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El síndrome del príncipe Carlos llega a la empresa: "Cuando heredas, no tienes energía"
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VIVIENDO COMO PRÍNCIPE ETERNO

El síndrome del príncipe Carlos llega a la empresa: "Cuando heredas, no tienes energía"

A medida que vivimos más y en mejores condiciones, la transferencia patrimonial de padres a hijos se alarga. A veces, la espera es excesiva, como le ocurrió a Pepe Alba

Foto: Pepe Alba, farmacéutico y ejemplo del síndrome del príncipe Carlos. (Foto cedida)
Pepe Alba, farmacéutico y ejemplo del síndrome del príncipe Carlos. (Foto cedida)
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El rey Carlos III supo desde su infancia que heredaría el trono de Inglaterra, pero no fue hasta los 73 años, más de medio siglo después, cuando logró sentarse en él. Se había convertido tiempo atrás en el heredero a la Corona y el príncipe de Gales con más años de servicio. El caso del príncipe (ahora rey) Carlos es una metáfora perfecta de lo que está ocurriendo a gran parte de la sociedad española. Saben que heredarán tarde o temprano, siempre y cuando sobrevivan a sus progenitores, pero no saben cuándo.

Es una situación cada vez más común en el mundo de la empresa familiar. No fue a los 73, sino a los 37, cuando José Enrique (Pepe) Alba Palomo, farmacéutico y director de Pharmanagement Business School, finalmente logró liderar el negocio familiar. Pero él mismo ha pasado toda su vida refiriéndose a sí mismo como una víctima del síndrome del Príncipe Carlos, como lamentaba en LinkedIn el año pasado. La bendición de saber que vas a heredar, pero la maldición de no saber cuándo llegará ese momento.

"Soy farmacéutico y mis padres y gran parte de mi familia lo son", explica a El Confidencial. Alba se crio en la rebotica de la farmacia familiar en Málaga, por lo que cuando le tocó elegir carrera, aunque podía haber accedido a cualquiera, decidió apostar por lo seguro y estudiar Farmacia. Una apuesta que en algún momento le pareció equivocada, a medida que el tiempo pasaba y nunca llegaba a la tierra prometida. Estuvo a punto de hacer algo a lo que el príncipe Carlos no se habría atrevido: dejarlo y que se quedase con el trono otro.

"El problema es que cuando te incorporas a trabajar, todos los méritos desaparecen, por muy buenas notas que sacase y por buen currículo que tuviera", recuerda. "Al incorporarme a la empresa de mi padre, no encontraba mi sitio porque ni era el jefe ni un empleado más, ni como cualquier otro compañero". Como el príncipe Carlos, que fue príncipe de Gales desde 1958 hasta 2023. Un eterno heredero cuyo momento nunca llegaba.

"No encontraba mi sitio porque ni era el jefe ni como cualquier otro compañero!

Las cuentas no le terminaban de salir al veinteañero Alba. Cuando terminó la carrera a los 22, su padre rondaba la cincuentena, por lo que le quedaba mucho camino por delante. Pasó quince años compartiendo mostrador con él. "Durante ese tiempo fue disminuyendo poco a poco mi motivación", explica. "Al final, los años van pasando y siempre te mantienes en segundo plano". Aunque sus compañeros no tuviesen la seguridad de heredar la empresa, sí disfrutaban de otras salidas profesionales que él descartaba de inicio. "Fue un parón", recuerda. "Sientes que estás toda la vida chupando rueda".

Largas vidas, energías finitas

La paradoja a la que tiene que enfrentarse el heredero español es que, por un lado, vivimos mucho más tiempo y en mejores condiciones, por lo que es más habitual que los profesionales (y empresarios) tiendan a alargar sus carreras si se ven con fuerzas de hacerlo. No hace falta remontarse al siglo pasado: en 2015 la proyección de esperanza de vida a los 65 años para hombres y mujeres era de 18,8 y 22,7 respectivamente. En apenas un lustro había aumentado a 19,7 y 23,8. Un heredero español en los sesenta sabía que tenía muchas más papeletas de heredar pronto el negocio familiar que otro en 2024.

placeholder Carlos III en su discurso navideño. (Buckingham Palace)
Carlos III en su discurso navideño. (Buckingham Palace)

Eso provoca, como está ocurriéndole al príncipe Carlos, cuyos problemas de salud están marcando su reinado, que para cuando el negocio familiar llega a sus manos ya no tengan la misma energía que al principio. Muchos pueden llegar a heredarlo pasados los cincuenta. "En nuestra profesión, como eres empresario, no hay obligación de jubilarse, así que muchos se quedan en el cargo hasta que se mueren", recuerda Alba. "Te puedes quedar toda la vida con tu padre de jefe y que cuando heredes ya no te quede energía".

