El informe que desvela que España no sólo invierte poco, también invierte mal
La inversión en intangibles es la clave del éxito económico de los territorios, pero España se encuentra a la cola y, además, prioriza el gasto en imagen de marca
Hay muchas explicaciones detrás del estancamiento de la productividad de España en las dos últimas décadas. Pero hay una que permite, a su vez, explicar la evolución de las economías de los diferentes países. Esto es, una causa que está en el origen del crecimiento, o no, de las naciones: la inversión en intangibles. Esto es, en activos que no se pueden tocar, pero que contribuyen a generar producción: desde programas informáticos, patentes, innovaciones, estudios de mercado, formación de los trabajadores, mejoras de la organización de los recursos, etc.
Un estudio elaborado por la Fundación Cotec y el Ivie ha detectado la correlación que existe, en varios países y también en las CCAA españolas, entre la inversión en intangibles y la productividad por ocupado. Esta relación no se observa cuando se compara con otra inversión en bienes tangibles, lo que muestra que existe un tipo de inversión que es el camino hacia el éxito. Y España lleva décadas ignorándolo.
El estudio compara la inversión en intangibles en diez países desarrollados y España no sale muy bien posicionada. "De los diez países considerados España ocupa las últimas posiciones, tanto en el esfuerzo inversor (inversión/ PIB) en intangibles, como en el peso de dicha inversión sobre la inversión total". La inversión en intangibles es equivalente al 7,8% del PIB, lo que sitúa a España en el noveno puesto, por debajo de Portugal (el 8,3%) y sólo mejor que Italia (el 7,5%).
En la última década, la inversión en intangibles no ha avanzado nada: ya era del 7,8% del PIB en 2014. Pero España no sólo invierte poco, sino que también elige mal. Primero, porque prioriza activos tangibles, cuyo impacto sobre el crecimiento es más cuestionable. Y segundo, porque en los intangibles sólo supera la media europea en un tipo de activo: la inversión en imagen de marca. Las empresas gastan mucho dinero en publicidad para que los consumidores reconozcan su nombre, o para mejorar su reputación. En concreto, destinan el 1,5% del PIB a su imagen de marca, un 6% más que la media comunitaria.
Además, es un tipo de inversión sostenida en el tiempo. Para las empresas españolas, la publicidad es una de sus prioridades. Una estrategia que no mejora la productividad ni su competitividad, pero en muchas ocasiones es útil para mejorar las ventas. Si se compara con el resto de países analizados, la inversión en imagen de marca es superior a la de Francia, Suecia, Alemania e Italia, e inferior a las de Reino Unido, Países Bajos, EEUU y Finlandia.
Las empresas españolas gastan mucho en publicidad, pero poco en innovar, como es bien conocido. En concreto, el gasto en I+D y otros activos inmateriales fue del 1,7% del PIB en 2023, un 17% inferior al conjunto de la UE. Sin embargo, lo que no es tan conocido es que las empresas y las administraciones gastan poco en mejorar sus procesos y la formación de sus trabajadores. El resultado es que se mantienen durante décadas formas de producir que los países punteros ya han dejado atrás.
La inversión en formación de trabajadores realizada en 2023 apenas fue del 0,4% del PIB, el peor país de todos los analizados, con mucha diferencia: es menos de la mitad que la media de los países de la UE. Tampoco invierten en mejorar sus procesos internos: el 1,3% del PIB frente a casi el 2,7% de la UE.
Este es uno de los grandes males que aquejan a la economía española: las empresas no utilizan bien sus recursos productivos porque no emplean las mejores prácticas internacionales. "Se trata de una estrategia -deseada o no- que no apuesta por reforzar las inversiones que más hacen avanzar la productividad, base económica sobre la que se fundamentan los salarios, el empleo de calidad, las políticas sociales y el estado del bienestar", subraya el estudio.
Y si las empresas están mal, las administraciones públicas aún peor. Hace tres décadas, el sector público poseía casi el 11% del capital intangible de España, actualmente es menos del 6%. Esto es, a pesar del aumento del gasto público, la participación de las administraciones en la inversión más productiva ha sido prácticamente nula. Los distintos gobiernos han optado por priorizar el gasto corriente y, sobre todo, las prestaciones sociales, por encima de la inversión. Es el gasto que da votos, pero que supone la condena del país a largo plazo.
Solo una de las CCAA de España supera la media europea de inversión en intangibles: Madrid, con un esfuerzo del 11,5% del PIB. Las dos siguientes son Cataluña y Navarra, con un 8,5% y un 7,9%, respectivamente. En el extremo opuesto se sitúa Castilla-La Mancha, la única cuya inversión no alcanza el 5%. Por delante están Extremadura y Canarias, con un 5,1%.
Un poco de esperanza
A pesar de todos estos malos resultados, hay un motivo para la esperanza. Desde el inicio de la pandemia se ha producido una aceleración de la inversión en activos intangibles. Aunque todavía está lejos de las cifras europeas, se está produciendo una cierta convergencia gracias a la inversión que realizan las empresas de servicios. No ocurre lo mismo con la administración pública, cuya inversión sigue completamente estancada a pesar del rápido crecimiento del gasto público de los últimos años.
La mitad del stock de capital intangible en España está en las empresas de servicios avanzados (actividades profesionales, científicas, técnicas, informáticas, financieras y comerciales). También ha aumentado la participación de los servicios privados tradicionales (educación, sanidad, transporte, hostelería e inmobiliario), pasando del 6,4% hace tres décadas a casi el 14% en la actualidad.
Estos servicios privados son precisamente los que están sosteniendo el crecimiento de la economía española en estos años. Son empresas que han conseguido ser competitivas a nivel global, elevar sus exportaciones y generar un flujo continuo de creación de empleo. Una situación opuesta a la que vive la industria europea, que se encuentra en una profunda crisis por haber escatimado en inversión innovadora durante las dos últimas décadas. Para España, los servicios privados son la gran esperanza económica, por lo que la evolución de los últimos tres años genera .
Hay muchas explicaciones detrás del estancamiento de la productividad de España en las dos últimas décadas. Pero hay una que permite, a su vez, explicar la evolución de las economías de los diferentes países. Esto es, una causa que está en el origen del crecimiento, o no, de las naciones: la inversión en intangibles. Esto es, en activos que no se pueden tocar, pero que contribuyen a generar producción: desde programas informáticos, patentes, innovaciones, estudios de mercado, formación de los trabajadores, mejoras de la organización de los recursos, etc.
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