La cara B de prohibir los contratos temporales: indemnizaciones menores y más despidos
La rotación en el empleo se ha reducido, pero los contratos indefinidos ya no son tan estables porque las empresas reproducen la temporalidad con despidos y periodos de prueba
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Tres años después de la aprobación de la última reforma laboral, se puede concluir que ha habido una conversión masiva de contratos temporales en indefinidos, pero también un aumento de los despidos en los primeros meses de las relaciones laborales y de los ceses durante los periodos de prueba. Esto ha provocado una reducción de la estabilidad de la contratación indefinida y un descenso progresivo de las indemnizaciones medias por despido, aunque la rotación laboral ha mejorado en términos agregados.
Se trata de un fenómeno "esperable" para los expertos que, no obstante, plantea dudas sobre el alcance real de la mejora de la estabilidad en el empleo tras el cambio normativo. La reforma restringió al máximo los contratos temporales, por lo que incluso los jóvenes que entran a su primer empleo tienen ya más contratos indefinidos que temporales. En consecuencia, la tasa de temporalidad del empleo privado ha caído del 26,2% en 2019 al 13% en 2024, convergiendo con la media europea, pero tener un contrato indefinido en 2024 no significa lo mismo que antes.
"Resultaba previsible, en estos trasvases, un efecto de aumento de despidos en contratos indefinidos en la franja de menor antigüedad (o en periodo de prueba) donde la decisión empresarial puede estar reproduciendo temporalidad bajo contratos indefinidos", señala Jesús Lahera, catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad Complutense. Por ello, insta a valorar "el impacto total de estas situaciones" para ver "si resulta desproporcionado respecto a la media de duración de contrataciones indefinidas". "Es un dato a seguir", opina.
Según la estadística que publica anualmente el Ministerio de Trabajo sobre los despidos y su coste, en 2023 se registraron 606.625, el máximo de la serie histórica que comienza en 2015. Aunque es cierto que el incremento está influido por el récord de personas trabajando, si se calcula la ratio de despidos por cada 1.000 trabajadores se observa un claro aumento, pasando de los 24,6 en 2019 y de los 23,1 en 2021, el último año antes de la reforma, a los 29,4 en 2023.
Las empresas recurren más a los despidos y pagan menos en términos medios, porque el auge de esta práctica afecta, sobre todo, a los trabajadores con menores antigüedades y, por tanto, con derecho a indemnizaciones más bajas. Estas han caído a 7.446,30 euros en 2023, un 20% menos que en 2019 y un 34,7% menos que en 2021.
"La derogación del contrato de obra es fundamental en la reforma laboral. Solo así se podía reducir temporalidad, junto con añadir flexibilidad a la contratación indefinida mediante modalidades específicas como fijo de contrata o fijo de obra. Si aumenta la contratación indefinida tanto, es lógico que aumenten también los despidos o las extinciones por cualquier otra causa", explica Lahera.
Los despidos han crecido más de un 50% de 2019 a 2023 entre los trabajadores con una antigüedad de uno a 15 días; de tres a seis meses y de seis a 12 meses. Los aumentos son generalizados en todas las franjas, a excepción de quienes llevan dos o más años en la empresa, donde los despidos caen un 5% a pesar de haber más empleo. Esto genera un efecto composición que hace que se desplome la indemnización media.
Por tipo de contrato, los despidos se disparan en las modalidades indefinidas tras la reforma. Entre los fijos discontinuos se multiplican por más de cuatro, entre los indefinidos parciales se duplican y entre los indefinidos a tiempo completo crecen un 51%. En paralelo, y debido a la práctica prohibición de los contratos temporales, los despidos se desploman más de un 60% entre los temporales a tiempo completo y parcial.
A estos datos hay que sumar el aumento del fin de relaciones laborales por no superar el periodo de prueba y las suspensiones de los fijos discontinuos por finalización del llamamiento. Las bajas por no superar el periodo de prueba suponen ahora el 4,4% del total, mientras que en 2019 eran el 2,9%. En ninguno de estos casos hay derecho a indemnización y, en el caso de los fijos discontinuos, tampoco existen datos para conocer la cantidad de los trabajadores de esta modalidad que están en inactividad ni la duración de la misma.
La rotación desciende
Esta evolución de los despidos indica que la ganancia de empleo bajo los contratos indefinidos no es sinónimo de ganancia de estabilidad laboral en la misma medida, aunque eso no significa que la reforma laboral haya fracasado. De hecho, algunos indicadores apuntan a que la estabilidad en el empleo ha mejorado.
