Es noticia
Aranceles y echar inmigrantes: qué pronostica la teoría económica para el plan de Trump
  1. Economía
LEJOS DE LA ORTODOXIA

Aranceles y echar inmigrantes: qué pronostica la teoría económica para el plan de Trump

Las principales propuestas del presidente electo tienen carácter inflacionista, lo que puede dificultar que la Reserva Federal continúe con la senda de recortes de los tipos de interés

Foto: El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. (Reuters/Carlos Barria)
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. (Reuters/Carlos Barria)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Nadie sabe qué deparará la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos. Ya en 2016, los más agoreros preveían una debacle económica que jamás llegó. Al contrario, el país encadenó tres años consecutivos de crecimiento robusto, con la inflación controlada, en un entorno internacional muy favorable que quedó truncado por la pandemia. Entonces llegó Joe Biden, quien ha afrontado la mayor crisis inflacionista de las últimas cuatro décadas, una de las principales causas de su impopularidad y de la derrota de la demócrata Kamala Harris este martes.

Al final, el contexto global es lo que más importa y determinará en gran medida el éxito o el fracaso de las políticas del nuevo presidente de la primera potencia del mundo... y, por tanto, el acierto o el error de los pronósticos que se hacen estos días. Resulta imposible saber a ciencia cierta cómo evolucionará la economía de Estados Unidos en los próximos cuatro años y qué parte de esa evolución se podrá imputar directamente a la gestión de Trump. Sin embargo, las medidas que ha ido esbozando durante la campaña suelen generar unos efectos muy concretos, que han sido largamente estudiados por la literatura. Todos los caminos conducen hacia una misma palabra: inflación.

El incremento de los precios fue la principal razón del descontento con la gestión de los demócratas y puede ser la principal consecuencia de la aplicación del programa económico de los republicanos, que se han ido alejando de su tradición histórica, mucho más ortodoxa. Sus principales líneas de actuación tienen un impacto inflacionista a través de diferentes vías: la comercial, la fiscal y la laboral. Y todo en un momento en que la Reserva Federal de Estados Unidos se prepara para emprender este mismo jueves su segundo recorte consecutivo de los tipos de interés, una tendencia que podría frenarse si las presiones sobre los precios se vuelven a recrudecer.

Los aranceles

Trump es el rey de los aranceles. Y los aranceles son los reyes de la inflación. El presidente electo de Estados Unidos pretende imponer una suerte de arancel universal, que se situaría entre el 10% y el 20% para la mayoría de productos, y que en el caso de los chinos llegaría al 60%. El objetivo es triple: compensar el descenso de recaudación que se producirá como resultado de la masiva bajada de impuestos que propugna, recuperar la producción nacional de empresas que se habían ido de Estados Unidos a terceros países y, en último extremo, penalizar a los adversarios de la primera potencia mundial, especialmente China, su rival sistémico. Se trata de la aplicación económica de la típica perspectiva realista de las relaciones internacionales, que las concibe como un juego de suma cero, en contraste con el enriquecimiento mutuo a través del comercio que propugnó el liberalismo clásico desde su momento fundacional, con La riqueza de las naciones de Adam Smith.

Foto: Pantallas de cotización en la Bolsa de Madrid. (Europa Press/ Fernando Sánchez)

Aunque puede parecer teoría, lo cierto es que la filosofía del librecambismo tiene una traducción práctica muy clara en la economía global del siglo XXI. Todavía es pronto para saber si Trump logrará alguno de sus propósitos con los aranceles, pero los expertos coinciden en que producirán dos efectos macroeconómicos, ambos de carácter inflacionista. Incluso aunque finalmente la subida arancelaria sea más modesta que la prometida en campaña, como augura la economista Anna Wong en un análisis para la agencia Bloomberg.

Por un lado, los productos que se continúen importando serán más caros, al estar sujetos a estos impuestos sobre lo que entre del exterior al mercado estadounidense. Por otro lado, los que dejen de entrar como efecto de la política de sustitución de importaciones también se encarecerán, por la misma razón que llevó a muchas de esas industrias a deslocalizarse —principalmente a Asia y México— durante las últimas décadas: la mano de obra es más barata en esos terceros países que en Estados Unidos. En algunos casos, ni siquiera existe ya el expertise, por lo que la eficiencia en los procesos también empeorará, mermando la productividad y, en ocasiones, hasta la calidad final. Además, las posibles relocalizaciones aumentarán las necesidades de mano de obra, generando desequilibrios en un mercado laboral que ha estado muy ajustado durante los últimos años.

