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"Si el cambio climático mata el turismo y nosotros, la industria, nos volveremos un museo"
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ENTREVISTA A NEMESIO FERNÁNDEZ CUESTA

"Si el cambio climático mata el turismo y nosotros, la industria, nos volveremos un museo"

El experto en el sector energético critica duramente la ideologización de la transición ecológica y energética

Foto: Nemesio Fernández-Cuesta durante una entrevista con EC. (M. A.)
Nemesio Fernández-Cuesta durante una entrevista con EC. (M. A.)
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Nemesio Fernández Cuesta (Madrid, 1957) tiene una visión del cambio climático que no va a gustar a ninguno de los extremos del arco ideológico actual. Pero eso no parece importarle demasiado. Su experiencia en el sector público y en el privado le sitúa como una de las voces más autorizadas para hablar de energía en España.

Fernández Cuesta fue Técnico Comercial y Economista del Estado desde los 24 años, secretario de Estado de Energía entre 1996 y 1998, con el primer Gobierno de José María Aznar, y cuenta con más de veinte años en puestos de responsabilidad en el sector energético y de infraestructuras (Repsol, Isolux Corsán y Eolia). Atiende a El Confidencial con motivo de la publicación el próximo 13 de noviembre de su nuevo libro, No se trata de si es verde o no, sino de si elimina o reduce las emisiones (Deusto, 2024), con el que manda una serie de mensajes clave. Por un lado, el cambio climático provocado por la acumulación de gases de efecto invernadero de origen humano es un hecho incontestable, puede provocar daños graves a la economía y al ecosistema tal y como lo conocemos y hay que hacer esfuerzos para revertir la situación. Por el otro, el apocalipsis climático no amenaza la supervivencia de la especie humana, y las soluciones que estamos implementando en Europa corren el riesgo de arruinar su economía, desestructurar la sociedad y aumentar el descontento que alimenta las opciones políticas extremas. Fernández Cuesta propone una alternativa: desideologizar la transición energética, olvidarse del etiquetado verde y centrarse en tecnologías que reduzcan emisiones y generen megavatios-hora baratos. Y una dosis de optimismo: hacerlo es posible.

PREGUNTA. ¿Por qué cree que la etiqueta verde se ha convertido en un problema más que en parte de la solución?

RESPUESTA. La etiqueta verde se ha vuelto problemática porque enfoca todo en ser "verde" en lugar de abordar el verdadero problema: las emisiones. Resolver problemas requiere análisis y manejo específico, no soluciones únicas. En este contexto, necesitamos equilibrar las emisiones y la captura de CO₂, y cumplir con la Agenda 2030. La energía nuclear, aunque no es verde, proporciona electricidad sin emisiones las 24 horas, lo que la hace útil mientras se desarrollan soluciones de almacenamiento para energías renovables. La obsesión con lo verde limita opciones prácticas, como se ve en Europa, donde ni el gas ni la nuclear son "verdes" pero resultan necesarios para la transición energética. ¿Cómo quiere Alemania salir del carbón si no utiliza el gas? ¿O qué va a hacer Francia con su parque nuclear?

P. La idea sería no canalizar las inversiones para fomentar lo que tenga una etiqueta verde, sino hacia lo que reduzca emisiones...

R. Pongamos el ejemplo de España, donde la edad media de los coches es de 15 años. Si subvencionamos la sustitución de coches diésel de más de 10 años por coches diésel nuevos, las emisiones se reducirían enormemente, no solo de CO₂, sino de partículas de dióxido de nitrógeno.

"El 70% de los coches duermen en la calle, si queremos coches eléctricos, necesitamos una red pública, lo cual requiere tiempo y dinero"

P. España sufrirá graves consecuencias si no afronta el problema de forma racional. ¿Dónde ve mayor riesgo, en no hacer nada o en hacer demasiado y romper toda una capa industrial?

R. Veo riesgo en ambas opciones. Pero hay que tener en cuenta dos cosas. Una es que las emisiones de Europa son el 7% del total global y las de España apenas llegan al 1%. Por lo tanto, eso de que la Unión Europea tiene que liderar y que España sea uno de los abanderados me parece una exageración. España es el segundo mayor fabricante europeo de coches, y ahora queremos cumplir los objetivos europeos para acabar con el motor de combustión interna en 2035 o alcanzar el 55% de reducción de emisiones. La única solución es comprar coches chinos, con lo que afectamos nuestra industria. El otro riesgo, el de no hacer nada, implica que ni China ni EEUU reduzcan sus emisiones, y estas sigan creciendo. Es probable que la temperatura media en España a finales de este siglo pueda estar en tres grados o más. Para el turismo, por ejemplo, o se reconvierte o sufrirá pérdidas millonarias. Tendríamos una temperatura como la de Qatar, y nadie va a veranear a Qatar. Somos el mayor productor hortofrutícola de Europa. ¿Con esas temperaturas y la reducción de lluvias lo seguiremos siendo?

