Los aranceles anticipan una escalada de tensión en las cadenas de suministro

Donald Trump tomará posesión el próximo 20 de enero. Aunque su mandato todavía está rodeado de incógnitas por razones obvias, hay un anuncio que se considera irrenunciable. El próximo presidente de EEUU, tal y como ha reiterado durante la larga campaña electoral y puso en marcha durante su anterior mandato, impondrá elevados aranceles a los productos importados, una especie de impuesto al tráfico de mercancías procedentes del resto del mundo.

¿Las consecuencias inmediatas? Un fuerte aumento del tráfico de mercancías para esquivar el coste del arancel, lo que influirá de forma determinante en el precio de los fletes y, por supuesto, en la evolución de la inflación. También afectará a las cadenas globales de suministro y a la logística de carga. Los compromisos de Trump, de hecho, pasan por una intensa reformulación de las cadenas de valor mediante una política comercial más agresiva que busca la relocalización industrial (nearshoring) además de una realineación del comercio global y cambios regulatorios. De ahí que se espere que las políticas de Trump tengan un gran impacto en la industria y las cadenas de suministro. El momento dependerá del calendario legislativo, pero cabe recordar que los republicanos tienen mayoría en ambas cámaras.

Algo similar sucedió tras abrirse las rutas comerciales después de la pandemia, cuando fletes y contenedores aumentaron de precio ante un incremento de la demanda desmesurado tras eliminarse las restricciones al tráfico de mercancías. No hay que olvidar que las importaciones de EEUU ascienden a alrededor de 3,3 billones de dólares, lo que da una idea de su importancia en el comercio mundial. EEUU, de hecho, es el principal importador mundial.

Durante las negociaciones del Brexit entre la UE y Reino Unido también se produjo un fuerte aumento de la demanda para adaptarse a la nueva situación y esquivar los problemas que pudieran surgir, lo que incrementó tanto los stocks como el inmovilizado para evitar sorpresas. Así, en el caso de los aranceles, las empresas buscan protegerse vendiendo sus productos a menor precio que el que tendrían una vez introducidos los aranceles.

Penalización a los productos chinos

Esto, al menos, es lo que esperan los traders. El impacto, aseguran, será especialmente relevante en EEUU en aras de evitar pagar los aranceles que imponga la nueva administración Trump, según Lars Jensen, un veterano de la industria de los contenedores. En su opinión, cabe esperar un incremento a corto plazo de los precios debido a que los transportistas anticipan nuevos aranceles, que Trump ha situado entre el 10% y el 60%, e incluso superiores en el caso de algunos productos chinos (automóviles). El anticipo de las entregas de mercancías será especialmente relevante en productos no perecederos, asegura Containers News, una de las principales publicaciones del sector.

En esta misma línea, Punit Oza, un respetado analista de transporte marítimo y geopolítica, considera que las políticas de Trump, tendentes a favorecer una mayor producción de combustibles fósiles en EEUU, podrían obligar a los socios comerciales a renegociar acuerdos, lo que daría lugar a flujos comerciales “dinámicos y potencialmente volátiles". La flota ha crecido alrededor de un 30% hasta alcanzar niveles récord en términos de capacidad. Sirva como ejemplo que el principal sindicato de camioneros ha apoyado resueltamente a Trump tras prometer el nuevo presidente eliminar gradualmente la prohibición de usar combustibles fósiles en el transporte por carretera.

Opinión

TE PUEDE INTERESAR

Trump, el rey de los aranceles, deja sin respiración el comercio mundial

Carlos Sánchez

A más largo plazo, el sentimiento del mercado de fletes y contenedores es que se esperan más cambios en los patrones de la cadena de suministro a medida que se intensifique la guerra comercial con EEUU, que se da por hecho, ya que el comercio mundial se rige por la regla de la reciprocidad. Es decir, si un país impone aranceles, su contraparte también lo hará, algo que en ocasiones ha desatado guerras comerciales. Recientemente, China ha presentado una reclamación ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) protestando porque la Unión Europea ha considerado que Pekín subvenciona a sus vehículos eléctricos, provocando una distorsión del mercado interior. Si pasados 60 días no hay acuerdos entre ambas partes, un grupo especial será el encargado de dirimir las diferencias.

Lo que creen los expertos es que este proceso de acumulación de mercancías para evitar los aranceles (y evitar que las mercancías se encarezcan) afectará, sobre todo, a las manufacturas chinas que entran por México cuyo destino final es el mercado estadounidense. En sentido contrario, también supondrá un cambio en las rutas comerciales, debido a que los países afectados tenderán a responder con las mismas armas, lo que podría derivar en guerras comerciales de imprevisibles consecuencias.

Los principales afectados pueden ser las industrias con una logística transfronteriza compleja, como la química y la automotriz, que pueden enfrentar mayores costes, en particular si se imponen aranceles a México. Esto obligaría a las empresas a reevaluar sus estrategias de abastecimiento, lo que podría acelerar la tendencia a la deslocalización o repatriación de la producción.

La novedad es que Asia, que representa la mayor parte del comercio mundial de mercancías, tiene más capacidad de protegerse gracias a su dinamismo. India y China, las dos superpotencias de la región, se han reconciliado tras resolver parcialmente sus problemas fronterizos en la reciente cumbre de los BRICS en Kazán (Rusia) y es de esperar un auge de los intercambios comerciales intrarregionales.