No solo los aranceles: Trump abre la mano a la consolidación de los oligopolios
La salida de Lina M. Khan del órgano que lucha contra los monopolios en EEUU es sólo el principio. Un estudio revela que la posición de dominio del mercado por parte de las grandes corporaciones va en aumento
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F0ed%2Ff1d%2F93d%2F0edf1d93d4edfe24af3c1bf4a6fac3c6.jpg)
En mayo de 2023, la abogada Lina M. Khan, británica de origen indio, escribió un artículo en The New York Times en el que reclamaba una regulación eficiente de la inteligencia artificial. Khan, hay que decirlo, era entonces presidenta de la Comisión Federal de Comercio de EEUU (FTC, por sus siglas en inglés), una especie de guardián de la libre competencia en el país que históricamente ha sido el más ambicioso en esta materia desde la célebre ley Sherman (1890), nacida para acabar con los monopolios.
Lo que argumentaba la joven abogada para un puesto tan relevante (35 años) —se hizo famosa escribiendo un artículo académico siendo estudiante de la Facultad de Derecho de Yale que tituló La paradoja antimonopolio de Amazon— es que lo que comenzó siendo un avance revolucionario por parte de las plataformas tecnológicas (Google, Meta, Apple, Microsoft, la propia Amazon…) ha terminado en una posición de dominio gracias a la elevada concentración del sector. Esto habría generado, sostenía entonces, "un enorme poder privado sobre servicios clave", aunque no solo eso. Se estarían consolidando "modelos de negocio que tienen un coste extraordinario para nuestra privacidad y seguridad".
Años después, Khan pasaría de la teoría a la práctica. Fruto de esa preocupación, ya como miembro de la FTC, llevó ante los órganos de competencia de la anterior Administración a Amazon y Meta, que tendrán que ir a juicio ante la FTC durante el 2026 después de haber donado, respectivamente, un millón de dólares al fondo que financió la toma de posesión de Trump.
Ni que decir tiene que Khan fue una de las primeras bajas de altos cargos de la era Trump. Días después de su renuncia, el mismo 20 de enero, en una entrevista con Financial Times, Khan ha vuelto a la carga, y sin tapujos ha enviado un recado a los nuevos gobernantes. "En nuestra democracia hay que hacerse la pregunta de si empresas extraordinariamente poderosas que hoy son monopolios serán capaces de corromper el proceso político e interferir en la aplicación legítima de la ley".
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F2ce%2F451%2F016%2F2ce451016c2e3f1274f99405094e336a.jpg)
Wall Street, como la Casa Blanca, ha celebrado la salida de Khan y hoy se da por hecho, que ni la inteligencia artificial ni otros avances tecnológicos serán regulados pese a que sus impulsores tienen una posición de mercado hegemónica. El propio Biden, en su discurso de despedida, habló de que en EEUU se está formando una oligarquía (sic) que avanza en un complejo industrial tecnológico cuyo objetivo es la pervivencia de una "peligrosa concentración" de riqueza y poder en el país.
Los datos le dan la razón. El índice S&P 500, el más representativo de Wall Street, muestra que las 10 primeras empresas capitalizan el 37,3% del índice, nunca antes se había llegado a esa proporción. Obviamente, por su posición de dominio en sus respectivos negocios. Si el campo de juego se abre un poco más resulta que solo 26 valores suponen más de la mitad de la capitalización total de la bolsa estadounidense, lo que da idea del nivel de concentración de la riqueza empresarial medida por su valor en Bolsa, cuando hace apenas una docena de años las diez primeras empresas suponían el 17% del valor total, menos de la mitad que ahora.
El poder de las concentraciones
¿Qué es lo que está pasando? Un reciente estudio publicado en Vox/CEPR, una plataforma de artículos académicos, ofrece algunas respuestas. Y la primera es que la concentración del poder empresarial, no solo en EEUU, sino en la mayoría de los países avanzados, está creciendo de forma significativa. En concreto, cinco puntos porcentuales entre el año 2000 y 2019, es decir, las dos primeras décadas del siglo. Sin embargo, con una particularidad. La concentración aumenta más en las industrias que compiten a nivel nacional (seis puntos porcentuales) en comparación con las que compiten a nivel europeo y mundial (cuatro puntos cada una). Es decir, avanza lo que en Europa se llaman campeones nacionales, una fórmula con la que se pretende proteger a las grandes empresas.