P. Para un político es una situación complicadísima. Tengo que tomar medidas que pueden perjudicar una industria, pero, a su vez, si el resto del mundo no me acompaña, no se va a solucionar el problema de fondo.

R. Hay que trabajar en ambas líneas. Pero te pongo un ejemplo en el marco de reducir emisiones. Si utilizas el HVO, aceite vegetal hidrogenado, para sustituir el diésel, la reducción en todo el ciclo de vida de este combustible puede ser del 50%, del 70% o más. Entonces tienes menos emisiones y no tienes que cambiar los coches diésel. Y tienes 20 años para montar una industria para la electrificación de los coches. Ahora nos vemos con que tenemos que electrificar los coches, pero no tenemos los minerales, no tenemos las refinerías para hacer los materiales necesarios, no tenemos baterías, y hay que actualizar todas las cadenas de montaje en cada una de las partes. Y eso lo queremos hacer de forma inmediata. Pero necesita 15, 20, 30 años de adaptación. Y luego está el tema de que el coche eléctrico es más caro que el coche de combustión. No hay demanda. Si analizas el coste durante toda la vida útil del coche, incluyendo el precio del gasóleo, los impuestos… al final, si la electricidad es más barata, sale a cuenta. Pero el problema es de balance. La gente no tiene el dinero para comprar un coche eléctrico, ni para hacer el leasing. Por lo tanto, hacer ahora toda la reconversión de la industria cuando no hay demanda es una línea complicada de seguir.

P. Es la dicotomía que explicas en el libro: coches baratos con combustible caro o coches caros con combustible barato.

R. Sí, ese es el dilema hasta que sepamos por dónde se decanta la tecnología. Si los coches eléctricos se abaratan, tendremos coches baratos y combustible barato. O si la tecnología para hacer este tipo de combustibles de origen vegetal, biocombustibles o sintéticos, mejora y se abarata, también tendremos coches baratos y combustible barato. Esa es la mentalidad de dejar que las cosas fluyan y de ver quién se lleva el gato al agua.

"Cuando lo planteas algo como todo o nada, tienes a un grupo de gente que se decanta por la nada, lo que llaman la agenda 'woke'"

P. En este modelo global de megaurbes, donde la población se concentra cada vez más en grandes ciudades verticales, ¿aguanta la infraestructura eléctrica un parque móvil eminentemente eléctrico? No todo el mundo vive en un adosado con garaje y punto de recarga propio.

R. El 70% de los coches en España duermen en la calle. Entonces, si queremos hablar de coches eléctricos, es fundamental hablar de una red de recarga pública, que necesita líneas de transmisión, transporte y distribución de electricidad, lo cual requiere tiempo, dinero y permisos. ¿Se puede hacer? Claro que se puede, pero necesitamos primero cambiar la normativa de toda la red de transporte y distribución de energía. Tenemos un límite de inversión sobre el PIB impuesto por el Gobierno del PP por la necesidad de reducir costes debido a la crisis, y el Gobierno actual lo ha mantenido porque dice que hay que consumir menos energía.

P. Algo de lo que usted discrepa abiertamente

R. En realidad, hay que consumir más energía, porque más energía significará más crecimiento. Pero la energía no tiene que generar emisiones. Esa es la diferencia básica. Si no, cuando dicen que aquí hay que decrecer para solucionar el problema… Un plan de decrecimiento económico no ha solucionado ningún problema, ni de desigualdad ni de nada, nunca en la vida. Y ganar tiempo: 20, 30 o 40 años, porque los chinos ya han dicho que antes del 2060, incluso antes del 2070, nos olvidemos de ellos. Ese tipo de cuestiones son las que hay que analizar y considerar, pero, efectivamente, hay que invertir mucho en líneas de transporte y electricidad. De lo contrario, no habrá coche eléctrico.

