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¿Por qué España no logra bajar el paro? El gran obstáculo del envejecimiento
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El desempleo estructural

¿Por qué España no logra bajar el paro? El gran obstáculo del envejecimiento

Las probabilidades que tiene un parado de encontrar un empleo son el doble si es joven que si es sénior. El paro estructural no se soluciona con la creación de empleo

Foto: Imagen de una oficina de empleo en Bilbao. (EFE/Luis Tejido)
Imagen de una oficina de empleo en Bilbao. (EFE/Luis Tejido)
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El pleno empleo es uno de los grandes objetivos que tiene España para dejar de ser la excepción europea con una tasa de paro superior al 11%. El Gobierno es optimista, pero no ha tenido en cuenta un gran obstáculo difícil de superar: el envejecimiento de la población activa. El desempleo estructural es especialmente grave entre los mayores de 55 años, por lo que la ampliación de esta franja de edad es un gran freno a la reducción del paro.

Por primera vez desde que existen registros, un tercio de los parados de larga duración tiene más de 55 años. En concreto, representan el 35% de los desempleados que acumulan dos años o más sin trabajar. El paro de larga duración se está reduciendo en todos los grupos de edad, salvo en el de los sénior.

A partir de los 55 años, la rotación laboral se convierte en una trampa difícil de escapar. Un trabajador que pierde su empleo en esas edades tiene muchas más dificultades para reengancharse al mercado laboral. Exactamente, tiene menos de la mitad de probabilidades de conseguir un empleo que un trabajador joven.

Según los datos de la EPA, el 33% de los jóvenes parados encontró un empleo en el tercer trimestre del año. Por el contrario, este porcentaje cae hasta el 15,5% en el caso de los sénior de entre 55 y 64 años. El flujo desde el paro hacia el empleo en los jóvenes es muy habitual, pero entre los mayores es escaso. El 60% de los sénior que estaban parados en el segundo trimestre del año seguían sin cambios en el tercer trimestre. Y casi el 26% tiraron la toalla y dejaron de buscar un trabajo (muchos de ellos, acogiéndose a jubilaciones anticipadas).

Estas diferencias de empleo responden a muchos factores. El más evidente es la exigencia física: muchos de los sectores que más empleo están generando requieren estar en forma: desde la hostelería hasta el comercio o la construcción. Pero también hay frenos económicos: los trabajadores veteranos aspiran a salarios más altos y son reticentes a cambiar de sector (en buena medida porque también exige una nueva cualificación). Además, existen desincentivos legales, como el subsidio por desempleo especial para mayores de 52 años, que atrapa a muchos veteranos en el paro, o el 25% extra de cotización que paga a la Seguridad Social.

El resultado es un desempleo de larga duración difícil de combatir. Ya lo apuntaba el Banco de España en su informe trimestral de septiembre: "Es destacable el estancamiento que se ha observado desde hace un año en el stock de parados de larga duración en el entorno de 1,1 millones de personas y con una incidencia que exhibe cierta resistencia a caer por debajo del 40%".

Según los datos de la EPA, hay más de 300.000 parados de más de 55 años que no han podido trabajar en el último año. Y más de 220.000 que no han podido hacerlo en los dos últimos años. Una cifra muy elevada teniendo en cuenta que en este periodo se han creado más de un millón de empleos y muchas empresas han sufrido serios problemas de mano de obra. Y lo siguen haciendo.

El Banco de España concluía que "una buena parte del stock de desempleados existente es de carácter estructural, lo que dificultaría su reducción mediante avances de la actividad de naturaleza cíclica". Son necesarias medidas orientadas específicamente a estos colectivos para que vuelvan a reintegrarse en el mercado laboral.

El grupo de edad de mayores de 65 años es el mayoritario y no se ha reducido un ápice desde antes de la pandemia, algo que no ocurre en otras franjas de edad. Por ejemplo, el paro juvenil de larga duración se sigue reduciendo rápidamente. En los peores momentos de la crisis financiera se alcanzó la cifra de casi 600.000 jóvenes de 25 a 34 años con dos años o más en el paro; durante el pasado verano, esta cifra cayó por debajo de los 100.000.

Ahora son los veteranos quienes sufren el paro de larga duración y, en su caso, es aún más difícil de solucionar. En el caso de los jóvenes, es posible reenfocar sus carreras hacia sectores con más futuro, pero con los trabajadores veteranos, las dificultades se acumulan. Esto es lo que hace pensar al Banco de España que la reducción de la tasa de paro será lenta y que el pleno empleo no se alcanzará por mucho que se creen nuevos puestos de trabajo.

"Esto podría sugerir que una buena parte del stock de desempleados existente es de carácter estructural, lo que dificultaría su reducción mediante avances de la actividad de naturaleza cíclica", señala la entidad. Según sus últimas previsiones, no caerá por debajo del 10% hasta el año 2027, siempre teniendo en cuenta que no se produzca una nueva crisis.

En los próximos años aún se ensanchará más la franja de edad entre 55 y 64 años. En la próxima década entrarán casi 8 millones de personas, llegando así la generación más numerosa a los años críticos del paro. Mantener esta mano de obra sénior activa será fundamental para mantener el crecimiento económico y, sobre todo, para sostener las pensiones a medida que comienza a jubilarse la generación del baby boom.

El pleno empleo es uno de los grandes objetivos que tiene España para dejar de ser la excepción europea con una tasa de paro superior al 11%. El Gobierno es optimista, pero no ha tenido en cuenta un gran obstáculo difícil de superar: el envejecimiento de la población activa. El desempleo estructural es especialmente grave entre los mayores de 55 años, por lo que la ampliación de esta franja de edad es un gran freno a la reducción del paro.

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