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McKinsey saca los colores a las grandes empresas europeas por despreciar la innovación
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INFORME DAVOS

McKinsey saca los colores a las grandes empresas europeas por despreciar la innovación

El mundo progresa tecnológicamente, principalmente EEUU y China, pero Europa se queda atrás por culpa de la escasa inversión empresarial. Lo afirma la consultora McKinsey en un informe que presentará en Davos

Foto: Imagen de archivo del logo de McKinsey. (Reuters/Benoit Tessier)
Imagen de archivo del logo de McKinsey. (Reuters/Benoit Tessier)
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Un dato lo dice todo. O casi todo. Entre 2015 y 2022 las grandes corporaciones europeas han invertido cada año en tecnología 700.000 millones de euros menos que las de EEUU. O lo que es lo mismo, eso significa unos 3.000 euros menos per cápita por ejercicio. ¿La consecuencia? El rendimiento por el capital invertido de la gran empresa europea se sitúa cuatro puntos por debajo del que obtuvieron las empresas estadounidenses. Por si esto fuera poco, Europa solo compite con EEUU y China en cuatro de las catorce tecnologías consideradas críticas para la economía global.

Los datos proceden de un informe que esta misma semana presentará la consultora McKinsey en el marco de la reunión anual de Davos (Suiza), y lo que refleja es una verdadera tragedia sobre el futuro que espera al continente si no es capaz de revertir la situación. En particular, por su escasa apuesta por la tecnología. Nada menos que dos tercios de la brecha tiene que ver, precisamente, con la inversión tecnológica.

Europa, de hecho, se desangra respecto de sus competidores, lo que explica su creciente dependencia de EEUU y China. "Estas brechas", sostienen los autores del informe, "crean dependencias estratégicas" para Europa y amenazan con dejar entre dos y cuatro billones de riqueza por año hasta 2040 debido a que el PIB no crece lo que debería. Esta cantidad, recuerda, excede la financiación anual que necesita el continente para luchar contra el cambio climático a través de emisiones cero, defensa y asistencia sanitaria.

El informe está en línea con los que presentaron​ Mario Draghi y Enrico Letta, pero introduce algunas novedades en la medida que centra el estudio en la escasa capacidad innovadora de las grandes corporaciones europeas, agravado por la existencia de mercados muy fragmentados. Así, por ejemplo, el entorno regulatorio actual limita la consolidación entre los operadores de telecomunicaciones y desincentiva la finalización del Mercado Único Digital, como lo demuestra el hecho de que la UE tiene 34 operadores de redes móviles frente a tres en los EEUU y cuatro en China. ¿El resultado? La falta de armonización restringe las concentraciones para aprovechar mejor las economías de escala, y de ahí que se plantee avanzar en la introducción de entidades regulatorias transfronterizas para gestionar el sector de servicios de conectividad avanzada.

Signos de fragmentación

McKinsey reconoce que las regulaciones para la naciente tecnología cuántica aún están evolucionando, pero el mercado ya muestra signos de fragmentación. De ahí que se proponga armonizar los marcos nacionales de sandbox cuántico (un instrumento para probar el funcionamiento de las innovaciones) mediante un conjunto común de reglas para todos los Estados miembros, lo que podría permitir la experimentación y el desarrollo de aplicaciones por parte de empresas emergentes europeas.

Lo que sugiere es impulsar el espíritu emprendedor, priorizando algunas áreas para impulsar la innovación y la inversión. De lo contrario, asegura, Europa seguirá perdiendo cuota de mercado frente a EEUU y China. Se propone, en concreto, superar la fragmentación mediante la creación de economías de escala, simplificar y acelerar el entorno regulatorio y de permisos, aumentar el capital y la inversión en innovación, impulsar la comercialización, fortalecer la investigación y el talento y, por último, cultivar ecosistemas y liderazgos globales.

Foto: José María Gamir (Santander).

Se espera que para 2040 el tamaño del mercado sujeto a competencia superará los 30 billones de dólares, pero Europa solo tendrá una cuota de mercado del 9%. Mckinsey pone como ejemplo su presencia en la inteligencia artificial (IA), que no supera el 5% de la inversión total. Es más, las grandes corporaciones gastaron en esta tecnología el año pasado unos 25.000 millones de dólares, cifra que contrasta con los 150.000 millones que invirtieron las mayores empresas estadounidenses. Lo paradójico es que no es un problema de falta de recursos. Como recuerda el informe, ya analizado en el informe Letta, la Unión Europea exportó al mundo, principalmente a EEUU, 450.000 millones de euros en ahorros en 2024 que bien podrían quedar en el viejo continente si se tomaran las decisiones correctas.