P. Usted argumenta que desde la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, en 1992, el movimiento de izquierda ha adoptado la ecología como una bandera propia y lo ha convertido en algo de todo o nada. ¿Han acabado perjudicando la causa que querían defender?

R. Cuando planteas algo como un todo o nada, desde el principio tienes a un grupo de gente que se decanta por la nada. Y ese grupo incluye personas que están en contra de las emisiones, pero también, utilizando el término que se puso de moda, aquellos que se oponen a la agenda 'woke'. Ese negacionismo, simplemente porque la causa viene de ahí, es perjudicial. Y, oye, pues efectivamente no se puede solucionar todo a la vez. Si se ha contaminado un río, es una desgracia local que debe atenderse, pero no está relacionado con la atmósfera y el cambio climático. Son problemas de gravedad e intensidad distintas, por lo que hay que separarlos y centrarse en resolver cada uno.

"Aunque la globalización es buena, el liberalismo es bueno y la economía de mercado es buena, hay que competir en igualdad de condiciones"

P. Pero la derecha también ha cometido errores al dejar todo ese terreno de juego y toda la bandera del ecologismo a la izquierda.

R. He escrito en el libro que la derecha, después de la caída de la Unión Soviética, abandonó el debate ideológico. "Si ya hemos ganado, ¿para qué discutir?" Parece incluso que discutir es recrearse en la victoria. Sin embargo, el ecologismo ha tenido un papel fundamental en denunciar ciertas situaciones, pero al construir la solución hay que considerar cómo funciona la economía de mercado y cómo funcionan las sociedades. Si vas en contra de las formas de vida, generas rechazo. Luego está el problema de la globalización, consecuencia inmediata de la victoria ideológica de la derecha. Las políticas de globalización han convertido a China y parte de Asia en el taller del mundo, lo que implica una enorme transferencia de riqueza. Esa transferencia puede realizarse en 50 años o en 100, pero si ocurre en 10 años, genera problemas.

P. Y surgen fenómenos como Trump.

R. En el libro cito El Desmoronamiento de George Parker, que recomiendo leer, y que analiza la desindustrialización del Medio Oeste estadounidense y los cinturones industriales del norte. Esa transferencia de riqueza también significa transferencia de poder. Claro que podría haberse hecho de golpe, como se hizo, o de manera mucho más sosegada. Son decisiones que se tomaron y han tenido consecuencias, aunque la globalización es buena, el liberalismo es bueno y la economía de mercado es buena. Pero hay que competir en igualdad de condiciones. Si las empresas chinas no tienen restricciones financieras porque el poder central decide que esa industria es estratégica y la impulsa…

P. ¿Pero cuál es la mejor manera de combatir esto? Porque si entramos en una guerra arancelaria... Tenemos el ejemplo de los aranceles a los vehículos eléctricos chinos. Los propios fabricantes europeos de coches no quieren que se impongan esos aranceles.

R. No quieren porque temen que eso afecte a su negocio. Hace cinco años, la cuota de mercado de vehículos de lujo en China para los fabricantes alemanes era del cuarenta y tantos por ciento; ahora es del veintitantos y dentro de cinco años será cero, porque los chinos avanzan rápido. Aceptan la inversión, pero inmediatamente comienzan a analizarte, copiarte y desarrollar su propio proyecto. Y eso lo hacen de manera completamente legal, aunque a veces cruzan ciertos límites… La clave es que operan en un marco completamente distinto al europeo, que es de restricción financiera.

"Aplicaría una tasa de ajuste de carbono, ajustándola en función del diferencial de emisiones. Esto tiene más sentido"

P. ¿Entonces apuestas por los aranceles para igualar el terreno de juego con China?

R. No impondría aranceles, pero sí aplicaría una tasa de ajuste de carbono en frontera, ajustándola y ampliándola en función del diferencial de emisiones. China quema más del 54% del carbón del mundo. Cada año, hasta 2023, ha incorporado nueva capacidad de generación de electricidad con carbón superior a toda la capacidad de electricidad con carbón de la UE. Y esto ocurre cada año. Cada kilovatio hora generado en China implica 500 gramos de CO₂ a la atmósfera, mientras que en Europa son 200. Por esos 300 gramos adicionales, deberían pagar, porque si estoy importando sus coches, estoy importando sus emisiones. No tiene sentido que yo reduzca mis emisiones y compre sus coches fabricados con esas emisiones. Si China reduce sus emisiones, yo ajusto automáticamente esa tasa. Tiene más sentido esto que aplicar aranceles basados en costes.

