Este empresario español dice ser refugiado fiscal en Chipre: "¿Quién iba a vivir en esta isla si no?"
Fabián C Barrio es un empresario gallego del mundo de la locución convertido en gurú de YouTube. Ahora, entre discursos vitalistas y análisis de actualidad, enseña cómo vive intentando pagar menos impuestos
En cuanto escuchas hablar a Fabían C Barrio algo te hace clic en la cabeza. Su voz es tan familiar que es casi imposible no notar que lo conoces. Pero la sensación no es algo demasiado raro, como él mismo explica. De su boca salen muchos de los sonidos que oyes a diario, como lo que expulsa una radio al encenderse o el aviso que lanza tu supermercado del barrio para anunciar una nueva oferta. "Uno nunca lo piensa, pero alguien tiene que hacer todo eso", señala. Aunque, para muchos, su voz es ya mucho más que una locución.
Este santiagués ha tenido muchos más papeles en los últimos 20 años que el de vivir de su voz. Ha pasado de ser un empresario informático en la época de las puntocom, a motero nómada en plena crisis existencial en la primera década del siglo. Ahora, su nuevo yo es una especie de gurú motivacional y artista excéntrico que ni siquiera él mismo consigue definir, pero que funciona bien en la red. Casi 300.000 seguidores escuchan pacientemente sus contenidos que van desde homilías vitalistas a análisis de la actualidad en los que desbarra contra el sistema. Y en los últimos tiempos también siguen con atención su última aventura: un periplo por Chipre en el que, según él, ha decidido convertir la isla Mediterránea en el lugar donde ser refugiado fiscal.
De vuelta a España para presentar su último libro,
PREGUNTA. ¿Qué es exactamente un refugiado fiscal?
RESPUESTA. Mis detractores suelen atacarme empleando eso del refugiado fiscal y cometen una serie de errores que es interesante resaltar. Me dicen que no pago impuestos porque vivo en un paraíso fiscal. Son dos cosas erróneas. Primero, sí pago impuestos, pero los pago donde vivo, que es lo normal. Es decir, si yo consumo las carreteras de un país, su sanidad y sus infraestructuras, no voy a pagar el de otro, tendré que pagar donde vivo. Entonces, sí, pago impuestos, pero los pago donde vivo. Y segundo, Chipre, que es donde vivo, no es un paraíso fiscal. Un paraíso fiscal es un lugar opaco y Chipre está en la Unión Europea. Y si me quiere buscar las cosquillas, la Hacienda española no tiene ningún tipo de problema en arrebatarme mi dinero.
P. Pero, por concretar, a qué se refiere cuando se define como refugiado.
R. Es alguien que vota con los pies. A mí me encantaría tributar en España. Sería feliz de tributar en España, pero considero que las circunstancias, tal y como están planteadas fiscalmente en España, son aversivas, corrosivas para quien pretende emprender. Y en ese sentido he ido a buscar otros países. Ahora mismo, cada país es una empresa. Ya hemos abandonado ese concepto de la madre patria protectora y demás. No, los países son unas empresas que te proveen unos servicios, igual que podría ser una compañía telefónica, a cambio de que tú les pagues una mensualidad. Ellos están en la obligación de proporcionarte una serie de servicios que van desde tu protección personal a la protección de tu propiedad privada, pasando por tu salud, la educación de tus hijos... Si yo estimo que la cantidad que pago no me devuelve los servicios que yo creo que merezco, por esa cantidad que pago, es casi hasta mi obligación cambiarme de compañía. Pero es que no entiendo por qué es criticable que te vayas a vivir a un lugar porque te gusta más su fiscalidad y no que lo hagas porque te guste más su gastronomía, el carácter de su gente o su clima.
"Yo he hecho números y he llegado a la conclusión de que no tendré pensión"
P. Bueno, está el asunto de la solidaridad, el devolver al país todo lo que ha invertido en ti...
R. Si es por solidaridad, yo lo he sido. He sido empresario en España durante muchos años y estimo echando cuentas que he pagado por mí, por mis padres, por mis abuelos y por la Virgen Santísima. Entonces, llega un punto en el que pienso que por qué debo seguir. También es que la solidaridad depende de cómo desde las altas esferas se estime que se debe ejercer esa solidaridad. Yo he hecho números y he llegado a la conclusión de que, por ejemplo, no tendré pensión. Quiero decir, soy solidario donde vivo, ahora mismo estoy siendo solidario con la patria chipriota.