El farmacéutico tiene muchos compañeros que le han confesado que lo más probable es que vendan el negocio familiar cuando fallezcan sus padres porque ya no tienen ganas de continuar con el negocio familiar. Incluso de otras profesiones, como arquitectos, médicos o abogados. Es relativamente habitual que algunos de los negocios familiares de mayor solera terminen cerrando porque los herederos se desentienden o porque ya no se ven con fuerzas de afrontar la crisis del pequeño comercio, por lo que prefieren invertir su herencia en otros negocios que les den menos quebraderos de cabeza, como el inmobiliario.

"Me da casi más pena el que no ha dado el paso, que se ha quemado, pero no se ha atrevido a cambiar", reflexiona Alba. "Al final vivimos solo una vida y el ámbito profesional es muy importante: pasas muchas horas trabajando y yo he visto a compañeros que no tienen esa ilusión en el trabajo". Otra de las consecuencias del síndrome del príncipe Carlos es el desgaste que también sufren aquellos que, como víctimas de la generación tapón, sienten que su momento (de la estabilidad, del ascenso, del reconocimiento) nunca llega.

"Te puedes quedar toda la vida con tu padre de jefe y que cuando heredes ya no te quede energía"

No es el caso de Alba, que siempre tuvo claro su destino, aunque más de una y dos veces se preguntase si estaba haciendo lo correcto. A punto de cumplir los 30, se planteó marcharse a Inglaterra. En ese momento, no obstante, una reunión decisiva con su padre terminó de decantar su decisión, a cambio de una mayor responsabilidad y un pequeño plan sucesorio. El argumento que esgrimió su progenitor fue el que tantas familias han utilizado para recordar a sus descendientes la importancia de la empresa familiar: "Me recordaron que era algo que habían hecho para nosotros y que si me iba en ese momento todo su trabajo valdría bien poco".

El farmacéutico está muy agradecido a su padre por todo lo que le ha dado, aunque en alguna ocasión la convivencia no fuese fácil. Otro de los factores negativos de este síndrome del príncipe Carlos: la coexistencia generacional no es sencilla. "Los jóvenes llegan con muchas ganas e ideas y frescura, pero poca experiencia, así que a lo mejor entré como un elefante en una cacharrería, queriendo cambiar muchas cosas", recuerda. "Él tenía otra experiencia de hacer cambios poco a poco y eso provocaba cierta frustración".

Un plan de sucesión

La espera siempre es la parte más difícil, por lo que Alba cree que la clave se encuentra en saber cómo gestionarlo, incluso a través de profesionales que administren desde el exterior el difícil (y eterno) traspaso de papeles y roles. El farmacéutico tiene claro que preparar un plan de sucesión más detallado le habría hecho la vida más fácil tanto a él como a su progenitor.

placeholder Una heredera temprana con un retoño tardío. (EFE/Facundo Arrizabalaga)
Una heredera temprana con un retoño tardío. (EFE/Facundo Arrizabalaga)

Entre los consejos que da a otras posibles víctimas del síndrome del Príncipe Carlos, se encuentran: desarrollar parte de tu carrera profesional fuera de la empresa familiar, algo que él mismo habría hecho si volviese a empezar de nuevo; establecer límites claros entre el trabajo y la familia; aprender a ser un empleado más; comunicar tus expectativas a tu padre u otro miembro de la familia; y buscar un mentor fuera. "Quizá alguien que haya pasado por una situación parecida, que esté fuera de la familia y que pueda orientarte", añade.

Desde el punto de vista del padre, Alba aconseja establecer reglas a la hora de separar trabajo y familia; reconocer la aportación de tus hijos ("una de las cosas que más me frustraba era que todo el mundo me dijese que era el hijo del dueño cuando hacía algo bien"); fomentar que haya intercambios de pareceres abiertos y honestos; tratar a todos los empleados por igual; y preparar un plan de sucesión con tiempo. Algo que ya no nos lleva a terreno The Crown, sino a Succession, porque el síndrome del príncipe Carlos se agrava en el caso de que haya varios herederos para repartirse la empresa, pero también las cargas asociadas que nunca son simétricas. No todo el mundo invierte su tiempo y esfuerzo por igual en ella, ni recibe una recompensa en la misma medida.

¿Qué opina ahora Alba cuando ve a Carlos III de Inglaterra, enfermo y envejecido, subido por primera vez al trono? "A mí me da pena, aunque todo el mundo lo vea como un privilegiado y como un niño de papá", concluye. "Creo que no ha tenido una realización como rey, y que cuando ya le ha llegado, lo ha hecho muy mayor". Cada vez habrá más príncipes Carlos en España, pero, a cambio, quizá también más Isabeles II.

El rey Carlos III supo desde su infancia que heredaría el trono de Inglaterra, pero no fue hasta los 73 años, más de medio siglo después, cuando logró sentarse en él. Se había convertido tiempo atrás en el heredero a la Corona y el príncipe de Gales con más años de servicio. El caso del príncipe (ahora rey) Carlos es una metáfora perfecta de lo que está ocurriendo a gran parte de la sociedad española. Saben que heredarán tarde o temprano, siempre y cuando sobrevivan a sus progenitores, pero no saben cuándo.

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