P. Reducir emisiones e importar productos fabricados con más emisiones suena a la hipocresía europea con el fracking. Lo prohibimos aquí, pero importamos el gas y el petróleo de EEUU, obtenidos mediante esta tecnología.

R. Si no fuera por el fracking, EEUU no tendría la capacidad de generar el gas y el petróleo que nos ha permitido afrontar la situación del gas ruso tras la guerra en Ucrania. Y efectivamente, el fracking no es verde y no lo será, pero es necesario porque nos permite bajar los precios del petróleo y del gas.

P. Por eso defiendes también que el gas y la nuclear deben formar parte sí o sí del mix energético...

R. Para mantener abiertas las nucleares que tenemos, que son de los años 80, se pueden hacer mínimos ajustes y obtener electricidad 24/7 a 55 € por megavatio hora, si se reducen los impuestos que llevan asociados. Eso, combinado con muchas renovables, almacenamiento y un consumo necesario de gas —ya sea gas natural o biometano— y utilizando captura de carbono, podría llevarnos a un sistema eléctrico descarbonizado y, además, más barato que el actual. Ese debería ser el objetivo primordial de España: lograr un sistema eléctrico descarbonizado y económico. Ese coste podría estar en el rango de 55 a 65 € por megavatio-hora, de forma continua, lo que sería una ventaja competitiva para España y serviría de base para una reindustrialización.

"En Europa, más del 40% del hidrógeno industrial debe ser verde. ¿Y quién va a pagar ese coste? ¿Los agricultores, a través de los fertilizantes?"

P. Reindustrializar el país.

R. Esa sería mi prioridad, pero hay que trabajar en muchos frentes: almacenamiento, baterías, redes de distribución, y mantener las nucleares abiertas. Porque la única tecnología que podría sustituirlas ahora mismo es el gas. Aunque hemos salvado los muebles con el gas estadounidense, este nos cuesta 40 € el megavatio-hora, mientras que el gas ruso costaba 20 €. Esto implica que, si sustituimos nucleares por gas, el coste de la electricidad se elevaría a entre 80 y 100 € por megavatio-hora, y con emisiones. Cuando podríamos tenerla a 70 o 75 € con emisiones casi nulas. Por eso el título del libro: no importa si es verde o no, sino si elimina o reduce emisiones.

P. Para terminar con la geopolítica, un segundo mandato de Trump, ¿en qué posición nos dejaría a los europeos? Porque incluso Biden ha hecho políticas como la Inflation Reduction Act, que tienen un aire trumpista. Ahora esa tendencia podría reforzarse...

R. La IRA es un buen ejemplo de lo que hacemos mal. Aquí decimos: quiero que se fabrique hidrógeno verde, pero no invierto en él porque cuesta 6 dólares el kilo, mientras que el hidrógeno azul, con captura de carbono, cuesta 2. No voy a comprar algo a 3 cuando puedo conseguirlo a 2. La solución en EEUU es dar equis dólares por cada kilo de hidrógeno verde que se produce, sin pedir objetivos ni nada. Simplemente resuelven el problema del margen, y cuando eso ocurre, el capital privado llega solo. En Europa, más del 40% del hidrógeno industrial debe ser verde. ¿Y quién va a pagar ese coste? ¿Los agricultores, a través de los fertilizantes? ¿O los consumidores de productos petroquímicos, ya que el precio del hidrógeno se disparará? ¿Y funcionan los electrolizadores lo suficiente para producir hidrógeno verde? La política europea es ambiciosa, pero no es eficaz.

P. En España hay ahora miles de millones de euros en inversión destinados a proyectos de hidrógeno verde...

R. Sí, pero en el papel. Cuando empiezas a indagar… El proyecto más avanzado, que es el de Iberdrola para suministrar a Fertiberia, cubrirá entre el 7% y el 10% de su consumo. Así que el hidrógeno de Fertiberia seguirá viniendo fundamentalmente de la refinería de Puertollano. Han pasado 25 años para que los paneles solares sean tan eficientes como lo son ahora. No digo que el hidrógeno verde no pueda reducir drásticamente su precio, pero necesitará 20 o 25 años para lograrlo. Y eso nos lleva a 2040 o 2045.

"A la UE le falta decisión negociadora. ¿Negociaciones climáticas? Las que usted quiera, pero voy a poner un impuesto a las emisiones"

P. El modelo europeo de obtener gas barato de Rusia, comerciar con China y contar con la protección militar de EEUU ha desaparecido. La victoria de Trump solo lo entierra un poco más.

