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España adelanta a Alemania y se convierte en el gran país exportador de Europa
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Aporta casi el 4,5% del PIB

España adelanta a Alemania y se convierte en el gran país exportador de Europa

El superávit del sector exterior aportará más del 4% al PIB este año, una cifra histórica, gracias al crecimiento de los servicios. La llegada de Trump genera dudas por esta dependencia del sector exterior

Foto: Imagen de un carguero en Algeciras. (EFE)
Imagen de un carguero en Algeciras. (EFE)
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En el año 2007, en el pico de la burbuja inmobiliaria, España llegó a tener un déficit de la balanza comercial de casi el 6% del PIB. Eran los años en el que el país vivía muy por encima de sus posibilidades, financiando con deuda su alto ritmo de vida. Desde entonces, el país ha cambiado mucho.

Una de las mayores transformaciones ha sido convertir ese déficit exterior, que era la gran debilidad del país, en un superávit creciente. Tanto, que España superó a Alemania en el tercer trimestre como el gran país europeo con mayor aportación al PIB del sector exterior.

España suma ya tres trimestres consecutivos con una aportación del sector exterior al PIB superior al 4%, un listón que se había resistido sistemáticamente en los años previos a la pandemia. El saldo positivo de bienes y servicios ha sido de 17.500 millones de euros en los últimos trimestres, lo que supone una aportación de casi 70.000 millones al año.

De las cuatro grandes economías del euro, España es la que obtuvo mayor aportación al PIB del sector exterior durante el tercer trimestre del año (con datos corregidos de estacionalidad). Por el contrario, el superávit de los bienes y servicios generó el 4,4% del PIB. Una cifra que supera el 3,8% de Alemania, el 2,1% de Italia y, por supuesto, el saldo negativo de casi el 1% del PIB que tuvo Francia.

España ha sido capaz de elevar las exportaciones mientras mantenía estables las importaciones. Esto significa que ha sido capaz de sustituir parte de las importaciones por producción interna que ha alimentado al tejido productivo. Si se compara con el pico de la pandemia, las importaciones eran ligeramente superiores al 32% del PIB, cifra casi idéntica a la actual. Sin embargo, las exportaciones eran apenas el 26% del PIB en esos años y actualmente superan el 37%.

Hay muchas razones que explican esta transformación de España, de ser una economía importadora y consumista a otra exportadora y ahorradora. Y no todas son buenas. Las empresas han aprendido a competir en el exterior y algunas de las reformas aprobadas en este periodo han logrado mejorar la competitividad del conjunto de la economía. Entre ellas, se incluye la devaluación de los salarios, especialmente los de los jóvenes, lo que ha abaratado los costes relativos de producción. Y también han obligado a los hogares a reducir su consumo, asistiendo a un deterioro del nivel de vida de la población.

Y ahora llega Trump

Ahora que España es la economía europea más dependiente del sector exterior, llega Donald Trump a la presidencia de los EEUU. Y, con él, las promesas de proteccionismo y de conflictos comerciales. Este horizonte no es favorable para ningún país con alta dependencia del sector exterior, pero España no es, ni de lejos, el país europeo más vulnerable. En concreto, tiene dos escudos: su principal mercado es el europeo y su sector más importante es el de servicios. Esto es, mercados en los que no operará el proteccionismo.

Todo el saldo exterior positivo que tiene España es con el resto de países de la Unión Europea. Esto es, está blindado por el mercado común. En el último año, España ha colocado en la UE bienes y servicios por valor de 350.000 millones de euros. Por el contrario, las importaciones de la región han sido inferiores a 270.000 millones. En total, es un saldo positivo de 83.000 millones de euros, lo que supone casi el 5% del PIB.

Por el contrario, el saldo con el resto de países ajenos al mercado común es negativo. Especialmente con China y los países que suministran hidrocarburos, con quienes existe un importante déficit. En los últimos cuatro trimestres, el saldo negativo con terceros países ha ascendido a 17.000 millones de euros.

La transición ecológica también debería ayudar a reducir el déficit de la balanza de bienes de España. A medida que la producción nacional permita reducir las importaciones de gas y petróleo, España logrará reducir las transferencias al exterior, que suponen un importante lastre al crecimiento. Alemania está en la situación opuesta. El 85% de su superávit de bienes y servicios se debe a las exportaciones fuera de la Unión Europea. Esto es, mercados que son muy susceptibles de entrar en una guerra comercial. Y lo mismo le ocurre a Italia. Sus exportaciones manufactureras sí son muy vulnerables a la llegada de Trump.

Los servicios son el gran éxito de España. Y, por el momento, son inmunes a las batallas comerciales. El principal motivo es que los servicios son mucho más difíciles de gravar que los bienes. No hay aduanas para los servicios. Por ejemplo, una empresa que sea adjudicataria de un contrato en otro país probablemente realizará exportación de servicios. Por ejemplo, si una constructora española realiza una obra en el extranjero, probablemente una buena parte se diseñe desde España. Eso es una exportación de servicios que es muy difícil de gravar. Más si se trata exportaciones entre empresas de un mismo grupo.

Las exportaciones de servicios no turísticos están cerca de generar ya el 8% del PIB, un punto y medio más que antes de la pandemia. Este auge de los servicios no turísticos está en la base del crecimiento experimentado por España en los tres últimos años y es la gran esperanza de futuro para el país. Ante la escasez de industria, los servicios de alto valor añadido son quienes están creando empleos de calidad.

Por último, está el turismo. Es difícil pensar que los países vayan a poner freno a la demanda turística, esto es, impedir que sus ciudadanos viajen al extranjero. De ahí que este sector sea inmune, por el momento, a cualquier conflicto comercial.

Las exportaciones de servicios han sido clave en el crecimiento económico de España desde 2021. En plena pandemia, las exportaciones turísticas eran cero y en el último trimestre fueron un 5,3% del PIB. Sin duda ha sido un gran estímulo para la economía española, pero su aportación es muy similar a la de antes de la pandemia. En 2019 las exportaciones de servicios turísticos ya generaban algo más del 5,2% del PIB.

El principal cambio en el turismo se ha producido a nivel interno: los españoles han cambiado los viajes al extranjero por quedarse dentro del país. Las importaciones de servicios turísticos estuvieron cerca del 2% antes de la pandemia y en la actualidad no alcanzan el 1,5% del PIB.

El resultado es que la aportación del turismo al PIB no se debe tanto a la llegada de viajeros extranjeros, como a la decisión de los españoles de optar por destinos nacionales. Es posible que este comportamiento cambie en el futuro, sobre todo a medida que las economías domésticas mejoran, pero es lo que hay por el momento. Todos estos factores impulsan a España a consolidarse como el gran país exportador de Europa.

En el año 2007, en el pico de la burbuja inmobiliaria, España llegó a tener un déficit de la balanza comercial de casi el 6% del PIB. Eran los años en el que el país vivía muy por encima de sus posibilidades, financiando con deuda su alto ritmo de vida. Desde entonces, el país ha cambiado mucho.

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