Trump y sus caballos de Troya en Europa se frotan las manos
La votación de ayer en el parlamento europeo sobre el colegio de comisarios refleja con nitidez la debilidad de la nueva Comisión Europea. El problema para Von der Leyen es que Trump cuenta con numerosos aliados dentro de la UE
Ya es casualidad –la última vez ocurrió hace dos décadas en un contexto geopolítico completamente diferente– que la nueva Comisión Europea coincida en el tiempo con el inicio del segundo mandato de Donald Trump. Casualidad porque nunca Bruselas tuvo tantos enemigos dentro —hay quien los ha llamado los caballos de Troya de la nueva Casa Blanca— para defenderse de la ofensiva arancelaria del próximo presidente de EEUU, que se ha comprometido a revertir el fuerte superávit comercial de bienes de la Unión Europea. En total, y con datos de 2022, algo más de 150.900 millones de euros.
Lo del caballo de Troya no es una licencia literaria. El colegio de comisarios de la presidenta Von der Leyen salió adelante este miércoles en el Parlamento Europeo con el menor respaldo desde que Estrasburgo tiene algo que decir es este tipo de nombramientos, hace tres décadas, lo que da idea de las dificultades que tendrá Europa para hacer frente a la política arancelaria de Trump. Von der Leyen obtuvo 370 diputados a favor (de 720), 282 en contra y 36 europarlamentarios se abstuvieron. Otros 32 no participaron en la votación.
Lo sustantivo, sin embargo, es que muchos de quienes votaron en contra o se abstuvieron tienen mando en plaza en algunos gobiernos, mientras que otros, caso de Países Bajos o Austria, son mayoritarios en sus respectivos países. Lo que les une —obviamente con algunas diferencias— es su cercanía a Trump, que en los últimos años los ha recibido de forma calurosa otorgándoles una especie de legitimidad identitaria más que ideológica para ingresar en algo parecido a una internacional del populismo. Identitaria porque en los partidos situados a la derecha del Partido Popular Europeo (PPE) hay de todo: proteccionistas, ultraliberales o, simplemente, oportunistas que saben que conceptos como soberanía (en particular en cuestiones comerciales o económicas) tienen mucho tirón.
La mayoría, en todo caso, ha encontrado en el proteccionismo –como el presidente estadounidense– un firme aliado para ganar votos, lo que pondrá en dificultades a la presidenta de la Comisión Europeo para defender el mantenimiento del actual estatus comercial, basado en cadenas globales de producción interconectadas. Gracias a ello, Europa es el mayor exportador del mundo de bienes y servicios manufacturados. Y EEUU, precisamente, es el principal destino de los bienes de la UE, con una cuota del 19,7% del total de las exportaciones. Es decir, casi un quinto de las exportaciones van al país que Trump quiere privilegiar a través del célebre America first.
Reglas justas
Justo lo contrario que Bruselas, que tiene el monopolio de las reglas comerciales en el conjunto de la Unión Europea, y que quiere pocos aranceles y reglas justas para favorecer las transacciones que impidan que el comercio se convierta en un instrumento de presión política. Las dificultades de la Comisión serán mayores si se tiene en cuenta que Europa mantiene la regla de la unanimidad para la mayoría de las decisiones trascendentes, lo que significa que cualquier gobierno aliado de Trump en Europa puede poner palos en las ruedas de la Unión Europea. Obviamente, gracias a un indiscutible respaldo popular de los partidos que han visto en el proteccionismo su razón electoral de ser.
Y es que Von der Leyen tiene al enemigo dentro. Algunos de los comisarios elegidos por Von der Leyen le harán oposición en el seno de la propia Comisión gracias a que se mantiene el principio de un país, un comisario, lo que convierte a Bruselas en el único gobierno del mundo en el que el presidente (en este caso presidenta) no decide quiénes serán sus ministros. Algo que se ha visto en la elección de comisarios. Von der Leyen carece de fuerza legal para impedir que Orbán o Meloni —ni por supuesto Sánchez en el caso Ribera— envíen a quien consideren oportuno al colegio de comisarios, y por eso ha tenido que integrar a dos duros: Raffaele Fitto y el húngaro Olivér Várhelyi. Otra cosa es que lo pueda vetar el Parlamento Europeo, pero allí, como ha ocurrido en la votación de este miércoles, rige el viejo principio de ‘no nos vamos a hacer daño’. Si no votas a mi candidato, tampoco voto yo al tuyo.
Lo que ha sucedido recientemente con los coches eléctricos chinos, aunque en este caso también algunos gobiernos de la mayoría de Von der Leyen votaron por motivaciones nacionales, es clarificador. La decisión de seguir aplicando aranceles a los automóviles chinos salió adelante con 10 países votando a favor y cinco en contra, los 12 restantes se abstuvieron. Es decir, la desunión en un asunto tan relevante para la industria europea es patente, lo que es una ventana de oportunidad para que Trump ponga en marcha medidas unilaterales sin que la UE tenga capacidad de respuesta por la división interna. Máxime cuando la defensa y la seguridad también dependen de la voluntad de Trump. Malos tiempos para Europa con el enemigo dentro y sin una estrategia sólida para enfrentarse al próximo presidente de EEUU.
Ya es casualidad –la última vez ocurrió hace dos décadas en un contexto geopolítico completamente diferente– que la nueva Comisión Europea coincida en el tiempo con el inicio del segundo mandato de Donald Trump. Casualidad porque nunca Bruselas tuvo tantos enemigos dentro —hay quien los ha llamado los caballos de Troya de la nueva Casa Blanca— para defenderse de la ofensiva arancelaria del próximo presidente de EEUU, que se ha comprometido a revertir el fuerte superávit comercial de bienes de la Unión Europea. En total, y con datos de 2022, algo más de 150.900 millones de euros.
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