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Las empresas gastan un tercio más en pagar los salarios que en 2019
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Más gasto, pero un reparto diferente

Las empresas gastan un tercio más en pagar los salarios que en 2019

La masa salarial privada ha crecido tanto como la del sector público. Se ha producido una redistribución de beneficios hacia los sueldos, pero también entre los trabajadores que ya estaban contratados y los nuevos asalariados

Foto: Las contrataciones aumentan la masa salarial. (EFE/Ismael Herrero)
Las contrataciones aumentan la masa salarial. (EFE/Ismael Herrero)
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España ha vivido unos años dorados de creación de empleo. A pesar del alto paro que todavía subsiste, desde 2019 se han incorporado dos millones de ocupados, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). Este crecimiento de la actividad ha coincidido con una fase de alta inflación que ha forzado una cierta subida de las retribuciones. El salario medio ha subido menos que la inflación (un 18%, frente al 19% del IPC), pero si se suma la creación de empleo, el gasto total que hacen las empresas ha aumentado un 33%. Esto es, un incremento del gasto real cercano al 14%.

En el verano de 2024, las empresas pagaron 134.000 millones de euros en salarios, un 33% más que en el mismo periodo de 2019. Son 33.000 millones de euros más en salarios por trimestre, cerca de 120.000 millones más en un año completo.

Este aumento está en la base del buen desempeño de la economía española en los últimos tres años. Las contrataciones internas han permitido mantener un elevado dinamismo a pesar de las dificultades del contexto internacional. Si España es el ejemplo a seguir de Europa, lo es gracias al tirón de sus empresas.

Existe una cierta tendencia a pensar que la masa salarial ha crecido mucho más en el sector público que en el privado, pero no es así. El crecimiento es el mismo (del 33%). Es cierto que durante el año 2020 y 2021 las administraciones públicas contrataron a muchos trabajadores para reforzar sus servicios, en especial la sanidad y la educación. En esos momentos, el empleo público sostuvo la actividad y ese recuerdo ha quedado grabado en el imaginario colectivo.

Sin embargo, en los dos últimos años han sido las empresas las que han tirado del empleo, con la incorporación de un millón de asalariados. Por el contrario, las Administraciones Públicas se han quedado planas, y las contrataciones que han hecho ha sido para sustituir a trabajadores temporales (estabilización del empleo), o para cubrir jubilaciones (reemplazo generacional).

De esta forma, la creación de empleo total desde el máximo previo a la pandemia ha sido superior en el sector privado: las empresas han incrementado un 11,5% sus plantillas, frente al 9,7% del sector público. Sin embargo, los salarios públicos han subido un poco más, un 20,6%, frente al 18% en el sector privado.

La variación presenta una amplia heterogeneidad por sectores. La mayor subida se registra en el sector inmobiliario, un incremento que refleja el boom de precios de la vivienda. El salario medio se ha disparado casi un 30% desde 2019. Las empresas de actividades de comunicación e información, que incluye a todos los trabajadores de las TIC (desarrolladores, programadores, trabajadores de la IA,…) han subido un 21% sus retribuciones.

Por el contrario, el sector de la energía apenas ha incrementado sus salarios un 6%, si bien es cierto que son las empresas que más pagan: algo más de 4.500 euros al mes. Los sectores con los salarios más bajos también han tenido que incrementar intensamente sus salarios. El sueldo medio de la hostelería y del comercio ha subido un 18%, y el del transporte, un 14%. En estos casos, la subida del SMI también ha empujado la mejora de las retribuciones.

¿Cómo afecta la inflación?

Aunque pueda parecer contradictorio, la inflación ha ayudado a la creación de empleo. Las empresas han subido sus precios por encima de los costes laborales, lo que significa una devaluación del factor trabajo. Al abaratarse la mano de obra, ha ganado atractivo. En cierto modo, han sido los trabajadores ya contratados quienes han financiado las nuevas incorporaciones al asumir un recorte de sus salarios reales.

Sin embargo, en los últimos meses está ocurriendo lo contrario: los salarios empiezan a ganar poder de compra, subiendo por encima de la inflación. Se produce así un encarecimiento del factor trabajo que se está compensando, por el momento, con un incremento de la productividad. Es posible que las ganancias de poder adquisitivo frenen las contrataciones a futuro.

Foto: Imagen de un escaparate en Madrid. (Europa Press)

De hecho, en los últimos trimestres se ha frenado ligeramente el ritmo de contrataciones en el sector privado. En 2023 se incorporaron 560.000 asalariados privados y en los últimos 12 meses (hasta el verano de 2024), el ritmo ha bajado hasta 390.000.

Aun así, el ritmo del empleo sigue siendo elevado en comparación con la media histórica. Es más del doble que la media de los últimos 20 años, que es de 143.000 asalariados privados más al año. Las empresas están sacrificando margen de beneficio para soportar las subidas salariales y la creación de empleo. Su previsión de que el volumen de negocio va a seguir aumentando (como muestran las encuestas de confianza, como los PMI), explican que las empresas estén haciendo un esfuerzo por reforzar sus plantillas.

En un mundo en el que la moda es la sustitución de trabajadores por algoritmos y máquinas, los trabajadores se llevan el 62% del valor añadido que generan las empresas no financieras. Esto es cuatro puntos más que antes de la pandemia, lo que indica una redistribución de la renta nacional hacia los salarios gracias al boom del empleo.

Se trata de una participación de los trabajadores en la producción generada que no se veía desde los años de la burbuja inmobiliaria (con la excepción de los meses del confinamiento del covid). Aún es pronto para saber si este crecimiento de la masa salarial es estructural, pero hay un argumento para creerlo: la reducción del paro.

España se aproxima a niveles históricamente bajos de desempleo (acercándose al 10%), lo que ha provocado un aumento de las vacantes. Las empresas están sufriendo tensiones de mano de obra, algo que no había ocurrido en los últimos 15 años. Es posible que este tensionamiento del mercado de trabajo sea la causa por la cual las empresas hayan aumentado la participación de los salarios en los beneficios de la producción.

Además, ha comenzado ya la jubilación de la generación del baby boom, que disparará la salida de mano de obra en un futuro inmediato. Es comprensible que este desfase entre oferta y demanda esté en el origen del crecimiento de la masa salarial privada. Y es sólo el inicio.

España ha vivido unos años dorados de creación de empleo. A pesar del alto paro que todavía subsiste, desde 2019 se han incorporado dos millones de ocupados, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). Este crecimiento de la actividad ha coincidido con una fase de alta inflación que ha forzado una cierta subida de las retribuciones. El salario medio ha subido menos que la inflación (un 18%, frente al 19% del IPC), pero si se suma la creación de empleo, el gasto total que hacen las empresas ha aumentado un 33%. Esto es, un incremento del gasto real cercano al 14%.

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