El plan alternativo contra los aranceles de Trump que Carlos Cuerpo tiene sobre la mesa
Trump ha disparado finalmente contra Europa, que queda como último bastión del libre comercio. La reacción espontánea sería responder al golpe con otro golpe, pero, ¿es lo más inteligente?
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La Comisión Europea anticipó el viernes una respuesta "firme e inmediata" a los aranceles anunciados por el presidente de Estados Unidos contra el continente. Era lo que cabía esperar. Bruselas llevaba meses preparándose mentalmente para no apocarse llegado este previsible momento. Sin embargo, La Comisión Europea todavía no tiene un plan para responder a EEUU y, lo que es más importante, ni siquiera sabe si habrá consenso entre los distintos países miembros. Lo que está claro es que no quiere repetir sus patrones habituales: dudas, desacuerdo y finalmente, inmovilismo.
La Unión Europea no solo debe diseñar su respuesta pensando en la imagen internacional que va a dar; también debe valorar el impacto económico para sus ciudadanos. En España, el Gobierno está calibrando cuáles son las opciones para responder de forma contundente, pero también inteligente. El Ejecutivo quiere buscar una posición común en la UE para que todos los países cierren filas, y es el mensaje que se repite constantemente. Pero también hay una sensación de que hay que influir en el diseño de la respuesta, explican fuentes del Ejecutivo. Y para ello es necesario decidir cuál es la mejor opción.
Internamente, en el Ministerio de Economía, se considera que una de las respuestas más firmes y eficaces que puede dar Europa es no responder con aranceles. Una reacción proteccionista por parte de la UE puede desencadenar una guerra comercial que sería aún más perjudicial, generando inflación y, probablemente, frenazo económico y desempleo. La opción del cortafuegos, dejando que una eventual apreciación del dólar frente al euro mitigue en parte el coste de los aranceles, acompañado de medidas de ayuda a los sectores afectados, sería una posible solución que no iniciaría una escalada arancelaria. Al menos, no daría argumentos a Trump para aumentar el proteccionismo.
Esta decisión es políticamente arriesgada, pero podría ser la más eficiente desde el punto de vista económico. Europa no tiene una exposición excesiva a Estados Unidos. Las exportaciones de bienes de la UE suponen menos del 4% del PIB comunitario y solo en Bélgica y, sobre todo, en Irlanda, superan el 5%. Además, la exposición se concentra tanto sectorialmente como regionalmente (sobre todo en el sector automovilístico alemán y el agroalimentario). España tiene menos dependencia de EEUU; de hecho, tiene déficit en la balanza de bienes, por lo que es más factible dejar pasar las ofensas de Trump.
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La UE podría responder con ayudas a los sectores afectados para evitar una escalada arancelaria que afectaría directamente a los consumidores europeos. La situación de Europa no es la de México, Canadá o China, que tienen lazos comerciales intensos y profundos con Estados Unidos y necesitan seguir colocando sus productos en el mercado americano.
Esta es una de las interpretaciones que está realizando el Ministerio de Economía en las últimas semanas, explican fuentes gubernamentales. Sin embargo, la guerra comercial no solo responde a criterios económicos, sino que la geopolítica es incluso más relevante. Para EEUU también sería más óptimo evitar una guerra comercial.
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El inmovilismo también tendría importantes costes políticos para la Comisión por la sensación permanente de una UE tibia, incapaz de responder a los retos globales. Pero hay que distinguir entre el inmovilismo por indecisión del inmovilismo decidido. La posición política de España todavía no está adoptada, explican estas fuentes, y la prioridad va a ser conseguir una postura común en el seno de la UE. Pero defienden que la eficiencia económica tiene que formar parte del marco de decisión.
Después de la traición de EEUU al liberalismo, Europa se queda como el último bastión del libre comercio. Este sistema ha generado importantes beneficios al continente, ya que al estar sometido a la disciplina del mercado posee ahora empresas competitivas que generan un importante superávit comercial cada mes. La UE tiene que decidir si abandona ahora su posición histórica y se deja arrastrar a una escalada proteccionista.
La Comisión Europea anticipó el viernes una respuesta "firme e inmediata" a los aranceles anunciados por el presidente de Estados Unidos contra el continente. Era lo que cabía esperar. Bruselas llevaba meses preparándose mentalmente para no apocarse llegado este previsible momento. Sin embargo, La Comisión Europea todavía no tiene un plan para responder a EEUU y, lo que es más importante, ni siquiera sabe si habrá consenso entre los distintos países miembros. Lo que está claro es que no quiere repetir sus patrones habituales: dudas, desacuerdo y finalmente, inmovilismo.