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La renuncia de Trump a las renovables liberaría 80.000 M de inversión en el resto del mundo
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NO DETENDRÁ LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA

La renuncia de Trump a las renovables liberaría 80.000 M de inversión en el resto del mundo

Un estudio de la Universidad Johns Hopkins calcula que la retirada de los créditos fiscales de Biden favorecería a China y haría perder 50.000 millones a EEUU en exportaciones

Foto: Un obrero, durante la construcción de un aerogenerador. (EFE/Mauricio Dueñas)
Un obrero, durante la construcción de un aerogenerador. (EFE/Mauricio Dueñas)
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La victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos cambiará muchas cosas en la economía de la primera potencia. Y, por tanto, en la de todo el mundo. Pese a las medidas proteccionistas que plantea el presidente electo, en el sistema de la globalización todo está interconectado. No se trata necesariamente de un juego de suma cero, pero el viejo proverbio de las relaciones internacionales se aplica de forma implacable: si no ocupas un espacio, te lo ocupan. Y eso es lo que podría ocurrir en uno de los ámbitos clave para el liderazgo mundial durante las próximas décadas: la transición energética.

Negacionista del cambio climático y apoyado por el potente lobby de los combustibles fósiles, el republicano ha hecho campaña en contra de las renovables, en ocasiones a través de datos falsos. Llegó a decir en un mitin, por ejemplo, que los precios de la energía habían subido en Estados Unidos por culpa de la eólica, cuando diferentes estudios, como este del asesor financiero Lazard, han atestiguado que es la fuente más barata en el país. Es cierto que el grupo de presión que representa al sector se ha apresurado a mostrar su mejor disposición para trabajar con el nuevo presidente (de hecho, esa industria creció a doble dígito durante el primer mandato del magnate, entre 2016 y 2020). Pero Trump no parece tan dispuesto.

Todavía es muy pronto para saber en qué medidas se concretará la hostilidad del republicano hacia las renovables, si bien algunas fundaciones próximas al movimiento MAGA (Make American Great Again) han ido trazando un camino maximalista. Es el caso de la conservadora Heritage Foundation, a través de su hoja de ruta llamada Project 25. En ella, contempla excluir al sector de los espectaculares programas fiscales del anterior presidente, Joe Biden, como la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), la Ley Bipartidista de Infraestructuras o la Ley de Ciencia y Chips.

Este giro tendría unas consecuencias muy profundas no solo para el sector, sino para el conjunto de la economía estadounidense, que quedaría rezagada frente a China en el ámbito de la transición climática. Por contra, también supondría una oportunidad de oro para terceros países. Al final, el apetito inversor por las renovables seguirá ahí: la cuestión es hacia dónde se dirija.

Foto: El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. (Reuters/Carlos Barria)

Un estudio del laboratorio de ideas Net Zero Industrial Policy Lab —ligado a la prestigiosa Universidad Johns Hopkins y especializado en las sinergias entre la Administración y la empresa para lograr la neutralidad climática— calcula que hay 80.000 millones de dólares (unos 75.000 millones de euros) en juego. Ese es el flujo que podría acabar en otros países en el escenario base contemplado por los investigadores. La retirada del IRA dejaría una alfombra roja a Pekín, el rival sistémico de Washington, pero también a naciones como Japón, Corea del Sur, Marruecos o México, especialmente en ámbitos como la cadena de valor de las baterías y de las placas solares. El informe, sin embargo, no menciona a España. Pese a su destacada capacidad de generación de energía renovable, la cuarta economía del euro no juega un papel destacado en el desarrollo tecnológico o la fabricación de componentes (con la excepción de las turbinas eólicas).

Ahí se encuentra la verdadera clave económica: no tanto en las consecuencias sobre el mercado energético de Estados Unidos de la apuesta trumpista por los combustibles fósiles —al final, el país tiene una ventaja competitiva respecto a otros, gracias a su elevada capacidad de extracción de gas y petróleo a precio de saldo, para consumo interno o para exportar—, sino en una cuestión estratégica. En una época de repliegue industrial y refuerzo de las capacidades nacionales defendidos por el propio Trump ("America First"), la nueva Administración podría regalarle la preeminencia a sus competidores por los prejuicios ideológicos de la candidatura ganadora.