Según calcula Fedea en sus observatorios trimestrales del mercado de trabajo, el porcentaje de altas y bajas de afiliación al régimen general de la Seguridad Social en un día laborable sobre la afiliación total se ha reducido tras la reforma laboral, aunque ha aumentado entre los indefinidos. Es decir, la tasa de rotación ha pasado del 1,36% en 2019 al 1,1% en 2024, a pesar de que la economía española se encuentra en una fase expansiva del ciclo económico, que es cuando más rotación se producía antes de la reforma de 2022.
"Lo que sigue siendo una incógnita, y espero que con el paso del tiempo lo podamos medir con más precisión, es en qué medida ha aumentado realmente la estabilidad en el empleo", opina Marcel Jansen, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y experto de Fedea. En su opinión, "hay tareas que ahora se tienen que cubrir con contratos fijos, pero que tienen una duración en el tiempo relativamente limitada", lo que explicaría al menos en parte el aumento de los despidos y las finalizaciones en periodo de prueba.
Coincide en este punto Lahera y añade que "la composición productiva de parte de la economía estacionalizada siempre dará o empleo temporal o empleo fijo discontinuo o parcial". Por ello, cree que es "imposible acoplar contratos indefinidos continuos y con jornadas completas a la economía estacionalizada" que tiene España ligada, por ejemplo, a las campañas comerciales y al turismo.
Conflictividad y posible reforma del despido
Al cambiar la ordenación de las relaciones laborales con la reforma, también se transforma el sentido de los despidos, aunque su regulación no se modificó. "Los empresarios han asumido que tras la reforma, la contratación temporal tiene ya muy poco recorrido, y están incluyendo dentro de sus presupuestos el coste de despidos por contratación indefinida en posiciones de mucha rotación o de escasa continuidad en el tiempo", señala Pablo Bernal, abogado de Everfive, que percibe un aumento especialmente de los despidos disciplinarios.
Según Bernal, tras la reforma laboral se está dando "un cambio radical del tipo de reclamaciones que se derivan de los despidos". "Hay una auténtica relectura jurídica tanto de la cuantía derivada del despido disciplinario como de la posibilidad de que las terminaciones de los contratos puedan ser consideradas nulas, lo cual aumenta enormemente la conflictividad", afirma.
También incide en las indemnizaciones suplementarias que se han ido concediendo en los últimos meses a casos de despidos improcedentes a raíz de la resolución del CEDS a la denuncia de UGT. Algo que probablemente no continúe tras la reciente sentencia del Tribunal Supremo y a la espera de si el Gobierno cambia la legislación, como promete Yolanda Díaz.
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Aunque el abordaje de este asunto todavía está lejos (la batalla que más urge políticamente es la reducción de la jornada), el grupo socialista votó a favor la semana pasada de una proposición no de ley de EH Bildu en el Congreso para "aumentar la indemnización por despido improcedente". La iniciativa pide que las indemnizaciones "sean disuasorias para el empresario, recuperando la suficiencia previa a la Reforma Laboral del 2012 mediante modificación de la legislación laboral en materia de despidos". No obstante, el Ministerio de Economía no está de acuerdo con esta tesis.
Ante la posibilidad de que se reabra el debate sobre la regulación de los despidos, varios expertos son reacios a establecer indemnizaciones personalizadas. "No creo conveniente alterar la regulación y sería un gran error ir a indemnizaciones abiertas a criterio judicial en cada caso en despidos improcedentes", señala Lahera, que propone un modelo que tenga "mayor racionalización con mayor margen de certidumbre en las extinciones objetivas", como sucede ya en la construcción.
"Indemnizaciones adicionales por despido en una situación donde hay límites muy estrictos a la contratación temporal conllevan un problema porque introducen inseguridad jurídica y encarecen la creación de empleo", considera Jansen. "Las empresas saben que hay mucha incertidumbre en los primeros meses de los contratos y si se penalizan los despidos con poca duración, se está al final penalizando a las empresas que se arriesgan en situación de incertidumbre a crear un puesto indefinido", por lo que pide ir "con pies de plomo" con cambios regulatorios en este sentido.
Tres años después de la aprobación de la última reforma laboral, se puede concluir que ha habido una conversión masiva de contratos temporales en indefinidos, pero también un aumento de los despidos en los primeros meses de las relaciones laborales y de los ceses durante los periodos de prueba. Esto ha provocado una reducción de la estabilidad de la contratación indefinida y un descenso progresivo de las indemnizaciones medias por despido, aunque la rotación laboral ha mejorado en términos agregados.