R. Efectivamente, pero Obama ya empezó a enterrarlo cuando, en las cumbres de la OTAN, decía que se enfocaría en Asia y que aquí había que gastar más en Defensa. Ahora tenemos que pensar qué queremos hacer. Lo primero que debemos asumir es el tema de Ucrania, que quedará fuera de la OTAN, lo cual significa que la frontera europea será Polonia y Ucrania probablemente tendrá que ceder parte de su territorio a Rusia. Esto nos deja frente a una Rusia más beligerante y más cercana. Así que Europa tendrá que aumentar las inversiones en seguridad y considerar la creación de un ejército europeo con capacidad disuasoria. Además, si la situación entre China y Estados Unidos se complica, la neutralidad no será una opción. Y si hay que elegir, aunque esté Trump, siempre preferiré a EEUU, porque es un gobierno más predecible y, sobre todo, porque comerciar con China es cada vez más complicado. En Europa siempre actuamos con excesiva pureza y rectitud.

P. ¿Le falta un poco de maldad a la política exterior de la UE?

R. Le falta, en mi opinión, un poco de decisión negociadora. Cuando quieres negociar, tienes que subir la apuesta para luego poder bajarla. ¿Negociaciones climáticas? Haremos las que usted quiera, pero de momento voy a imponer un impuesto a la diferencia de emisiones de carbono. Y no se preocupe, a los países más pobres del mundo no se les aplicará.

placeholder Nemesio Fernández-Cuesta posa para EC. (M. A.)
Nemesio Fernández-Cuesta posa para EC. (M. A.)

P. Y volviendo a España. Tenemos ahora todas las cartas para ser competitivos energéticamente por primera vez en la historia moderna… ¿Cómo podemos aprovecharlo? ¿Tenemos el clima político y empresarial para ello?

R. Creo que hay cosas que ya deberían haberse hecho y otras que estamos haciendo y son un error, como cerrar las nucleares. Esto incrementará las emisiones y encarecerá la generación. El PSOE tiene razón al decir que esta es una decisión de las empresas, pero obviamente, si con la legislación encareces la operativa y quitas la rentabilidad, es lógico que las quieran cerrar. Eso sería lo primero. Lo segundo es que si quiero electricidad barata, tengo que electrificar la economía. Necesito extender redes de transmisión, porque la electricidad va por cable. Para construir líneas, tengo que hacer varias cosas: eliminar el límite de inversión sobre el PIB, hacer más eficiente el sistema de conexión a las redes de distribución, acabar con la permisología, y actualizar las líneas de alta tensión, construidas hace años y sujetas ahora a una legislación ambiental más estricta. Necesitamos ampliar su capacidad, aunque sea a cambio de plantar 200.000 árboles en otro sitio. Además, el almacenamiento depende de la normativa planteada en 2021, aún no aplicada, sobre mecanismos de capacidad para que las baterías sean rentables desde el primer día y podamos invertir ya en almacenamiento eléctrico. También sería útil hacer reversibles las presas hidroeléctricas.

P. Si la legislación planteada desde 2021 no se ha implementado, ¿el problema de la 'permisología' es por falta de voluntad política, capacidad técnica, o un caos administrativo?

R. El problema subyacente en la legislación es la ideología, que busca reducir el consumo de energía en lugar de enfocarse en reducir las emisiones. Si queremos digitalizar la economía, necesitaremos centros de datos que consumen mucha energía. Pero estos tampoco son bienvenidos.

"La ideología está ralentizando y desaprovechando las oportunidades que tenemos para la transición energética"

P. Si queremos centros de datos, tendremos que asumir que cuando Microsoft y Amazon los construyan competirán con las familias por la electricidad, y por eso estamos obligados a buscar alternativas baratas…

R. En 2019 se estableció que la demanda de electricidad debía crecer solo un 1% hasta 2031. Ahora se ha cambiado al 14% porque se han dado cuenta de que de otra forma esto no funcionará. Pero ¿dónde han puesto el crecimiento? En la producción de hidrógeno verde, que no es competitivo. Todo este entramado ideológico está detrás. ¿Qué pasa con los mecanismos de capacidad? Que deben servir también para las centrales de gas, que ahora se ven abocadas al cierre porque no tienen horas suficientes de suministro. Pero como es gas… y el gas es necesario.

