros de Finanzas discuten la posibilidad de usar eurobonos, es decir, deuda conjunta europea, a la que algunos Estados miembros todavía se oponen, pero que va cobrando fuerza. Los analistas de Bruegel y el instituto de Kiel respaldan esta opción, calculando que la Unión Europea podría recaudar 125.000 millones de euros anuales durante el próximo lustro, mientras los Estados miembros aportarían el resto a nivel nacional, comprometiéndose a “aumentar gradualmente su parte de gasto no financiada con deuda”.

¿Y quién lo cobra?

Otra cuestión que surge cada vez que se habla de la necesidad de elevar la inversión en defensa es a quién se compran las armas. Estados Unidos ha estado históricamente en contra de que los europeos refuercen su propia base industrial militar. La estrategia de la industria de la defensa de la Comisión Europea de 2024, por ejemplo, provocó quejas del embajador estadounidense ante la OTAN.

Aquí el debate se complica, pues existen profundas desconfianzas entre socios europeos. Muchos aliados del flanco este no confían en Alemania o Francia como garantes de su seguridad y creen que el único que puede ejercer ese papel es Estados Unidos. No se trata solo de capacidad, sino también de voluntad política. Siempre se ha asumido que Washington estaría más dispuesta a una guerra frontal con Rusia para defender a los pequeños estados bálticos de lo que lo estarían París y Berlín. De ahí que los países del este hayan visto con recelo cualquier iniciativa de defensa europea que pudiera llevar a una desvinculación de EEUU o a una pérdida de interés americana en el frente europeo (por ejemplo, si su industria no obtiene contratos lucrativos).

La diferencia es que, ahora, la nueva administración estadounidense ya no transmite esa confianza a Varsovia, Tallín, Vilna o Riga. Ha dejado claro que su interés se centra en otros escenarios y que está dispuesta a hacer un trato con Rusia que podría empeorar la situación de todo el flanco este de Europa. Eso cambia por completo los fundamentos del debate, tanto en lo político —hasta qué punto resulta conveniente confiar únicamente en Washington— como en lo referente a la industria militar. Ello no significa que no haya un debate intenso sobre dónde comprar armas. Los países del este ven la amenaza rusa como inminente y, por lo tanto, apuestan por adquirir las capacidades militares ya desarrolladas, fundamentalmente las estadounidenses. Francia, en cambio, defiende la “autonomía estratégica” y el desarrollo de una base industrial militar propia.

A esto se añade que algunos gobiernos europeos consideran la compra de material militar a Estados Unidos como una baza más en la partida de una posible guerra comercial. Sin embargo, hay estudios que apuntan a que la industria estadounidense ya está muy presionada atendiendo la demanda europea actual, algo que empeoraría si EEUU decide dedicar su base industrial de defensa a armar a sus aliados en la región del Indo-Pacífico ante una eventual guerra con China. Además, según el propio Wolff en un análisis paralelo, tampoco se cubrirían las nuevas exigencias europeas, que superan el aumento de la compra de armamento registrado desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania en 2022.

En un mes en el cargo, el nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha hecho un daño sin precedentes al vínculo transatlántico, ha sembrado dudas respecto al compromiso americano con la Alianza Atlántica y, por último, ha comenzado a negociar con Rusia sin contar ni con Ucrania ni con los europeos, asumiendo elementos clave de la propaganda rusa, especialmente contra el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Hace pocos días, Cristian Diaconescu, jefe de gabinete del presidente en funciones de Rumanía, aseguró en televisión que Rusia había solicitado a Estados Unidos la retirada de tropas americanas del flanco este de la OTAN. Ese escenario, aunque todavía lejano, ya no se descarta en las conversaciones en Bruselas y otras capitales.

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