¿Bajando tipos por encima de nuestras posibilidades? IPC y euro maniatan al BCE
Las previsiones de inflación de largo plazo confirman que el BCE ya habría llegado al objetivo del 2%, lo que limita el margen para bajar mucho más los tipos de interés
La última reunión del Banco Central Europeo ha alimentado la expectativa de que 2025 llegará con nuevas bajadas de los tipos de interés. Algunos miembros del Consejo de Gobierno del banco llegaron a plantear la posibilidad de realizar un recorte de 50 puntos básicos.
Esta posibilidad se descartó finalmente; la mayoría del Consejo optó por dar pasos cortos. Pero el mero hecho de que se planteara ha disparado las expectativas del mercado sobre una aceleración en el recorte del precio del dinero. El tipo implícito al que cotiza la renta fija europea apunta a una bajada de 50 puntos básicos en la reunión de enero.
Los inversores se han preparado para iniciar el año con un importante estímulo monetario. "El BCE parece tener prisa por bajar los tipos a neutrales, o por debajo", explican los analistas de Ebury. Razones no les faltan: el BCE bajó ayer sus previsiones de inflación y de crecimiento, lo que abre más espacio para aliviar la política monetaria. Además, la entidad borró de su comunicado la referencia a mantener una política monetaria restrictiva. Todas las señales apuntan en la misma dirección: el BCE quiere empezar el año profundizando en los recortes de tipos.
Sin embargo, la actualización de las previsiones económicas muestra que el BCE tiene las manos atadas. En la reunión de diciembre siempre incluye un año más al horizonte de proyecciones, en este caso ha sido 2027. Hasta ese año el BCE prevé una moderación de la inflación, hasta el 1,9% en 2026. Esto es, mostraba un camino de contención indefinida del IPC.
Sin embargo, la incorporación de la previsión de 2027 anticipa un leve repunte de la inflación hasta el 2,1%. Uno de los causantes es la evolución futura del tipo de cambio, ya que los futuros del euro han caído desde la victoria de Donald Trump, lo que encarecerá las importaciones europeas.
Este dato ha desarticulado la expectativa de una moderación indefinida de la inflación. En su lugar, lo que prevé el BCE es que la evolución de los precios se estabilizará en torno al 2% a medio plazo. Objetivo cumplido, al menos sobre el papel: la batalla contra la crisis inflacionista ha resultado exitosa.
Pero esta previsión de inflación indica que el BCE tiene las manos atadas. Si las previsiones de inflación están justo en el objetivo, significa que la política monetaria ya no está muy lejos del nivel de equilibrio, lo que reduce el margen para más recortes. Si la inflación ya no baja más (en noviembre se situó en el 2,3%), el BCE tendrá que mantener un ojo permanente en la inflación, lo que limita su margen de acción.
Y además está el factor Trump. Esta ha sido la última reunión previa a la toma de posesión del futuro presidente de Estados Unidos. Si despliega las políticas que ha anunciado, tendrán un efecto inflacionista que limitarán las posibilidades de la Fed de reducir los tipos de interés. Esta previsión ya está generando tensiones en el tipo de cambio: el euro va camino hacia la paridad. La depreciación de la moneda implica importar inflación, de modo que el BCE tendrá que vigilar el tipo de cambio. "El euro cotizará en 2025 más bajo frente a la mayoría de las monedas", anticipan los expertos de Ebury.
En definitiva, el escenario para la política monetaria se ha vuelto mucho más complejo. El BCE tiene la tentación evidente de reanimar a la economía del continente que, según sus últimas previsiones, no llegará a crecer un 5% acumulado en los cinco años que van desde 2022 hasta 2027. Pero no podrá ignorar los riesgos asociados a una inflación que ya está en línea con el mandato que tiene encomendado.
La última reunión del Banco Central Europeo ha alimentado la expectativa de que 2025 llegará con nuevas bajadas de los tipos de interés. Algunos miembros del Consejo de Gobierno del banco llegaron a plantear la posibilidad de realizar un recorte de 50 puntos básicos.