El índice, hay que decir, es muy representativo, ya que incorpora información de 151 industrias, incluyendo la minería, las manufacturas, los servicios públicos y los servicios no financieros. Abarca 15 países europeos, entre ellos España, además de Japón, Corea y EEUU. Una de las ventajas del índice —complementario al denominado Herfindahl Hirschman, que es el más utilizado para analizar el grado de concentración de un sector— es que no sólo tiene en cuenta la empresa matriz, sino también los grupos empresariales articulados en torno a sus filiales.
Y lo que se observa es que las fusiones y adquisiciones han ido en aumento. En particular, a través de una estrategia. Las empresas han optado por comprar otras empresas existentes, normalmente más innovadoras y con mayor potencial de crecimiento, o por establecer nuevas filiales que operan en la misma industria para consolidar su posición de mercado.
"Es esencial tener en cuenta los vínculos de propiedad entre todas las filiales conectadas que operan en una sola industria al medir la concentración", sostiene el documento, que recuerda que cuando se tienen en cuenta los vínculos entre grupos empresariales el desarrollo y la adquisición de filiales ha sido un componente importante del aumento de la concentración, especialmente en los mercados europeos. Muchas veces, de hecho, las grandes empresas compran startups innovadoras para evitar que sigan creciendo y con el tiempo les hagan competencia.
Más investigaciones
Tras la llegada de Trump, todo indica que el interés del Departamento de Justicia por detectar y prohibir la formación de monopolios será menor después de que en los últimos años haya crecido el número de investigaciones. Tan solo en 2024 se abrieron 16 expedientes por prácticas monopolísticas a la luz de la ley Sherman, cuando durante la anterior era Trump (cuatro años) se realizaron apenas una veintena de investigaciones.
Una de las últimas investigaciones recayó en Google después de que el Departamento de Justicia y un grupo de estados pidieran a un tribunal federal que obligara al buscador a vender Chrome, su popular navegador web. La medida amenaza con convertirse en un terremoto en el mundo de Internet y podría alterar de forma radical la posición de la compañía en el mercado de la información y de los datos.
La petición se produjo después de un fallo histórico dictado por un juez del distrito de Columbia que determinó que Google había mantenido ilegalmente un monopolio en las búsquedas en línea. Durante años, Google pagó miles de millones de dólares a empresas como Apple, Samsung y Mozilla para que fueran el motor de búsqueda automático en los teléfonos inteligentes y los navegadores web. El gobierno afirmó que estos contratos estaban diseñados para afianzar el dominio de Google y dificultar la competencia. En el caso de la tecnología publicitaria, el Gobierno argumentó que la compañía tenía una participación de mercado del 87% en tecnología de venta de publicidad, lo que perjudicaba a los editores de noticias y otros propietarios de sitios web.
Hay que recordar que una de las primeras medidas de Biden tras llegar a la Casa Blanca fue aprobar una orden ejecutiva destinada a limitar la concentración empresarial. El presidente llegó a denunciar que en cerca del 75% de los sectores económicos de EEUU un reducido número de empresas tenía más poder de mercado que 20 años antes, principalmente en actividades como la salud, los servicios financieros o la agricultura. Además, según el Gobierno, la concentración habría provocado una serie de barreras de entrada que han ocasionado que la formación de nuevas empresas haya caído en un 50% desde los años 70 hasta la actualidad. Desde el pasado 20 de enero, todo ha cambiado.
En mayo de 2023, la abogada Lina M. Khan, británica de origen indio, escribió un artículo en The New York Times en el que reclamaba una regulación eficiente de la inteligencia artificial. Khan, hay que decirlo, era entonces presidenta de la Comisión Federal de Comercio de EEUU (FTC, por sus siglas en inglés), una especie de guardián de la libre competencia en el país que históricamente ha sido el más ambicioso en esta materia desde la célebre ley Sherman (1890), nacida para acabar con los monopolios.