P. La cosa es que he mirado los números y tampoco hay mucha diferencia entre la presión fiscal en España y en Chipre. Si miramos el porcentaje sobre el PIB es casi la misma, según Eurostat (un 38,3% España, un 36,5% Chipre, la media europea es 41,5%).
R. Eso es porque se refiere a la presión sobre un empleado normal. Sin embargo, es muy favorable para los empresarios y muy favorable sobre todo para quienes vayan a establecerse allí.
P. O sea, usted se acoge al sistema de residente no domiciliado (un sistema con varias ventajas fiscales para extranjeros pero que, sobre todo, permite evitar el impuesto a la defensa de Chipre, que alcanza el 30% en intereses o dividendos, y te obliga a pagar solo un 2,65% por tener la Sanidad pública y la tarjeta sanitaria europea).
R. Claro, efectivamente. Ellos han llegado a la conclusión de que si no, si no aplican estas normas de fiscalidad laxa o muy favorable al empresario, terminarían siendo cuatro ancianos cabreros en las montañas. ¿Quién iba a vivir en esta isla si no, en una isla pegada a Israel? No tiene ningún sentido. Para ellos, el turismo en general, que la gente vaya allí a gastar dinero y a estar allí es muy importante. Entonces hay turismo de jubilados, por ejemplo, hay turismo fiscal, hay todo tipo de turismo y todo tipo de incentivos para el turismo que aplican y me parece muy sano y muy razonable.
"Si España quiere que vengan empresas tiene que aplicar una fiscalidad que sea racional"
P. Al final es una competición entre países.
R. Evidentemente, y me parece una competición sanísima. Si España quiere que vengan empresas y se establezcan, lo que tiene que hacer es aplicar una fiscalidad que sea racional y una seguridad jurídica que sea razonable, es así de simple.
P. De todos modos, me sorprende un poco la comparación porque la Unión Europea pone a España en el mismo grupo de países que Chipre por las ventajas fiscales y señala a ambos países por no cobrar lo que deberían por el impuesto de sociedades. Es más, hace nada la UE anunció que llevaba a los tribunales a España, Chipre, Portugal y Polonia por no aplicar el tipo mínimo de sociedades del 15% para las compañías multinacionales y grandes grupos empresariales, que es algo que se exige desde 2022. Usted que has sido empresario en ambos países, ¿nota tanto la diferencia entre ambas administraciones?
R. Yo llevo siete años casi en Chipre, pues en todo este tiempo no he recibido una sola notificación de Hacienda. Nunca, jamás. En España llegaban prácticamente cada trimestre, con lo cual, chico, la diferencia de trato es abismal. Es que además la relación con la Administración allí es casi festiva. Es la relación que teníamos con la Administración española hace 40 o 50 años, cuando tú ibas, conocías al tío, te echabas unas risas. Era todo muy, muy festivo. Yo voy ahora a Hacienda, en Chipre, y es hasta gracioso. Hablas con la funcionaria, ella te dice "Ay, spanish, España, La casa de papel, Netflix"... Todo es muy simpático, muy gracioso. ¿Necesitas un papel? Venga usted mañana. Aquí es la cita previa con el NIF, que si no tienes certificado electrónico tienes que ir a sacarlo y luego no funciona la clave PIN. Bueno, la típica agonía que se sufre para intentar comunicarte con el muro administrativo que es la Administración española. Allí es todo muy festivo, muy cercano, muy humano. Y esa es otra de las características que también tienes que valorar, ¿no?
P. Usted ha crecido, lo cuenta en su biografía, como empresario en España. Y confiesa que ha hecho mucho dinero aquí, sobre todo durante el boom de las puntocom. ¿No echa nada de menos de España?
R. Yo he llegado a la conclusión de que yo vivo dentro de mí. Yo soy mi propia nación y soy mi propio hogar, y el hogar está donde yo esté. Y ahora mi hogar está en un hotel a escasos metros de aquí. Y mañana, cuando llegue a casa de mi madre, estaré en casa de mi madre. Y cuando me vuelva a Chipre, estará allí. En ese sentido, no tengo ningún problema en establecerme donde quiera que me quiera establecer. Y tampoco tengo ningún problema en ir quemando las etapas de mi vida y abandonándolas. Todo es evolucionar. Quiero decir, por ejemplo, yo tengo varios libros que publiqué de la etapa de la vuelta al mundo en moto y que no he reeditado. Eso provoca una enorme frustración en mis nuevos seguidores. Me piden que los vuelva a publicar, pero es que esa persona ya no soy yo, fue ese tío y tuvo esas circunstancias en ese momento y es lo que publicó en ese momento. Ahora yo soy este y luego quemaré esta etapa y ya, ya tiraré por otro libro y haré otra cosa. Entonces, bueno, pues soy un nómada en todos los sentidos.
