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La inteligencia artificial se come ya la mitad de la inversión de capital riesgo en el mundo
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CRISIS INVERSORA EN LAS MANUFACTURAS

La inteligencia artificial se come ya la mitad de la inversión de capital riesgo en el mundo

La inteligencia artificial (IA) crece y crece y ya supone la mitad de lo que invierten los fondos de capital riesgo en el mundo. En concreto, el 50,8%. O lo que es lo mismo, 131.500 millones de dólares

Foto: Logos de Deepseek y OpenAI. (Reuters/Dado Ruvic)
Logos de Deepseek y OpenAI. (Reuters/Dado Ruvic)
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La sacudida que ha provocado en las bolsas la irrupción de DeepSeek, la startup china, no tiene parangón, y la razón tiene que ver con lo que está en juego. Al margen de los avances tecnológicos que incorpora la nueva aplicación de inteligencia artificial y del ahorro de costes que supone para generarla, lo que se ventila es el retorno del capital invertido por el capital riesgo. No en vano, la inteligencia artificial (IA) ya representa algo más de la mitad de lo que invierten los fondos de capital riesgo en el mundo. En concreto, el 50,8%. O lo que es lo mismo, 131.500 millones de dólares.

Los datos proceden de FDi Intelligence, la unidad de inversión extranjera directa de Financial Times, y lo que revelan es un auténtico cambio de paradigma. Por primera vez, la inversión en IA supera la cantidad que los fondos invierten en todo tipo de empresas. Como aseguran los analistas de FDi Intelligence, la inteligencia artificial se ha convertido en algo más que una palabra de moda.

El futuro pasa por la IA, algo que explica que los fondos se abstengan ahora de invertir en otras actividades que históricamente han estado entre sus preferencias. En particular, en productos manufacturados u otros bienes industriales de menor valor añadido, lo que conduce a la atonía y hasta la obsolescencia de determinados sectores. Se estaría produciendo, por así decirlo, una especie de crowding out, pero sin participación del capital público. Este fenómeno se produce cuando una determinada decisión de política económica (subida de impuestos o aumento de la deuda pública) desplaza al capital privado hacia otras inversiones. En este caso, pierde la inversión en otro tipo de infraestructuras.

Como consecuencia de ello, Nvidia, el primer fabricante de chips para IA, se convirtió en la empresa más valiosa del mundo el año pasado, ya que los inversores apostaron por el apetito insaciable de las grandes empresas tecnológicas por sus potentes procesadores de inteligencia artificial. Se ha estimado que en los próximos años se construirán centros de datos de inteligencia artificial por valor de un billón de dólares. Este crecimiento está sustentado por lo que se denomina ‘ley de escalamiento’ de la inteligencia artificial, que parte de la idea de que los modelos de IA se vuelven más inteligentes a medida que se les suministran más datos y recursos informáticos. Y para que eso suceda, se necesita más y más inversión.

Una enorme concentración

Para hacerse una idea del avance de la IA, sólo hay que tener en cuenta que en el primer trimestre de 2023, hace apenas dos años, la participación de la inteligencia artificial en la inversión global era justamente la mitad. No menos significativo es el hecho de que la inversión se dirija cada vez a menos empresas, lo que produce una elevada concentración del poder en una tecnología puntera, en la medida en que, con esos recursos, su posición de dominio del mercado es sensiblemente mayor. En definitiva, una especie de círculo virtuoso.

La ventaja de la IA, respecto de otras tecnologías, es su versatilidad para aplicarla en casi todos los sectores y actividades. Se está usando, por ejemplo, en áreas como las finanzas, el comercio electrónico o el marketing. La IA, por ejemplo, permite disponer de una herramienta de análisis autónoma que se puede aplicar a la inversión en cualquier clase de activo financiero.

Foto: Logo de BlackRock a la entrada de su sede. (Reuters/Brendan McDermid)

Lo mismo sucede en cuanto a la naturaleza de los inversores. El estudio de FDi Intelligence muestra que las megaoperaciones por valor de más de 1.000 millones de dólares son el principal impulsor de esta tendencia. Ahora bien, no todo es capital riesgo. Muchas de las inversiones las realizan empresas que ya tienen una sólida posición de mercado como Amazon, Microsoft y Google. Tan solo Nvidia, líder en semiconductores, ha aumentado su financiación en 1.000 millones de dólares en 50 rondas de empresas emergentes.

El destino de la gran mayoría de las inversiones, como es sabido, es EEUU, lo que refleja un cierto comportamiento de rebaño, según sostienen los analistas de FDi, ya que ningún fondo quiere quedarse al margen de la carrera. Las rondas de financiación son escalofriantes. La startup Anthropic, con sede en Silicon Valley, Cohere, con sede en Toronto, y la startup de inteligencia artificial generativa Mistral, radicada en París, están a la cabeza a la hora de captar fondos. OpenAI, la empresa que está detrás del chat GPT, recaudó 6.600 millones de dólares tan solo el pasado mes de octubre, con una valoración de 157.000 millones de dólares. Las necesidades de financiación se explican en parte por la rivalidad entre las empresas de Silicon Valley.

Estas cifras contrastan con la inversión pública y privada en países como España. El Gobierno central anunció en diciembre del año pasado una inversión de 61,8 millones de euros para la creación de una primera fábrica de IA para el conjunto del país. La instalación estará ubicada en Barcelona, donde se encuentra MareNostrum, el supercomputador más potente de España. MareNostrum forma parte de una iniciativa europea que contempla el desarrollo de siete fábricas de IA en todo el continente. EUROHPC JU, la institución que canaliza la iniciativa de las IA Factories, aportará otros 98 millones de euros. Cantidades que se sitúan, en todo caso, a años luz de las que se manejan en EEUU.

Hasta que se produzca un mayor equilibrio, la inferioridad de Europa es manifiesta. Tan solo EEUU concentra un tercio de los contratos y el 60% del valor de la inversión de capital riesgo. Europa tuvo la siguiente mayor concentración en el planeta, con aproximadamente una cuarta parte de las rondas de financiación de capital riesgo destinadas a empresas emergentes de IA.

La sacudida que ha provocado en las bolsas la irrupción de DeepSeek, la startup china, no tiene parangón, y la razón tiene que ver con lo que está en juego. Al margen de los avances tecnológicos que incorpora la nueva aplicación de inteligencia artificial y del ahorro de costes que supone para generarla, lo que se ventila es el retorno del capital invertido por el capital riesgo. No en vano, la inteligencia artificial (IA) ya representa algo más de la mitad de lo que invierten los fondos de capital riesgo en el mundo. En concreto, el 50,8%. O lo que es lo mismo, 131.500 millones de dólares.

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