En cualquier caso, los investigadores consideran que no es sencillo que el programa contrario a las renovables pueda aplicarse hasta las últimas consecuencias. Existen numerosos intereses en favor de mantener el IRA: desde los de algunos legisladores republicanos hasta los de las comunidades que pueden ver en riesgo sus empleos por la desindustrialización, y que se han convertido en uno de los baluartes electorales del trumpismo. Por no hablar de la coalición de lobbies que apoya los subsidios por su propio beneficio económico.

Riesgo para la balanza comercial

Con o sin Estados Unidos, la transición energética vive un momento dulce, con una inversión creciente en tecnologías renovables —entre ellas, el coche eléctrico— y una contante caída de los precios que las hace cada vez más competitivas. "La presidencia de Trump no cambiará esos fundamentos", explican los autores. Las renovables serán cada vez más baratas, independientemente de los subsidios, pero, sin estos, la primera potencia del mundo tendrá que importar una proporción creciente de esas tecnologías. Y también dejará de exportarlas por valor de 50.000 millones de dólares (casi 47.000 millones de euros), especialmente en baterías, lo que redundará en la pérdida de fábricas, puestos de trabajo e ingresos fiscales, además de deteriorar la balanza comercial del país.

Lo que está en cuestión no es el proceso de transición energética, sino quién lo lidera

En definitiva: lo que está en cuestión no es el proceso, sino quién lo lidera. La industria renovable es muy intensiva en I+D+i, y necesita un ingente respaldo financiero que China no duda en proporcionar desde el sector público. La política de Biden también ha ido por ahí, con créditos fiscales que han movilizado una inversión de 200.000 millones de dólares (unos 186.000 millones de euros) a las diferentes industrias del sector. "Este tipo de acciones son muy necesarias para que Estados Unidos pueda competir con China y recuperar una posición en las emergentes cadenas de suministro de energía limpia", aseguran los autores.

El flujo no solo ha beneficiado a las industrias norteamericanas, sino a las de terceros que se han posicionado en las cadenas de suministro de las energías limpias, añade el informe: "Si bien los aliados de Estados Unidos inicialmente temieron que se estuviera embarcado en una estrategia industrial proteccionista (...), otros países ven ahora cómo pueden beneficiarse de la acción climática de Estados Unidos. Se necesitan aliados y socios para proporcionar componentes críticos para las fábricas estadounidenses, así como para poseer y administrar esas fábricas". En ese sentido, destaca que el 45% de la inversión del IRA ha sido realizada por empresas extranjeras, con las japonesas y las surcoreanas a la cabeza.

Foto: Logo de Iberdrola en los aerogeneradores del monte Oiz. (Reuters/Vincent West )

El escenario puede saltar ahora por los aires, sobre todo teniendo en cuenta que no solo Trump ha vencido en las presidenciales, sino que los republicanos también tienen mayoría en la Cámara de los Representantes y el Senado. Además de la retirada de los créditos fiscales para los proyectos renovables, que podría suponer la cancelación de algunos de ellos y perjudicar a empresas españolas como Iberdrola y Repsol, la nueva Administración también podría finiquitar los programas de investigación del Departamento de Energía, lo que "dañaría severamente" la capacidad de Estados Unidos para desarrollar y escalar las tecnologías que protagonizarán la transición climática, concluye el documento. Esto debilitaría su posición geopolítica en el futuro.

Bentley Allan, codirector del Net Zero Industrial Policy Lab, concluye: "Una presidencia de Trump con una Cámara de Representantes controlada por los republicanos solo retrasará y creará problemas para la transición energética. No puede impedirla y, por lo tanto, solo puede perjudicar a los ciudadanos estadounidenses tanto a corto como a largo plazo". El propio magnate es el único que puede aplacar semejantes temores con una actuación más pragmática que la que ha transmitido en sus últimas intervenciones públicas.

La victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos cambiará muchas cosas en la economía de la primera potencia. Y, por tanto, en la de todo el mundo. Pese a las medidas proteccionistas que plantea el presidente electo, en el sistema de la globalización todo está interconectado. No se trata necesariamente de un juego de suma cero, pero el viejo proverbio de las relaciones internacionales se aplica de forma implacable: si no ocupas un espacio, te lo ocupan. Y eso es lo que podría ocurrir en uno de los ámbitos clave para el liderazgo mundial durante las próximas décadas: la transición energética.

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