P. ¿Cómo cuadra eso de no reeditar libros y no contentar a los seguidores desde el punto de vista empresarial? Porque todo esto impacta en la marca personal.
R. Yo me río bastante de la marca personal. De hecho, mi canal de YouTube no estuvo monetizado hasta hace cosa de un año. Me daba hasta pereza hacerlo. Y lo de la marca personal, el marketing de redes, todo eso me provoca una pereza inmensa. Yo sé que tendría mucha más tracción si subiera Reels, YouTube, Shorts… pero es que no me da la vida. Yo tengo mi vida pagada, estoy amortizado. Vivo de puta madre, como una anciana que come pastitas de té en una isla mediterránea. De hecho, en el libro se trata todo esto. Hablo de nuestra concepción del éxito, que es como destacar de alguna forma económica o socialmente. Tener más autoridad, tener más peso, tener más pasta, es todo. Eso es tan efímero y absurdo, tan estúpido.
P. ¿Cómo deberíamos ver el éxito?
R. Cuando los dioses decidieron castigar a Sísifo por vanidoso y por ser un poquito hijo de puta y pasarse de listo, los dioses pensaron de qué forma le podían joder la vida. Y el castigo peor se les ocurrió, que es el peor que puede tener el hombre, es una vida sin propósito. Una vida en la que trabajo sea estéril y todos los días se levante por la mañana, tire la piedra hasta lo alto de la colina y cuando llegue la tarde la piedra baje rodando y tenga que volver a empezar. Curiosamente, esa es una estampa muy clara de la condición humana actual. Muchos nos sentimos en la carrera del hámster enloquecida sin saber para qué cojones estamos luchando tanto. El salario se ha definido como la droga que te dan para que renuncies a tus sueños. En muchas ocasiones nos encontramos con esa carga de la obesidad, comprando con nuestro tiempo de vida, porque realmente el salario es ese tiempo de vida que regalamos para poder disfrutar de una libertad efímera en otro momento de nuestra vida, ese posponer esa libertad. Y entonces estamos durante todo el año recargando las páginas de vuelos low cost y tal, pensando en esa libertad que vamos a poder tener cuando lleguen las vacaciones o cuando nos jubilemos. Pero llega un punto en la vida en que tienes que valorar eso y decir no. Es más valioso pensar en el presente y disfrutar de ese presente que es lo único que realmente tenemos y lo único que realmente podemos influir.
P. Como divulgador, pone su cara en YouTube y recuerda haber tenido una vida de éxito económico y haber sido ambicioso. ¿No es un poco contradictorio con lo que propugna?
R. Quizá pueda verse así desde fuera, pero no es como yo lo veo. Tienes que ver cómo hago los vídeos y para qué. Un 90% de los vídeos que hago los hago para mi madre, porque está jubilada, se aburre y le gusta mucho leer los comentarios de la gente y luego me los critica. Es algo que la mantiene entretenida, la mantiene ocupada. Ese es uno de los componentes del canal. Otro de los componentes es que a mí me entusiasman los desafíos. No quisiera criticar con esto al youtuber medio, pero sí es cierto que yo jamás en mi vida haría un video improvisado con un micrófono y luces de prostíbulo. Todos mis vídeos son desafíos, están guionizados hasta la última coma y me gusta, por ejemplo, sincronizarlos con la puesta de sol y que dure exactamente el tiempo que dura hasta que el sol se pone. O hago obras de teatro sin un solo corte de una hora y pico. O sea, hago cosas muy raras que son siempre un desafío, es más difícil todavía del circo. Y desde niño a mí me han crecido los desafíos. Me ha gustado muchísimo desafiarme de todas las formas posibles. Entonces, cuando una serie de las que hago en mi canal deja de ser un desafío, la abandono y busco otra serie que me desafíe otra vez más. Entonces esos dos, mi madre, por un lado, y los desafíos por otro, creo que son realmente los motores que mueven mi canal de YouTube más allá de la fama. Porque, si quisiera la fama, no haría videos sobre si me gusta o no me gusta que se muevan las nubes. Y eso es algo que hago, lamentablemente, para irritación de mis seguidores que quisieran que hablara de la actualidad. Pero, chico, es que soy así. Nací de un huevo de pato.
