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Los empleados públicos faltan más: nueva hipótesis sobre la paradoja de las horas trabajadas
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Los empleados públicos faltan más: nueva hipótesis sobre la paradoja de las horas trabajadas

El crecimiento de las ausencias laborales es uno de los motivos que impide recuperar la ratio de horas por ocupado, variable clave para medir la productividad

Foto: Un edificio de oficinas vacío. (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)
Un edificio de oficinas vacío. (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)
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Las horas trabajadas por ocupado registran un continuado descenso en la Contabilidad Nacional y aún se encuentran un 2,8% por debajo del nivel anterior a la pandemia. Aunque se trata de una tendencia de descenso histórica, sucede en paralelo al mantenimiento de jornadas de trabajo habituales en torno a las 40 horas semanales en los empleos a tiempo completo, prácticamente las mismas que en los años 80. Esto plantea una paradoja entre lo que refleja la estadística y la experiencia real de gran parte de los trabajadores.

Los factores que explican la reducción de horas trabajadas por empleado en las cuentas nacionales van desde el crecimiento del empleo a tiempo parcial a las jornadas reducidas de los empleados públicos y el aumento de las ausencias, para las que todavía hay pocos estudios. En los últimos meses, se ha puesto el acento sobre la incidencia de las bajas por enfermedad y el absentismo no justificado, aunque también son más frecuentes las faltas por vacaciones o días de permiso, siendo este el motivo mayoritario y el que más ha crecido. Además, entra en juego una hipótesis novedosa: el crecimiento del empleo público, que ya cuenta con un 10% de asalariados más que antes de la pandemia, influye en que haya más ocupados sin trabajar.

Según explica Florentino Felgueroso, investigador asociado de Fedea, los trabajadores del sector público faltan más al trabajo que los del sector privado por una cuestión de seguridad en el empleo y de envejecimiento. "Las bajas están condicionadas por el miedo de ser despedido o no renovado", señala, algo que "no funciona" entre los empleados públicos fijos. A esto se suma que la plantilla del sector público tiene una edad media superior a la del privado, por lo que las bajas médicas son más frecuentes.

Al analizar la EPA se observa que el 12,4% de los asalariados no trabajó en la semana de referencia de la encuesta en promedio en el último año. Esto son 3,4 puntos más que en 2019 y un total de 2,3 millones de asalariados que no acudieron a su puesto de trabajo. Sin embargo, el porcentaje asciende hasta el 16,9% de los asalariados del sector público y se queda en el 11,3% en el sector privado. La incidencia de las ausencias en el último lustro ha crecido al mismo ritmo en los dos ámbitos, exceptuando los trimestres atípicos de la pandemia, por lo que la tendencia se mantiene.

En cuanto a los motivos que señalan los asalariados que no fueron a trabajar, destacan las vacaciones y días de permisos, que afectan al 10,7% de los asalariados del sector público y al 5,9% de los del sector privado. Aunque en 2019 ya era el motivo principal de ausencia, es también el que más ha crecido, tres puntos, especialmente en lo público.

En este auge puede estar influyendo la reforma laboral por el trasvase a contratos indefinidos de contratos temporales, en los que se disfrutan menos las vacaciones generadas. Por otra parte, también se están concediendo más permisos retribuidos mediante la negociación colectiva, como los días de asuntos propios y los días por accidente o enfermedad de familiares cercanos.

El segundo motivo mayoritario de las faltas es la enfermedad, accidente o incapacidad temporal, que señalan el 4,9% de los empleados públicos y el 4,4% de los privados en la semana de referencia. Esta ratio ha crecido en casi dos puntos y es el factor en el que se han centrado tanto los agentes sociales como el Gobierno. El Ministerio de Seguridad Social ha movilizado en los últimos meses unos convenios entre las mutuas y la sanidad pública para agilizar el alta de los trabajadores por bajas médicas músculo-esqueléticas. Según su análisis, compartido por patronal y sindicatos, el atasco en la sanidad pública y en los procesos de rehabilitación estaría demorando algunas reincorporaciones.

Sin embargo, en términos generales no se aprecia un aumento general de la duración de las bajas laborales por enfermedad, sino una mayor incidencia de las mismas tras la pandemia. Más allá de motivos como un aumento de los problemas de salud mental, cabe señalar que las bajas por contingencias comunes tienen un comportamiento asociado al ciclo económico, con tendencia a crecer en fase expansiva y a reducirse durante las recesiones.

En tercer lugar, de las ausencias se encuentran los permisos por nacimiento, que afectan al 0,6% de los asalariados de ambos sectores, una ratio que apenas ha crecido dos décimas desde 2019. Aunque se han equiparado los permisos para madres y padres, la natalidad ha continuado descendiendo, lo que puede explicar el reducido impacto.

La productividad se recupera a pesar de las ausencias

Las horas trabajadas son uno de los ingredientes que determinan la evolución de la productividad aparente del trabajo, es decir, el PIB por hora y el PIB por ocupado. Según señala el último observatorio trimestral del mercado de trabajo de Fedea y BBVA Research, las horas por ocupado que registra la Contabilidad Nacional no se han recuperado, pero las horas trabajadas totales sí, y superan ya el nivel anterior a la pandemia por el crecimiento del empleo.

En concreto, la productividad por hora trabajada se situó en el tercer trimestre de 2024 un 3,1% por encima del cuarto trimestre de 2019 y la productividad por ocupado es un 0,3% superior. Se trata de un crecimiento reducido que no permite la convergencia de España con la media europea y que es factor determinante para el crecimiento económico a medio plazo y para que suban los salarios.

Las horas trabajadas por ocupado registran un continuado descenso en la Contabilidad Nacional y aún se encuentran un 2,8% por debajo del nivel anterior a la pandemia. Aunque se trata de una tendencia de descenso histórica, sucede en paralelo al mantenimiento de jornadas de trabajo habituales en torno a las 40 horas semanales en los empleos a tiempo completo, prácticamente las mismas que en los años 80. Esto plantea una paradoja entre lo que refleja la estadística y la experiencia real de gran parte de los trabajadores.

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