Los aranceles invisibles dentro de la UE: la regulación encarece el comercio un 44%
Europa mira con temor los aranceles de Estados Unidos, pero podría contestar derribando las barreras internas que frenan el desarrollo completo del Mercado Único
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La metralleta arancelaria de Donald Trump ha puesto en alerta a medio mundo. La Unión Europea, con una economía estancada y muy dependiente de las exportaciones de bienes, observa con preocupación cómo le caen aranceles a otros países y pone sus barbas a remojar. Los líderes comunitarios plantean un frente común para hacer frente unidos al presidente estadounidense, pero Trump confía en que puedan surgir grietas.
Tiene motivos para el optimismo. El más importante, es que los socios de la Unión ni siquiera se han puesto de acuerdo en eliminar las restricciones internas al comercio. Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) revela que las trabas comerciales y la burocracia tienen un impacto en los costes del comercio de bienes intraeuropeo equivalente a aranceles del 44%.
Los gobiernos europeos no han sido capaces de eliminar sus barreras proteccionistas internas, a pesar del mercado único. Una situación de partida que genera debilidad en la negociación frente a Trump. Si un país tiene dificultades para exportar a otro aliado comunitario, se aferrará con más ímpetu al mercado estadounidense.
En su informe de previsiones económicas del pasado otoño, el FMI cuantificaba en un 44% el coste del comercio de bienes (excluyendo la agricultura) dentro de la Unión Europea. Y en el caso de los bienes, este porcentaje se dispara hasta el 110%. Es cierto que los servicios son más difícilmente exportables, sobre todo los relacionados con el ocio de consumo presencial.
"A pesar del progreso significativo hacia la integración del mercado, el nivel de las barreras al comercio dentro de la UE se estima que sigue siendo significativo, tanto en bienes como -particularmente- en servicios", advertía el FMI en ese informe publicado hace unos meses. Este sobrecoste es muy desigual por sectores y responde a la voluntad de los gobiernos para proteger mercados estratégicos.
En este coste se incluyen las barreras provocadas por malas conexiones de transporte que encarecen los desplazamientos. Pero, sobre todo, es el resultado de regulaciones que exigen permisos y licencias diferentes en cada estado miembro que suponen un sobrecoste para las empresas exportadoras. "Esta evidencia sugiere que siguen existiendo barreras significativas al mercado de bienes dentro de la UE", advierte el FMI.
El estudio analiza la evolución de los costes de las barreras comerciales desde los años noventa y detecta que se han producido avances. En los años noventa, el comercio de bienes ya era un 17% inferior al del comercio internacional y desde entonces ha mejorado un 6% adicional. Sin embargo, se ha reducido más rápido el coste del comercio con terceros países, con una reducción del 11% desde 1995 hasta 2020. Esto significa que las importaciones han ganado competitividad relativa frente al comercio interno, gracias a los tratados de libre comercio internacionales. Esto significa que los beneficios comparativos del mercado interior han menguado.
En el comercio de bienes, que es el regulado por los aranceles, no extraña que los alimentos no elaborados sean los más regulados. Los países del centro y norte del continente han sido muy cuidadosos de defender a sus agricultores y ganaderos frente a la competencia de los países periféricos, con costes de producción mucho más bajos. El resultado es que las barreras al comercio tienen un impacto que el FMI calcula que eleva los costes de exportación un 140%.
En general, son las industrias tradicionales las más protegidas. Los productos textiles soportan un sobrecoste de casi el 120%, los alimentos procesados, algo más de un 70% y los productos electrónicos, un 60%.
Por el contrario, el sector más liberalizado es el químico. Estas industrias están integradas en las cadenas de valor, por lo que tiene sentido que los países hayan reducido las cargas para limitar los costes de producción de su propio tejido productivo. Según los cálculos del FMI, el sector químico soporta un sobrecoste de apenas el 5% como consecuencia de estas barreras internas. Cerca se sitúa la industria del plástico (un 10%), la del automóvil (un 15%) o la de los metales (el 20%).
El Ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha hecho un llamamiento a los países europeos para derribar estas barreras al mercado único. Reducir los costes internos dotaría a la Unión Europea de una posición de fuerza frente a Estados Unidos. El motivo es que podría reanimar el comercio de bienes dentro del continente y así, las empresas exportadoras podrían redirigir sus ventas hacia la UE. Europa tiene herramientas para comenzar su defensa frente a la guerra comercial con la que amenaza Estados Unidos, lo que no tiene es tiempo que perder.
La metralleta arancelaria de Donald Trump ha puesto en alerta a medio mundo. La Unión Europea, con una economía estancada y muy dependiente de las exportaciones de bienes, observa con preocupación cómo le caen aranceles a otros países y pone sus barbas a remojar. Los líderes comunitarios plantean un frente común para hacer frente unidos al presidente estadounidense, pero Trump confía en que puedan surgir grietas.