P. ¿Crees que la ideología está ralentizando más que acelerando la transición a un mundo sin emisiones?

R. Está ralentizando y desaprovechando las oportunidades que tenemos.

P. Y eso que defiendes que los 17 objetivos de la Agenda 2030, todos y cada uno de ellos, son deseables. ¿Por qué crees que esta Agenda tiene tan mala fama en algunas capas ideológicas de la población?

R. Primero, porque en España tuvimos un vicepresidente de la Agenda 2030 [Pablo Iglesias], que estaba claramente identificado ideológicamente y ha añadido esa etiqueta ideológica a la Agenda. Segundo, porque se insiste en lograrlo todo a la vez y como un todo, y esa no es la mejor forma de resolver los problemas, porque los problemas pueden complicarse si no se abordan de forma individual.

"No hay por qué elegir. Podemos conservar lo que tenemos a la vez que nos reorientamos hacia otras áreas. Son opciones complementarias"

P. Pero la izquierda no es la única que ideologiza aquí. Si miras por el otro lado, el hecho de que Donald Trump sea tan vocal en su oposición también contribuye a polarizar y aleja a las capas más centradas de la sociedad de posiciones más pragmáticas.

R. Precisamente, la posición intermedia es reducir las emisiones, pero con sentido común. Al hacerlo, no puedo destruir mi estructura industrial, porque eso genera una desafección que termina resonando en muchos aspectos de la vida. Por eso hay que hacerlo con sentido común y con tiempo. La energía tiene restricciones técnicas y económicas. El ecologismo no me molesta; al contrario, ha sido muy útil para denunciar problemas a lo largo de los años, pero a la hora de proponer soluciones, no atiende a esas restricciones técnicas y económicas.

P. Y es curiosa esta evolución. Nuestro corresponsal en EE.UU., Argemino Barro, contaba en una crónica que podría decirse que el primer presidente ecologista de EE.UU. fue Richard Nixon, que dista mucho de ser un "rojo peligroso". Y todo esto, argumentas, empieza en la cumbre de Río de 1992.

Empieza en la Cumbre de Río, cuando la izquierda entiende que estas son sus banderas para tratar de transformar, modificar o desalentar la economía de mercado.

P. Dices también que Europa está sacrificando la industria del motor y la industria auxiliar en un altar verde. ¿Nos estamos empeñando en hacer una transición energética rápida, cuando lo que deberíamos hacer es hacerla barata? ¿Estamos a tiempo de salvar la industria que ya tenemos o hay que pensar en otras áreas donde tengamos ventajas competitivas alternativas?

R. Creo que no hay por qué elegir. Podemos conservar lo que tenemos a la vez que nos reorientamos hacia otras áreas. Son opciones complementarias. Tenemos el ejemplo de la industria del automóvil. Europa decidió hace años centrarse en los motores diésel y, gracias a eso, hemos mantenido una cuota de mercado importante en coches europeos. En España y Francia, el 70% de las matriculaciones de turismos eran diésel.

"¿Han existido siempre las gotas frías? Pues sí. El problema es que se producirán con más frecuencia y virulencia"

P. Eran…

R. Eso es, eran. Pero era porque había una estrategia. ¿Por qué no podemos ahora tener una estrategia que sea sustituir el diésel por biocombustible durante 15 años y, en ese tiempo, centrarnos en la construcción de coches eléctricos o en coches pequeños o en grandes? Pero que haya una estrategia, una. Ahora solo se dice que hay que ser verde. Pero si soy verde, me cargo la industria. Y una vez que nos hayamos cargado la industria, ¿qué vamos a hacer? Porque lo que viene después es todo lo demás. Una de las cosas que más me preocupa es la desestructuración social, que lleva a la gente a los extremos y hace que pierdan la centralidad, y luego es mucho más difícil de reconducir.

P. Acabas dando argumentos a quienes defienden la vuelta atrás a la economía del combustible fósil.

R. Y si hacemos eso, estaremos dentro de 80 años con problemas serios.

R. Mencionas en el libro un impacto de 200.000 millones de euros anuales en la economía española, el 15% del PIB.

R. Sí, es un estudio de Oikos, que cito ahí. Pero es que si los turistas se reducen a la mitad o a la cuarta parte, o si viven aquí todo el año y se van en mayo para no volver hasta octubre…

placeholder Portada del nuevo libro de Nemesio Fernández-Cuesta.
Portada del nuevo libro de Nemesio Fernández-Cuesta.