"Es más valioso pensar en el presente y disfrutarlo que es lo único que realmente tenemos y podemos influir"
P. Sin embargo, sí tiene espacios en el canal en los que habla mucho de actualidad y política española.
R. Sí, y tengo la ventaja enorme de que, como tengo la vida ya solucionada, puedo ser independiente y no cortarme por nada. Muchos seguidores me dicen que soy muy imparcial porque es verdad que disparo a todos. Pero yo no soy imparcial. Soy parcial porque doy mi opinión sobre las cosas. Lo que sí soy es independiente, porque no puede venir ahora mismo un partido político a darme dinero para que diga nada, porque no me fío, no me sale de los huevos y no lo necesito. Yo vivo en una isla en el quinto coño. No hay nada más independiente que eso.
P. Por lo que su canal no tiene más ambición que darle entretenimiento a su madre y disfrutar de grabar vídeos.
R. No es más que lo que hacían los antiguos filósofos cínicos que salían a las plazas públicas o llamaban a la puerta de las personas y decirles que la vida está ahí fuera, que la disfrutase. Se reían de la academia, de los poderosos, de los políticos. Todo eso formaba parte del escenario cínico de Diógenes. Si no hubieran existido los cínicos gran parte de mi canal de YouTube no habría existido. Y otra gran parte de mi canal es un canto al epicureísmo, es un canto a descubrir o redescubrir la belleza que tenemos olvidada como sociedad. Hace 100 años aproximadamente decidimos abandonarla. De hecho, forma parte de un proceso de cambio brutal que se inició hace 100 años y que nos ha hecho abandonar la belleza. Por un lado, en el arte, por ejemplo, ahora se compran literalmente tarros de mierda, se compra un tarro de caca de autor. Eso habría sido absolutamente imposible hace 100 años porque la vida de las personas era tan dura que se redimía a través del arte y buscaba la belleza a través de la belleza, era tan importante como el honor, como la propia felicidad. En consecuencia, somos una sociedad fea. Y creo que el epicureísmo que aparece en mi libro es un canto a la búsqueda de la belleza más sencilla, más simple. El epicúreo buscaba sobre todo la sencillez de los placeres más simples que llenara las necesidades más básicas. Una conversación con un amigo, un ramo de uvas. Un vaso de agua fresca en una tarde de verano. Esas son las cosas que realmente importan. Son las cosas que a las que cantaban los epicúreos.
P. Ahora está muy de moda el estoicismo.
R. Es una cosa que está muy de moda porque es muy espectacular, porque es cierto que va al grano y que en un mundo atribulado como en el que estamos, que alguien te diga oye, hostia, pues parece que hasta lo agradeces. Pero yo creo que puede encontrarse más serenidad y más plenitud en el epicureísmo.
P. Y su vida le permite practicar el epicureísmo. Por ejemplo, viviendo en Chipre no podrá disfrutar tanto de charlar con sus amigos.
R. He hecho amigos allí. Es curioso, porque hay muchos españoles refugiados fiscalmente en Chipre. Muchos.
P. Todo esto de Chipre le llega después de dar vueltas por el mundo y volver a asentarse en España, ¿no?
R. Sí, al volver a España pensé en emprender de nuevo, pero dije, aquí no se puede, aquí no puedo, me lo prohíbe el Estado. Y me lo dice claramente. Usted aquí no quiero que emprenda y para impedírselo voy a hacer toda una serie de normas y de cosas y voy a ponerle una serie de tasas. Y luego se lo voy a poner tan complicado que usted va a tener que emigrar. Bueno, pues me voy.
P. Pero, entonces, si esto es así, ¿cómo sobreviven en España empresas como la que le edita este libro?
R. Allá ellos. O sea, ¿qué culpa tengo de que se sometan a una cosa que yo considero intolerable? Aquí también tenemos que hablar del umbral de dolor. Yo no me puedo asomar de un balcón que esté más arriba de un tercero y hay gente que limpia ventanas en el piso 20. Cada uno tiene una tolerancia diferente. Un chico en India tolera un umbral de ruido muy distinto al que soportamos los occidentales. Y hay personas que consideran tolerable el atraco que supone emprender en España o que a lo mejor están cautivos en el territorio. Un tío que es fontanero no puede hacer lo que puedo hacer yo, porque yo estoy descentralizado, mi negocio está en el teléfono móvil. Hay un Estado que sabe que tiene a gente cogida por los cojones y los aprieta hasta casi la muerte.
