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La realidad tras los NextGen: España será contribuyente neta de la UE pese al PIB per cápita
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La realidad tras los NextGen: España será contribuyente neta de la UE pese al PIB per cápita

España siempre ha recibido más recursos financieros de la Unión de los que aporta, pero la situación ha cambiado y llega el momento de contribuir ante una potencial ampliación y las necesidades de gasto crecientes

Foto: Foto: Reuters / Jon Nazca.
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Cuando España entró en la Unión Europea en 1986 partía de una posición atrasada en riqueza relativa, modernización económica e infraestructuras de comunicación en comparación con los Estados miembros, por lo que históricamente ha recibido más fondos de los que ha aportado al presupuesto de la UE. Sin embargo, la situación ha cambiado casi cuatro décadas después: la economía española se ha fortalecido; han entrado países inicialmente más pobres y ha salido Reino Unido, lo que ha provocado una reestructuración.

Las ventajas de pertenecer a la unión son múltiples y España se beneficia especialmente de la apertura de mercados y de la integración económica, pero recientemente ha dejado de ser receptora neta del presupuesto europeo para ser contribuyente. Si se calculan los saldos financieros, la diferencia entre los recursos propios que aportan los Estados miembros y los que reciben en aplicación de las distintas políticas, España ya registró por primera vez un valor ligeramente negativo en 2019 y se reitera en 2023 si no se tienen en cuenta los fondos Next Generation.

Los datos usados en esta comparación son los publicados por la Comisión Europea, que aportan cifras homogéneas para todos los países. Los saldos financieros calculados por el Ministerio de Hacienda para España según las entradas en el Tesoro dan una visión algo distinta y no permiten desagregar los fondos excepcionales y temporales de recuperación (para los que se ha requerido una emisión de deuda conjunta) del resto del presupuesto.

España obtuvo un saldo negativo de 534,4 millones de euros en 2019, pero volvió a cifras positivas desde 2020 como consecuencia de la pandemia al ser el país que mayor descenso del PIB experimentó (una caída del 10,9%). Esto dio lugar a que la Comisión asignara a España 163.014 millones de euros de los fondos de recuperación, el segundo mayor volumen solo por detrás de Italia, lo que ha permitido saldos aparentemente positivos. En 2023, último año con datos disponibles, España obtuvo un saldo positivo de 7.805 millones contando con los Next Generation, pero el saldo es negativo en 1.463 millones si solo se cuenta con el presupuesto ordinario.

Esta es la nueva situación a la que se tendrá que enfrentar España a partir de 2027, el primer año sin los fondos de recuperación. El gasto de la UE en el país ha crecido un 7,6% en 2023 respecto a 2019 y alcanza los 12.122 millones, pero las aportaciones de España al presupuesto general lo hacen en mayor medida, un 15%, hasta los 13.585 millones, lo que supone el 1% de la renta nacional bruta del país. La política más importante para España es la de recursos naturales, que incluye la PAC, por la que en el año 2023 se recibieron 6.995,8 millones.

Los países que se han incorporado desde 2004 han ocasionado una notable alteración del reparto: en 2003, España era receptora neta con 8.446 millones y en 2014, primer año completo de la UE de los 27 tras la incorporación de Croacia, el saldo positivo había caído a solo 427,5 millones. Si se observa el ranking, todos los incorporados en este siglo son receptores netos del presupuesto de la UE, aunque también se cuelan en esta categoría Portugal, Grecia, Bélgica y Luxemburgo. Estos dos últimos se debe a que concentran la mayor parte de las administraciones comunitarias. Si se descuenta el gasto administrativo, el saldo es negativo en Bélgica y solo ligeramente positivo en Luxemburgo (156 millones).

Además, la salida de Reino Unido en 2020, país que siempre ha estado en el top tres de mayores contribuyentes netos, provocó que Alemania y Francia asumieran parte del impacto aumentando sus saldos negativos en los años posteriores y reequilibrará el escenario cuando hayan terminado los fondos de recuperación.

Se mantiene la brecha en riqueza

Los países contribuyen al presupuesto comunitario según el tamaño de su economía y su riqueza relativa, por lo que resulta llamativo que España pase a aportar más de lo que recibe en términos financieros sin haber convergido en PIB per cápita. Según los últimos datos de Eurostat, en 2023 se situaba nueve puntos por debajo de la media, volviendo al nivel de 2019 tras la caída en los años más afectados por la pandemia.

Por otra parte, se observa que en la mayoría de los nuevos Estados miembros incorporados este siglo hay una evolución paralela entre los saldos positivos y el crecimiento de la riqueza relativa. Los casos más destacados son los de Malta, Eslovenia, República Checa y Lituania, que se ubican en cifras similares a las de España o la superan.

El caso de España es de caída y estancamiento en la renta per cápita tras el shock de la crisis de 2008, que interrumpió un periodo de rápida convergencia en el que incluso se llegó a estar por encima de la media. La estructura económica que permitió aquel acercamiento tenía múltiples fallos y ahora se comienza a vislumbrar otra etapa en la que la tendencia podría cambiar y romper con las negativas proyecciones que todavía existen. Según las últimas del FMI, que contemplan hasta 2029, España mantendría una brecha en renta per cápita con la UE similar a la de los últimos 15 años.

Ampliación de la UE y retos globales

De cara a los próximos años, todo apunta a que las aportaciones de España seguirán creciendo más que el gasto y los saldos negativos se sucederán. Por una parte, hay nueve países candidatos a entrar en la UE y tanto la postura de España como la de la Comisión es de interés en el avance de alguno de los procesos por motivos geopolíticos. La convergencia de estos potenciales nuevos estados con los parámetros de la UE dejaría a España en una posición relativamente mejor y con más motivos para ser contribuyente neta.

Y, por otra parte, existe un debate a nivel comunitario tras el informe Draghi y el informe Letta sobre cómo reeditar en cierto modo el impulso de los fondos Next Generation. Esto podría pasar por una mayor aportación de los estados al presupuesto de la UE para afrontar las transiciones verde y digital y responder al creciente proteccionismo de las principales potencias mundiales. No obstante, Suecia, Austria, Alemania y Dinamarca, entre los mayores contribuyentes netos, muestran reticencias. Muestra de ello es la aplicación actualmente de un sistema de compensaciones en los ingresos para corregir los saldos negativos que consideran excesivos respecto a su riqueza relativa.

Cuando España entró en la Unión Europea en 1986 partía de una posición atrasada en riqueza relativa, modernización económica e infraestructuras de comunicación en comparación con los Estados miembros, por lo que históricamente ha recibido más fondos de los que ha aportado al presupuesto de la UE. Sin embargo, la situación ha cambiado casi cuatro décadas después: la economía española se ha fortalecido; han entrado países inicialmente más pobres y ha salido Reino Unido, lo que ha provocado una reestructuración.

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