La montaña de deuda de EEUU alcanza récord y con Trump seguirá creciendo
Hay que volver la vista atrás a 1946 para encontrar un nivel de endeudamiento como el que tiene hoy EEUU. El origen está en un déficit fiscal que se ha vuelto crónico. La nueva Administración, sin embargo, seguirá con políticas expansivas
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Tiembla el mundo de las finanzas. La llegada de Trump amenaza con inundar los mercados de deuda pública. En 2028, el endeudamiento global rondará los 130 billones de dólares, lo que representa un aumento del 37% respecto de los niveles de 2024, lo que da idea de su velocidad de crecimiento. La causa principal tiene que ver con las políticas presupuestarias expansivas anunciadas por el presidente de EEUU. En particular, debido a su apuesta por las infraestructuras necesarias para impulsar la inteligencia artificial: medio billón de dólares en los próximos cuatro años.
Pero también a causa de los gastos ya comprometidos, y obligatorios, en materia de Seguridad Social (Medicare), que representan la quinta parte del presupuesto total de la Administración de EEUU. Como consecuencia de ello, el déficit promedio en los próximos cuatro años será equivalente al 5,5% del PIB debido a que los ingresos previstos por aranceles (tarifas a las empresas para financiar la rebaja de impuestos prometida) no será suficiente para equilibrar el presupuesto. De hecho, ese desequilibrio podría empeorar si se materializan los recortes de impuestos comprometidos por Trump durante la campaña.
Ni siquiera el recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental, encargado por Trump a Elon Musk, podrá contener el volumen de deuda. EEUU será responsable del 20% de lo que aumentará la deuda mundial hasta 2028. Es decir, uno de cada cinco euros. La deuda estadounidense, en concreto, pasará del 98% del PIB al 105%, ya apenas un punto porcentual por debajo del nivel alcanzado en 1946, considerado el máximo de la serie histórica. Si no se revierte esta tendencia, la Oficina Presupuestaria del Congreso ha estimado que la deuda llegue hasta el 122,4 en 2032, dentro de tan solo siete años.
Hay que recordar que aquel año EEUU tenía que hacer frente a los costes de la guerra y a la financiación de Europa a través del Plan Marshall. Hoy, la deuda alcanza los 35 billones de dólares, alrededor de 23 veces el PIB de España. O expresado de otra forma, 10 veces más que a comienzos de los años 80, cuando comenzó la revolución conservadora de Ronald Reagan, el proceso de liberalizaciones y la globalización.
El servicio de la deuda
Esto, al menos, es lo que estiman los analistas de IIF (Instituto de Finanzas Internacionales, por sus siglas en inglés), que es una especie de patronal bancaria mundial. En su análisis, también culpan al aumento de los gastos en intereses para cumplir el servicio de la deuda de las dificultades que tendrá la nueva Administración para reconducir el gasto público. Según sus analistas, “parece poco probable que se produzca un cambio significativo en la trayectoria de la deuda pública”. El tipo de interés de la Reserva Federal se sitúa hoy en el 4,3% y la anunciada subida de los aranceles obligará al banco central a ser más prudente a la hora de rebajar tipos. El rendimiento de los bonos a 10 años está en el 4,6%, casi dos puntos más que la inflación.
Por el contrario, estiman, la carga del servicio de la deuda podría volverse más pronunciada en el corto plazo debido a los recortes de impuestos previstos y a las normas de inmigración más estrictas en los EEUU, que aumentarán el gasto público por el despliegue de medios humanos y tecnológicos para reprimir la inmigración irregular. Trump, hay que recordar, ya ha firmado una orden ejecutiva para declarar el estado de emergencia nacional y sellar la fronteras con México. Para IIF, esto conducirá a mayores déficits fiscales y, por consiguiente, a incrementos del nivel de deuda pública, al tiempo que podría exacerbar las presiones inflacionistas y aumentar los costos de endeudamiento en el marco de una política monetaria más restrictiva de la Reserva Federal.
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En este escenario, no es descartable una reacción social y política, sostiene el informe, lo que podría hacer más difícil el control del desequilibrio presupuestario. Se pone como ejemplo lo que sucedió en Reino Unido en 2022, cuando la exprimera ministra Liz Truss anunció un recorte de impuestos que no estaba avalado por la situación presupuestaria del país por no ser sostenible, lo que desencadenó una fuerte oposición tanto de los mercados como de la opinión pública británica. También se pone como ejemplo lo que sucedió más recientemente en Francia con la reforma de las pensiones.
Hay consenso entre los analistas en que el problema de fondo de la economía de EEUU desde un punto de vista presupuestario es que el nivel de gastos no se corresponde con los ingresos. Para dentro de dos legislaturas, por ejemplo, la Oficina del Congreso espera que los ingresos fiscales federales alcancen el 18% del PIB anual, apenas 70 puntos básicos por encima de su promedio de los últimos 50 años. Se espera, sin embargo, que el gasto vaya a representar el 24,9% del PIB, es decir, cuatro puntos porcentuales de su promedio histórico.
Paradójicamente, la reducción del déficit, que es el origen de la deuda, pasó de puntillas en el debate electoral entre Trump y Kamala Harris porque a ninguno de los dos candidatos les convenía anunciar una política menos expansiva. Ninguno de los, de hecho, reconocieron que el país tenía un problema de deuda pese a haber alcanzado unos niveles históricamente elevados. Pero el contador de la deuda, sin embargo, siguió corriendo.
Tiembla el mundo de las finanzas. La llegada de Trump amenaza con inundar los mercados de deuda pública. En 2028, el endeudamiento global rondará los 130 billones de dólares, lo que representa un aumento del 37% respecto de los niveles de 2024, lo que da idea de su velocidad de crecimiento. La causa principal tiene que ver con las políticas presupuestarias expansivas anunciadas por el presidente de EEUU. En particular, debido a su apuesta por las infraestructuras necesarias para impulsar la inteligencia artificial: medio billón de dólares en los próximos cuatro años.