Los líderes de la UE respaldan el plan Draghi. Ninguno quiere pagarlo
Los jefes de Estado y de Gobierno discuten sobre los problemas de competitividad de la Unión Europea pero son incapaces de aterrizar un plan para financiar
Los líderes europeos saben cuáles son los problemas de la Unión Europea, conocen las razones que lastran la competitividad europea y que necesitan reaccionar rápido y de manera contundente. Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo (BCE), lo ha reflejado, una vez más y de manera más cruda, en un informe sobre la competitividad europea para impulsar lo que el italiano calificó como un "cambio radical". Los jefes de Estado y de Gobierno se reunieron este viernes con Draghi en Budapest (Hungría) durante una reunión informal centrada en los problemas de la economía europea bajo la sombra de la victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos, que promete complicar más la situación ya débil de las exportaciones europeas.
El resultado ha sido una declaración en la que el diagnóstico está claro, y en la que hay algunas ideas como una "revolución de simplificación" para reducir las cargas administrativas, pero que en el momento de llegar a la terapia, en lo que se refiere a la financiación, se diluye gradualmente. Para cerrar la brecha que se abre cada vez más entre Estados Unidos y Europa, para reducir la dependencia tecnológica de China y para invertir lo suficiente en seguridad y defensa como para no depender exclusivamente del paraguas de seguridad americano, la Unión necesita gastar mucho dinero, en una escala continental, enorme. Draghi lo estima en unos 800.000 millones de euros anuales, asegurando que es lo necesario para que la Unión Europea no pierda "su razón de ser".
"Europa ya no puede seguir posponiendo decisiones", afirmó un serio Draghi antes de entrar a la reunión de jefes de Estado y de Gobierno en Budapest, un encuentro en el que los líderes hicieron precisamente eso: volver a posponer decisiones. No hay cifras, no hay claridad, no hay un plan. Y se nota mucho. "Las dificultades que afrontamos en materia de competitividad requerirán inversiones sustanciales que movilicen financiación tanto pública como privada", señala la declaración acordada, que evita de manera deliberada entrar en detalles, limitándose a subrayar que los líderes se comprometen "a explorar y aprovechar todos los instrumentos".
El debate es enormemente sensible. ¿De dónde sale el dinero? ¿Del presupuesto de la Unión Europea, que se acuerda para plazos de siete años? Si es así, hay partidas que se verán completamente arrolladas, como por ejemplo la Política Agraria Común (PAC), una línea roja para Francia y otros Estados miembros. ¿De deuda conjunta europea, como se hizo con el Fondo de Recuperación durante el coronavirus? Para Países Bajos o Alemania se trata de un escenario inaceptable. No se trata únicamente de hablar de deuda común. Se sabe, por ejemplo, que una unión de mercados de capitales que aumente la inversión privada es una de las recetas claras para ayudar a las compañías europeas, pero cuando se ha intentado abordar en profundidad, el debate ha acabado enredándose en las estrategias fiscales de algunos Estados miembros, que no quieren renunciar a sus regímenes de impuestos bajos.
Hay varios ámbitos que requieren atención especial a nivel europeo. Por un lado, está la necesidad de una política industrial más coordinada y robusta, una identificación y protección de sectores críticos, como la computación o la biotecnología, una apuesta por las energías limpias como vía más corta hacia la autonomía energética y, por último, un aumento sustantivo del gasto en defensa. En realidad, este último punto es el que más consenso puede llegar a generar, ya que países como España están a favor de buscar emisiones de deuda conjunta, y los países en contra pueden llegar a ceder si sirve para financiar principios que son intereses estratégicos.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha tratado de defender su agenda y ha señalado que en los primeros cien días de su mandato presentará un Pacto de Industria Limpia, un dossier en el que trabajará la española Teresa Ribera si es confirmada como vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea. Viktor Orbán, primer ministro húngaro y anfitrión de la reunión al ostentar la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, ha explicado que en julio los líderes europeos deberían haber logrado progresos en algunos de los elementos de la declaración, especialmente en el ámbito de la simplificación. "No creo que tengamos más tiempo, Emmanuel Macron ha dicho que tenemos dos años, pero yo creo que solo tenemos seis meses", declaró en rueda de prensa.
Más ambición
"Estoy absolutamente convencida de que Europa, y, por tanto, también Italia, deben garantizar una mayor independencia y autonomía, invirtiendo más en defensa. Es evidente que necesitamos los instrumentos para lograrlo", explicó Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, señalando que "hay que encontrar nuevos recursos para opciones estratégicas". "No preguntes lo que Estados Unidos puede hacer por ti, pregunta lo que Europa debería hacer por sí misma. Este es el debate de esta mañana", añadió la líder del bloque ultraconservador.
Meloni explicó a su entrada que en la UE "sabemos lo que tenemos que hacer". Los líderes tienen el diagnóstico. "La gran pregunta que debemos responder ahora es si realmente queremos dar las herramientas a los Estados miembros para alcanzar los objetivos y estrategias que tenemos por delante", agregó la italiana. "Europa tiene que hacer lo que tiene que hacer", señaló Mette Frederiksen, primera ministra de Dinamarca, un país que no comparte la idea de la emisión conjunta de deuda. "Hay muchas cosas que hacer, ahora hay que trabajar de manera más concreta", añadió antes de entrar en la reunión.
"La gran pregunta que tenemos que responder es si queremos dar las herramientas a los Estados miembros para alcanzar los objetivos"
Hay muchos líderes que no están de acuerdo en hablar de deuda, o que explican que primero hay que elegir las prioridades y qué se quiere financiar, y después debe hablarse de cómo pagarlo. "Hay que cambiar la perspectiva", pidió Karl Nehammer, canciller federal de Austria, que sugirió "hablar de proyectos, no de nuevas deudas". "Hoy se trata de aunar la fuerza de los 27 para desarrollar conjuntamente una política económica de orientación europea, con los intereses europeos en primer plano, tal y como lo están haciendo Estados Unidos, China o la India", añadió Nehammer, que pertenece a la familia del Partido Popular Europeo (PPE).
Draghi intenta que no se pierda más tiempo. "Las indicaciones de este informe son ya urgentes dada la situación económica en la que nos encontramos", explicó a su llegada a la cumbre. "Como han visto a lo largo de todos estos años, se han pospuesto tantas decisiones importantes porque estábamos esperando el consenso; el consenso no llegó, solo hemos conseguido un crecimiento más bajo y hoy un estancamiento", añadió el italiano, quien señaló que la presidencia de Trump hace más urgente los cambios. El resumen que ofreció Orbán fue más sencillo y acorde a su cercanía con el futuro presidente estadounidense: si EEUU ha decidido "hacer América grande otra vez", en referencia al lema americano, Europa debe no "gestionar un declive", sino "hacer Europa grande otra vez".
Los líderes europeos saben cuáles son los problemas de la Unión Europea, conocen las razones que lastran la competitividad europea y que necesitan reaccionar rápido y de manera contundente. Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo (BCE), lo ha reflejado, una vez más y de manera más cruda, en un informe sobre la competitividad europea para impulsar lo que el italiano calificó como un "cambio radical". Los jefes de Estado y de Gobierno se reunieron este viernes con Draghi en Budapest (Hungría) durante una reunión informal centrada en los problemas de la economía europea bajo la sombra de la victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos, que promete complicar más la situación ya débil de las exportaciones europeas.
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