La 'hucha' de las pensiones que resucitó Escrivá es la que peor ha invertido de la UE
El Fondo de Reserva de España obtuvo una rentabilidad del 2% en 2023 comprando solo letras y bonos del Estado, aunque al menos supera las ratios negativas de los últimos años
El Fondo de Reserva de la Seguridad Social de España, más conocido como ‘hucha’ de las pensiones, tiene el objetivo de generar un colchón que auxilie al sistema público en los años de mayor tensión demográfica, a partir de 2033, pero sus aportaciones son en cierta medida artificiales y generan poca rentabilidad. Aunque se trata de un sistema existente en la mayor parte de las economías avanzadas, España es peculiar por varios motivos, lo que hace cuestionar la utilidad de la herramienta.
La hucha española, creada en el año 2000, se agotó tras la crisis financiera por el desplome de la economía y los recortes en el gasto público, pero José Luis Escrivá, actual gobernador del Banco de España, la reactivó durante su etapa de ministro a través de la reforma de pensiones de 2021. El nuevo diseño descartó que las aportaciones procedieran de los superávits ante el constante déficit del sistema desde el año 2010 y estableció que el fondo se nutriría principalmente de subir las cotizaciones sociales a través del Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI).
A diferencia de otros países, el dinero invertido en el fondo español produce escasa rentabilidad debido a la tipología de la cartera de inversiones, centrada solo en deuda pública, lo que hace que la hucha dependa fundamentalmente de los ingresos procedentes del MEI, que se desplomarán si hay una crisis y el empleo se tambalea. Según pone de manifiesto el último informe de la OCDE sobre los mercados de pensiones publicado este lunes, el fondo de reserva español fue el menos rentable de la Unión Europea en el primer año de su reactivación, con un 2% en términos reales, aunque mejora notablemente respecto a las medias históricas. La rentabilidad promedio de la última década es incluso negativa en términos reales (-1,1%) debido a los años de tipos de interés negativos.
En consecuencia, la hucha de las pensiones española solo superó en retorno en 2023 a la de EEUU, con un -0,9%, y le siguió Suecia, con un 2,6% si se calcula la media aritmética de sus cinco fondos públicos. El informe explica que esta reducida ratio de España y de EEUU se debe a que los fondos de ambos países invierten únicamente en letras y bonos del Estado, un activo seguro, pero que apenas ha generado una rentabilidad por encima de la inflación durante los últimos 20 años.
Contrastan con esta situación los países con mayores rentabilidades en sus fondos públicos, que tienen en común una cartera de inversiones mucho más diversificada en renta variable y acciones, entre otros. Japón, con un 19,5%, se sitúa como el primer país del ranking de rentabilidad y tiene la mitad de los activos depositados en renta variable. Algo similar sucede con Portugal, cuyo fondo de reserva alcanzó un rendimiento real del 7,6% el año pasado gracias a tener el 21% de sus activos en dicho tipo de activos. En la media de la OCDE, la rentabilidad de los fondos de reserva de pensiones se ha situado en el 5,3% en 2023, muy lejos del dato de España.
El fondo no cubre ni una mensualidad
El Fondo de Reserva terminó el año 2022 con 2.141 millones, mínimo histórico, pero cerró 2023 con 5.578 millones, de los cuales 2.218 proceden del aumento de cotizaciones del MEI y las dotaciones procedentes de excedentes de la Seguridad Social llevan sin suceder desde el año 2010. En 2024 el fondo ha ascendido ya a 8.300 millones y el Gobierno prevé cerrar el año con 9.300, una cantidad que realmente no cubre ni una mensualidad del gasto en pensiones contributivas (que se acerca ya a los 13.000 millones de euros).
Esta situación de partida, con una hucha prácticamente vacía, hace que España sea el país de la OCDE que más ha aumentado la aportación en el último año (un 160%), pero no evita que el fondo de reserva siga siendo el más pequeño de los países analizados. Solo representa un 0,4% del PIB y aún está lejos del país de la UE que le sigue en el ranking, Polonia, con un tamaño de su fondo del 1,9% del PIB. Lideran la lista Corea del Sur (46,3%), Japón (38,3%) y Luxemburgo (33,1%).
La escasa rentabilidad del instrumento y la situación del sistema de pensiones español, con déficits contributivos reiterados, dificulta alcanzar los 50.000 millones en la hucha a finales de esta década, según fija como objetivo el Gobierno en sus proyecciones del gasto en pensiones, realizadas en 2023 por Escrivá.
Sin excedentes reales
Además, la fórmula elegida para revivir la hucha ha sido ampliamente criticada. Según refleja el informe de ejecución presupuestaria hasta octubre de 2024, las diferencias entre los ingresos por cotizaciones sociales por contingencias comunes y los gastos en prestaciones contributivas supera los 15.000 millones de euros, más que el año anterior. Esto es consecuencia de que los gastos han aumentado más que los ingresos a pesar de las transferencias récord del Estado y de la subida de cotizaciones sociales. En 2023 ya se registró un déficit contributivo de 28.000 millones.
Según explica Fedea en su informe Las cuentas de la Seguridad Social Ampliada, estos déficits anuales evidencian que “no hay un excedente real que se pueda ingresar en el Fondo de Reserva” y que lo que se está haciendo realmente es “emitir más deuda para financiar una aportación ficticia al mismo”. Esto se refiere a que el Tesoro emite deuda para pagar las pensiones al no ser suficientes los ingresos contributivos, por lo que al destinar una parte de los insuficientes ingresos a la hucha está provocando una mayor emisión de deuda.
El Fondo de Reserva de la Seguridad Social de España, más conocido como ‘hucha’ de las pensiones, tiene el objetivo de generar un colchón que auxilie al sistema público en los años de mayor tensión demográfica, a partir de 2033, pero sus aportaciones son en cierta medida artificiales y generan poca rentabilidad. Aunque se trata de un sistema existente en la mayor parte de las economías avanzadas, España es peculiar por varios motivos, lo que hace cuestionar la utilidad de la herramienta.
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