La inmigración es un alivio temporal al drama de natalidad: las extranjeras se asimilan a las españolas
La natalidad cae a marchas aceleradas a pesar del crecimiento económico y las mujeres extranjeras ya tienen la misma ratio de fecundidad que las españolas en 2016
![Foto: El primer bebé madrileño de 2024. (Europa Press/Carlos Luján)](https://images.ecestaticos.com/raayaR7g-tXJvZy3Y5y0jRNmzlM=/0x0:2272x1515/1200x900/filters:fill(white):format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F7dd%2F47e%2Faee%2F7dd47eaee71eac0fbaf4a89a0d16feb6.jpg)
España necesita una tasa de fecundidad de 2,1 hijos medios por mujer para que exista equilibrio demográfico, es decir, para que se produzca un reemplazo completo entre la población ya residente en el país. Aunque ese es el número clave que aligeraría problemas fiscales como el de las pensiones, la última vez que se alcanzó fue en 1980 y la caída es ininterrumpida en los últimos años a pesar de la inmigración. En 2023 solo se registraron 320.656 nacimientos en España, mínimo histórico.
El año pasado solo nacieron una media de 1,12 hijos por mujer en edad fértil, según el INE, la tasa más baja de la serie, que difiere por nacionalidad de la madre. Las españolas tienen, de media, 1,09 y las extranjeras 1,28. El descenso se ha producido en ambas en los últimos años y las madres foráneas ya tienen la misma ratio que las españolas en 2016. Una evolución negativa y acelerada para las extranjeras que no se había visto hasta ahora en periodos expansivos, aunque los repuntes que se produjeron en los años de la burbuja y entre 2013 y 2017 eran más la excepción a la norma de caída progresiva de la fecundidad global.
Se dan dos fenómenos. En primer lugar, España tiene cada vez menos mujeres en edad fértil, a pesar de que se registra récord de población (48,9 millones). El descenso de mujeres en edad fértil se produce porque el aumento de las de origen extranjero no compensa la reducción de las españolas: ya hay dos millones de mujeres de entre 20 y 44 años extranjeras en España, pero las españolas caen a 5,2 millones, en contraste con los 7,4 millones de 2003. En segundo lugar, tanto unas como otras tienen cada vez menos hijos y posponen la maternidad, lo que hace imposible que repunten las tasas de natalidad.
Aunque han aumentado las personas que realmente no quieren tener hijos por motivos culturales, "la mayor parte de los que no tienen es porque no han podido por diversos motivos", señala de manera contundente María Miyar, directora de Estudios Sociales de Funcas. Además, "incluso quienes tienen hijos, tienen menos de los que les gustaría". Así lo reflejan los datos de un reciente estudio del CIS según el cual el 36,7% de los encuestados que no tienen hijos en 2024 señaló que se debía a no querer tenerlos frente al 58,9% al que le hubiera gustado o desearía tener en un futuro.
En la misma encuesta se apuntan los tres motivos principales para no tener descendencia o para que esta sea más reducida. La opción más elegida es falta de medios económicos (señalada por el 77,3%); la segunda por problemas de conciliación laboral y familiar (escogida por el 44,1%) y la tercera "para no entorpecer la carrera profesional", marcada por el 26,4%. "Hay un problema de tiempo", considera Miyar, al que se añade otro de acceso a la vivienda y de recuperación de rentas reales, circunstancias a las que no son ajenas las extranjeras.
"Las inmigrantes económicas suelen tener unas tasas de fecundidad más altas que las nativas, pero con el tiempo se van adaptando, al igual que se asimilan en otras esferas del comportamiento social", explica la economista. Esto sucede porque experimentan las circunstancias vitales y de conciliación que hay en España y "afrontan los mismos problemas estructurales" que los autóctonos. Ante este escenario, Miyar plantea "facilitar la gestión del tiempo" con medidas de flexibilidad laboral y considera que se hace poco énfasis en el problema colectivo de que muchas personas "no pueden desarrollar sus proyectos familiares" en una sociedad más enfocada al desarrollo profesional.
En 2023 nacieron 39,8 hijos por cada 1.000 mujeres extranjeras en edad fértil en España frente a los 28,1 de las españolas, una diferencia aún considerable de 11,7 puntos, pero que hace solo dos décadas era el doble. A pesar de la acelerada caída entre las extranjeras, ya ascienden al 31,3% los nacidos en España en 2023 de madres originarias de otros países y la proporción seguirá aumentando en los próximos años.
Reenfocar el estado del bienestar
A la vista de la tendencia de los datos, Miyar avisa de que "la solución de la inmigración al problema poblacional es temporal" porque "alivia la falta de mano de obra en este momento, pero no es una solución a largo plazo". Por mucho que en el discurso político se venda como el remedio total, la economista incide en que si los que vienen tampoco tienen los hijos necesarios para garantizar el reemplazo "es dar una patada hacia adelante". "Hay que tener en cuenta que una parte muy grande de los inmigrantes se quedan y adquieren derecho a cobrar pensión porque han contribuido al sistema", recuerda.
Según explica Jorge Galindo, director adjunto de EsadeEcPol, independientemente del origen de las madres, una demografía de perfil en declive "pone en cuestión la manera en que hemos organizado nuestro sistema de bienestar, que está basado en una pirámide laboral". De hecho, la economía española "ha apalancado bastante su crecimiento en la extensión de la fuerza laboral" en las últimas décadas. Parte del diferencial positivo de crecimiento del PIB de España con la UE desde 2022 se debe precisamente a este factor, en el que descansan también unas optimistas previsiones del gasto en pensiones.
![Foto: Imagen de una oficina de empleo en Madrid. (Europa Press)](https://images.ecestaticos.com/HXi-Bl2jqatjFaJA3Bc2Du4UlRY=/0x0:2272x1514/1200x900/filters:fill(white):format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F8af%2F44b%2F143%2F8af44b1438462b61656abfd1af92ac22.jpg)
Si la fecundidad de las extranjeras termina por asimilarse completamente a la de las españolas, descenderá la población activa y necesitaremos mejores políticas de natalidad, otras fuentes de crecimiento y "un Estado del bienestar un poco más acorde con este nuevo formato". En opinión de Galindo, habría que hacer "reenfoques y énfasis distintos" en las políticas de gasto público. En primer lugar, en las ayudas directas, para que realmente faciliten que las familias que quieren tener hijos los tengan cuando deseen hacerlo "sin retrasarlo o evitarlo por razones económicas y que tengan los hijos que deseen tener".
En segundo lugar, propone otro tipo de medidas que actualmente reciben menos atención: invertir en educación y capital humano y en maximizar las oportunidades de quienes tienen menos: madres monomarentales, parados de larga duración y jóvenes ninis. "Es invertir al mismo tiempo en mejoras de la productividad agregada y, por tanto, en mecanismos para sostener nuestro sistema del bienestar. Hay que girar nuestra potencia pública hacia ese lado", insiste, frente al escenario actual de un gasto en pensiones que acapara cada vez más porcentaje de recursos.
España necesita una tasa de fecundidad de 2,1 hijos medios por mujer para que exista equilibrio demográfico, es decir, para que se produzca un reemplazo completo entre la población ya residente en el país. Aunque ese es el número clave que aligeraría problemas fiscales como el de las pensiones, la última vez que se alcanzó fue en 1980 y la caída es ininterrumpida en los últimos años a pesar de la inmigración. En 2023 solo se registraron 320.656 nacimientos en España, mínimo histórico.