Catorce áreas prioritarias

El informe de McKinsey identifica 14 áreas en las que Europa está especialmente retrasada a partir de tres índices: número de publicaciones en las revistas científicas, patentes y conversaciones con expertos. Así, por ejemplo, Europa está muy atrasada en tecnologías cuánticas, tecnologías relacionadas con el cambio climático, bioingeniería, conectividad avanzada, robótica, semiconductores, tecnologías espaciales, movilidad, electrificación, inteligencia artificial o ciberseguridad.

Lo que plantea McKinsey para superar los diferenciales es la creación de una empresa conjunta cofinanciada por las grandes corporaciones, con el apoyo de los reguladores, para construir las infraestructuras necesarias de recopilación de datos para nuevos modelos de negocio que impulsen la productividad, tanto en el sector público como en el privado.

Se propone, en concreto, instalar sensores inteligentes en todas las principales áreas urbanas europeas que recopilen datos sobre el movimiento urbano para predecir y limitar incidentes (estado de las carreteras, accidentes, retrasos en el transporte público, etc.), o datos relacionados con la gestión de los sistemas de agua. Una plataforma de este tipo podría aprovecharse para una serie de nuevos modelos de negocio e impulsar la productividad mediante el ahorro de costes.

Respecto de la inteligencia artificial, se sugiere aprovechar las fortalezas industriales de la región para crear centros de alto rendimiento en áreas como la industria farmacéutica, el sistema financiero o la energía. Y en este sentido, se pone como ejemplo el programa Airbus A300, donde colaboradores de todo el continente identificaron una necesidad emergente del mercado y construyeron aviones innovadores a gran escala. En finanzas, por ejemplo, las empresas del sector privado podrían colaborar para crear análisis avanzados listos para el mercado basados ​​en innovaciones de IA en modelos predictivos, procesadores, herramientas de automatización y toma de decisiones.

Europa debe poner más énfasis en el diseño de semiconductores aprovechando sus fortalezas en áreas como los CPU

Por su parte, el sector público podría impulsar estos esfuerzos de IA asignando acceso a la infraestructura informática pública, armonizando los marcos regulatorios o creando entornos regulatorios seguros para que los miembros del consorcio puedan probar y desarrollar innovaciones fácilmente.

La participación del sector público, para McKinsey, es clave, pero se necesita una reasignación de ciertos gastos por parte de los gobiernos para que adquieran tecnología a gran escala en la idea de crear nuevos mercados que posteriormente serían una fuente de ingresos. Por ejemplo, sugiere, el sector público podría redirigir una parte del gasto sanitario anual europeo para convertirse en el primer cliente a gran escala de vías de diagnóstico y tratamiento basadas en IA. En materia de defensa, los gobiernos podrían adquirir canales de comunicación seguros basados ​​en tecnología cuántica que aún deben desarrollarse.

Europa, por último, debe poner más énfasis en el diseño de semiconductores, sostiene el informe, aprovechando sus fortalezas en áreas como la propiedad intelectual de CPU (Unidad Central de Procesamiento, según sus siglas en inglés). De esta manera, se podrían construir y ampliar centros de excelencia para el diseño de semiconductores de vanguardia, por ejemplo, para chips de IA destinados a la industria y la automoción. Es por eso por lo que se propone crear grupos de talento altamente cualificados que puedan dar un salto en la innovación de chips de próxima generación, especialmente en computación cuántica y neuromórfica, crucial para el procesamiento en tiempo real en robótica o la inteligencia artificial. "Con algunos de los mejores institutos de investigación aplicada del mundo, Europa está bien posicionada para impulsar estos avances", asegura.

Un dato lo dice todo. O casi todo. Entre 2015 y 2022 las grandes corporaciones europeas han invertido cada año en tecnología 700.000 millones de euros menos que las de EEUU. O lo que es lo mismo, eso significa unos 3.000 euros menos per cápita por ejercicio. ¿La consecuencia? El rendimiento por el capital invertido de la gran empresa europea se sitúa cuatro puntos por debajo del que obtuvieron las empresas estadounidenses. Por si esto fuera poco, Europa solo compite con EEUU y China en cuatro de las catorce tecnologías consideradas críticas para la economía global.

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