P. ¿Fenómenos como las lluvias torrenciales de Valencia los incluyes dentro de este coste extraordinario?

R. Sí. Eso representa 2.000 o 3.000 millones de euros de coste. Y es pérdida de PIB. ¿Han existido siempre las gotas frías? Pues sí. El problema es que se producirán con más frecuencia y virulencia.

P. ¿Crees que una posición política que niegue el cambio climático provocado por el hombre es una majadería? Porque esa posición no es tan infrecuente en algunos partidos políticos…

R. Pues sí. Cada vez que escribo un artículo y leo algunos comentarios, me encuentro con esas opiniones. A mis alumnos, que algunos llevan la camiseta de "There is no Planet B", les digo que "There is no Sapiens B". El mundo lleva existiendo 4.500 millones de años. Por supuesto que ha habido momentos en la historia, como el Jurásico o el Cretácico, en los que la concentración de CO₂ en la atmósfera era muy superior. Pero no había mamíferos. Los mamíferos aparecieron cuando, gracias a la vegetación que transforma el CO₂ en oxígeno, hubo una cantidad aceptable de oxígeno en la atmósfera. El planeta seguirá existiendo; el problema somos nosotros. Aunque me preocupa nuestra situación de aquí a fin de siglo, no tanto la de dentro de 200.000 años, también digo que este escenario apocalíptico de que todos moriremos y que el mar subirá 200 metros no es real. Esto es un problema de pérdidas económicas derivadas del cambio climático. Si el cambio climático acaba con el sector agroalimentario y el turístico y, de paso, perdemos nuestra industria… nos quedaremos como un museo.

"Cuando discuto con un negacionista, digo: no estamos de acuerdo, pero la energía eólica y fotovoltaica es más barata. Hagámoslo"

P. Tiene usted un mensaje que no gusta a ninguno de los dos extremos. Me recuerda al título del libro de Eslava Galán, Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie.

R. Es indudable que las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera están causando un calentamiento. Tengo 67 años, y cuando salía en Madrid de joven, al llegar a casa en las afueras, la temperatura era de 2 o 3 grados bajo cero en las noches de invierno. Hoy son 2 o 3 grados positivos. ¿Que las temperaturas están subiendo? No hay duda. ¿Que la virulencia de los fenómenos atmosféricos está aumentando? Tampoco hay duda. Claro que siempre los ha habido, pero, por ejemplo, en EEUU, los huracanes Milton y Helene que atacaron Florida simultáneamente son la primera vez que dos huracanes de semejante intensidad se producen con una cadencia de 15 días. Y luego están los datos de las empresas de seguros: basta con mirar los costes de indemnización por este tipo de fenómenos. ¿Se puede negar esto? Poder, se puede negar, pero...

P. El incremento de las pólizas de seguros es un hecho...

R. Y se pueden mirar también los agroseguros, claro. Pero ¿estamos hablando de la desaparición de la raza humana? En absoluto. Es un problema económico, y para España puede ser grave. Pero a la vez, para España también puede ser una oportunidad. Cuando discuto con alguien negacionista, siempre digo: vale, no vamos a ponernos de acuerdo, pero estamos de acuerdo en que la electricidad más barata es la eólica terrestre y la fotovoltaica. Entonces hagámoslo, no por el cambio climático, sino porque es más barata, y eso es bueno para todos. Y ya no discutimos más.

P. Aunque solo sea para no depender energéticamente de autocracias...

R. Desde luego. Conozco el mercado petrolero desde muy joven, y nos manejan como quieren. Cuando la demanda o la oferta suben, restringen la producción para mantener los precios altos, y ahora hemos visto cómo Rusia ha usado el gas como arma. Tener la oportunidad de independencia energética y abaratar el coste de la energía es una oportunidad. Hay una frase que me gusta mucho: cuando el sol se levanta en África, el león debe echar a correr porque, si no, no come. Y cuando el sol se levanta en África, la cebra debe echar a correr porque, si no, se la comen. Así que no te plantees si eres león o cebra; cuando salga el sol, echa a correr.

Nemesio Fernández Cuesta (Madrid, 1957) tiene una visión del cambio climático que no va a gustar a ninguno de los extremos del arco ideológico actual. Pero eso no parece importarle demasiado. Su experiencia en el sector público y en el privado le sitúa como una de las voces más autorizadas para hablar de energía en España.

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