P. Bueno, la mayor parte de la gente que ve sus vídeos vive aquí.
R. Es una duda moral que me planteó mucho. Pero fíjate, esto se contesta muy fácil. Tú imagínate que yo me voy a vivir a Berlín porque me gusta Berlín, me gusta su clima y monto un bar español en Berlín. Y a los berlineses no les gusta la comida española. Pero todos los españoles que viven en la zona vienen a comer a mi barrio y los turistas españoles vienen a comer a mi restaurante. ¿Dónde tributo? En Berlín, que es donde vivo, o en España, que es de donde viene la pasta. Pues ya está. Es verdad que esto va a cambiar en un futuro próximo. Los estados van a empezar a exigir tributar por el lugar en el que has nacido. Porque es una forma de esclavitud más. Esta persona es mía, de mi propiedad. Y, por lo tanto, me va a dar a mí la pasta. Solo hay dos países en el mundo actualmente que tributan así. Uno es Estados Unidos y el otro Eritrea. Fíjate que dos países más peculiares. Pero esto se va a extender y, antes de que eso suceda, yo tendré otro pasaporte. Yo voto con los pies.
"Los estados van a empezar a exigir tributar por el lugar en el que has nacido. Porque es una forma de esclavitud más"
P. Chipre también tiene algo similar, ¿no? Un natural de allí paga muchos más impuestos que un residente que llega sin arraigo.
R. Efectivamente. De hecho, a los 17 años residiendo en el país te cambian y te convierten en un domiciliado. Pero para entonces yo ya estaré jubilado o me habré ido.
P. ¿Tiene ya pensado mudarse?
R. Depende. Si la Unión Europea de repente hace lo que llaman armonización fiscal, que significa simplemente que todo el mundo pagará más, creo que no tendría sentido vivir aquí. De hecho, es que cuando los españoles quieren largarse a un país con una menor carga fiscal, a los denominados paraísos fiscales o que están en la lista de paraísos fiscales, deben tributar cinco años más a papá Estado español hasta que se libran del asunto y ya Hacienda les permite prosperar. Entonces, lo que hace mucha gente es coger un país puente, un país que tiene una fiscalidad más laxa. Están en sus cinco años tributando en ese país puente que no es paraíso fiscal y luego se van al paraíso fiscal. Ese era mi plan original, me estoy cinco años en Chipre y luego me voy a Bocas del Toro, en Panamá, y allí que den por culo a todo. Pero por el porcentaje no me compensa. Aquí estoy de puta madre, Chipre es un sitio cojonudo. Es tranquilo y estoy cerca de casa. Yo creo que con eso cuenta el estado chipriota, que seguramente una vez te instales te quedas.
P. Oye, volviendo al libro, ¿cómo verían los filósofos clásicos todo esto de los impuestos?
R. Un estoico te diría que las vicisitudes de la vida solo deben importarte cuando tú puedas controlarlas. En este caso, yo puedo controlar dónde vivo. Por lo tanto, me parece que todo eso corre de un modo bastante estoico. Un epicúreo te diría que debes aprender a valorar tu entorno, aprender a valorar todo aquello que la vida te da y evitar los miedos superfluos e innecesarios. Yo creo que también he cumplido bastante con ese mandato. Un cínico te diría que arrojes el pollo desplumado por encima del muro de la Academia y te rías de lo establecido, del establishment. Y creo que también lo he cubierto. Es difícil saber qué diría un escéptico, porque el escéptico lo que quiere realmente es suspender el juicio ante cualquier duda que tengamos. En este caso no creo que sea tan aplicable a los impuestos, pero sí es aplicable a un fenómeno que está a la orden del día en nuestra sociedad, que es la polarización. Un escéptico jamás estaría polarizado porque el escéptico parte de la base de que es imposible conocer la verdad absoluta sobre las cosas. Entonces uno no puede ser antivacunas ni pro vacunas, no puedes ser taurino ni antitaurino, ni pro, ni antiabortista. Es imposible siendo escéptico, porque el escéptico alcanza la calma, la paz de espíritu, negando la posibilidad de estar en uno de los polos. Entonces, un escéptico nunca sería un ser polarizado sobre los impuestos. Seguramente diría que no podemos saber nunca si la cantidad que pagamos es justa o no lo es. Pero en este caso, que le den por culo a los escépticos.
En cuanto escuchas hablar a Fabían C Barrio algo te hace clic en la cabeza. Su voz es tan familiar que es casi imposible no notar que lo conoces. Pero la sensación no es algo demasiado raro, como él mismo explica. De su boca salen muchos de los sonidos que oyes a diario, como lo que expulsa una radio al encenderse o el aviso que lanza tu supermercado del barrio para anunciar una nueva oferta. "Uno nunca lo piensa, pero alguien tiene que hacer todo eso", señala. Aunque, para muchos, su voz es ya mucho más que una locución.
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