El gráfico que zanja el debate sobre los impuestos de los ricos: sí, pagan menos que el resto
El sistema fiscal español es progresivo para el 99% de la población. Pero en el caso del 1% más rico, cuanto más se gana, menos se paga
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Cada vez que un millonario hace una donación a la sanidad pública surge la misma crítica: "Que lo pague con impuestos". El debate sobre los impuestos de los más ricos surgen recurrentemente. En términos absolutos, son quienes más pagan, pero también son quienes disfrutan de una mayor renta. Pero si se compara su carga tributaria con los ingresos, la historia cambia por completo. Los más ricos son quienes menos presión fiscal soportan en España.
Así lo muestra un estudio de Fedea elaborado por los investigadores Julio López Laborda, Carmen Marín y Jorge Onrubia. El top 1% que más gana del país paga en impuestos y cotizaciones sociales el equivalente al 24% de su renta bruta (sumando las transferencias sociales que reciben). Son 3,5 puntos porcentuales menos de lo que pagan las clases más bajas (el 20% con menos ingresos), y casi 14 puntos menos que las clases medias. Los datos se refieren al año 2022.
El sistema tributario español es progresivo para el grueso de la población: a medida que aumenta la renta, la presión fiscal aumenta. Sin embargo, esta progresividad se rompe al llegar a la cúspide de la pirámide de ingresos, el top 1%. Y la causa no es que los ricos defrauden, sino al diseño de los impuestos y las cotizaciones sociales. Existen toda una serie de beneficios y límites que benefician a los hogares más acomodados y reducen drásticamente su factura con Hacienda. Principalmente se resumen en tres cuestiones: la menor tributación de las rentas del capital, las bases máximas de cotización y el ahorro.
Para la mayor parte de la población, la principal fuente de renta son sus ingresos laborales. Y para quienes no pueden (o no quieren) trabajar, sus ingresos proceden de prestacioness públicas. Sin embargo, el top 1% obtiene la mayor parte de sus ingresos de la rentabilidad de sus inversiones (acciones, bonos, viviendas alquiladas,...). En concreto, nada menos que el 63% de su renta procede del capital.
Estas rentas del ahorro tienen un tratamiento privilegiado en el IRPF en comparación con los salarios y otros ingresos del trabajo. Por ejemplo, el tipo marginal más alto del IRPF es de casi el 50% en algunas comunidades autónomas, mientras que el del ahorro es del 30%. Casi 20 puntos de diferencia. La explicación de esta diferencia es que así se fomenta el ahorro y se evita una fuga de capitales, ya que en otros países también tienen un sistema similar.
El resultado es que el IRPF cae drásticamente en el caso de los ricos. El tipo medio efectivo sobre la renta bruta que paga el 1% con más ingresos fue del 10,5%, frente al 16% de las rentas altas excluyendo los ricos (centiles del 91 al 99).
Aunque estos ricos consigan el grueso de sus ingresos de la rentabilidad de sus inversiones, también tienen altos salarios. Esto provoca que sus ingresos laborales superen las bases máximas de cotización a la Seguridad Social, de modo que una parte no paga para el mantenimiento del Sistema de pensiones. Si se añade que las rentas del capital no pagan cotizaciones sociales, el resultado es que las cuotas sociales que abonan apenas alcanzan el 5% de su renta.
Esto significa que pagan menos que las rentas bajas: el 20% con menos ingresos abona casi el 12% de su renta en cotizaciones. Y es una cuarta parte de lo que pagan las clases medias, que llegan al 21%.
En general, las cotizaciones sociales son progresivas hasta llegar al 10% con más ingresos: a partir de ahí, las bases máximas y las rentas del ahorro van reduciendo la cuña fiscal hasta llegar al mínimo del 5% en el caso del top 1%.
Quienes ganan mucho dinero, también tienen mayor capacidad de ahorro. Y este es el tercer factor que rebaja la carga fiscal. La parte de la renta que va destinada al ahorro y no al consumo esquiva el pago del IVA. Por el contrario, los hogares con menos ingresos y que no pueden ahorrar, tienen toda su renta sometida a este tributo. El IVA es la figura más regresiva que hay en España, y eso a pesar de la cantidad de productos que están en los tipos reducidos.
En concreto, el IVA (sumado al ITP y AJD) apenas se lleva un 1,3% de la renta bruta del top 1%. Por el contrario, en los hogares situados en el 20% con menos ingresos, el IVA rascó en 2022 el 11,5% de su renta. Este impuesto no tiene ningún salto a lo largo de toda la distribución, sino que es siempre decreciente con la renta, lo que hace que sea claramente regresivo.
Pero esta figura tiene un punto muy positivo: tiene una gran capacidad recaudatoria generando poco impacto sobre la actividad económica, por lo que que suele ser recomendada por los expertos. Lo que defienden es que se limite el uso de los tipos reducidos y, en su lugar, se compense a las rentas bajas por la pérdida sufrida. De este modo, las rentas altas no se quedarían con una parte de este beneficio fiscal.
El impuesto que más grava a las rentas altas es el de sociedades. Aunque este tributo no lo pagan directamente los hogares, los investigadores asignan el coste fiscal en función de los accionistas de las empresas, que son quienes se quedarían esos beneficios si no tributasen. Este impuesto recauda el 6,8% de la renta del ‘top 1%’, mientras que para las clases medias y bajas es prácticamente inexistente.
A pesar de este impuesto, la presión fiscal que soportan las clases altas es incluso inferior que la de los hogares más humildes. Un sistema que tiene difícil solución, ya que la competencia fiscal internacional complica subir mucho más la presión fiscal sobre estos hogares. Hacerlo supone un gran riesgo de expulsión de rentas altas, lo que también supondría una importante pérdida de capital humano. Pero mientras siga siendo así, las donaciones a la sanidad pública seguirán recibiendo críticas.
Cada vez que un millonario hace una donación a la sanidad pública surge la misma crítica: "Que lo pague con impuestos". El debate sobre los impuestos de los más ricos surgen recurrentemente. En términos absolutos, son quienes más pagan, pero también son quienes disfrutan de una mayor renta. Pero si se compara su carga tributaria con los ingresos, la historia cambia por completo. Los más ricos son quienes menos presión fiscal soportan en España.