Capital Economics prevé un aumento de un punto en el IPC por las políticas trumpistas

Wong señala un tercer efecto indeseado para los intereses del presidente electo: "En un escenario plausible, Trump duplicará los aranceles sobre las importaciones chinas. Si bien eso aumentará los precios de ciertos bienes de consumo, creemos que el efecto de primer orden serán menores márgenes de beneficio y precios de las acciones de las empresas". Capital Economics también se muestra escéptico con las posibilidades de que los planes del presidente electo se vayan a llevar a cabo en toda su magnitud (tendrá que ganarse el apoyo de las Cámaras), aunque considera que los aranceles, unidos al resto de las políticas, podrían aumentar un punto la inflación entre el segundo semestre de 2025 y el primero de 2026.

El plan fiscal

La segunda vía inflacionista que señalan todos los expertos es el plan fiscal del presidente, que tiene que prolongar los recortes de impuestos aprobados durante su primer mandato (2016-2020), los cuales expiran el 31 de diciembre de 2025. En este artículo se ofrecen todos los detalles. En esencia, Trump defiende una política expansiva para estimular la economía, aunque Capital Economics calcula que el resto de las medidas aguará este efecto y obligará a revisar un punto a la baja la previsión de crecimiento entre la segunda mitad de 2025 y la primera de 2026.

Según la teoría económica, las bajadas de impuestos sobre las familias aumentan la renta disponible, lo que favorece la demanda y contribuye al incremento de precios. Se trata, por tanto, de un combustible más para la inflación, según asegura Brian O'Really, jefe de Estrategia de Inversión en Mediolanum International Funds: "Es probable que su enfoque económico retome el estilo visto en 2016, que incluyó un fuerte estímulo fiscal. Además, es más probable que la presidencia de Trump sea más inflacionaria". También dejará un agujero en las finanzas públicas, con un incremento de la deuda sobre el PIB de 7,7 puntos, según un estudio de la Wharton School, dependiente de la Universidad de Pensilvania.

Foto: El presidente electo de EEUU, Donald Trump, en un acto de campaña. (EFE/EPA/Erik S. Lesser)

El freno a la inmigración

Sin embargo, la política con menos lógica económica no es ninguna de las dos anteriores. A diferencia de los aranceles y el plan fiscal, que pretenden reactivar la producción y el consumo interno —pese a sus posibles efectos contraproducentes sobre los precios—, el freno a la inmigración es una medida puramente ideológica, ya que no traerá ningún beneficio sobre el crecimiento. Todos los análisis publicados en las últimas horas coinciden en que puede generar importantes problemas de mano de obra que lastren la pujanza de Estados Unidos.

Trump pretende deportar a 1,3 millones de indocumentados al año, además de reducir los flujos que llegan al país. Según un análisis de ING, esto podría provocar "una limitación importante" en diferentes industrias dependientes de estos trabajadores, especialmente la agricultura. "El número de trabajadores nacidos en Estados Unidos está cayendo y son un millón menos que en 2019. La tendencia a la baja de las tasas de natalidad sugiere pocas perspectivas de un cambio impulsado por la demografía. El crecimiento del empleo proviene de los trabajadores nacidos en el extranjero, que ahora representan el 19,5% de todos los empleados estadounidenses. Si la fuerza laboral nacida en el extranjero también se reduce, podrían crearse importantes desafíos por el lado de la oferta, lo que eleva los salarios y la inflación. Para contrarrestar esto, la productividad tendría que aumentar sustancialmente", destacan los analistas del banco.

Sin mano de obra es muy difícil crecer, y también aumentan las presiones sobre los salarios

Efectivamente, las políticas antiinmigración tendrán consecuencias muy relevantes sobre el mercado laboral. Aunque es cierto que la escasez de mano de obra que se llevaba arrastrando durante todo el período inflacionista se ha ido moderando durante los últimos meses, el equilibrio entre la oferta y la demanda sigue estando muy ajustado, con una situación próxima al pleno empleo. Sin mano de obra es muy difícil crecer, y también aumentan las presiones sobre los salarios que pueden volver a alimentar la espiral inflacionista. Un trabajo del Instituto Peterson asegura que un shock laboral por esta causa llevaría al país a la estanflación, es decir, la situación en la que se produce inflación sin crecimiento económico: el índice de precios de consumo se incrementaría 1,5 puntos y el PIB se reduciría más de un 3% en tres años.

Ese es justo el escenario más temido por los bancos centrales, que situaría a la Fed ante una disyuntiva casi imposible: o da marcha atrás en las bajadas de tipos y así intenta controlar la inflación, o continúa esa senda para no ahogar el crecimiento económico. Todo lo contrario al aterrizaje suave que pregona su presidente, Jerome Powell, desde hace varios meses, y que cristalizará en un nuevo recorte del 0,25% en la reunión de este jueves.

Los analistas de Capital Economics son pesimistas: "Probablemente (...) aumentemos nuestra previsión de tipos de los fondos federales en 50 puntos básicos [0,5%], lo que significa que el mínimo del próximo año será del 3,50%-3,75%". Pero también prudentes: hablan de supuestos de trabajo que se irán afinando a medida que el nuevo presidente consolide sus políticas. Con Trump, siempre hay que tener en cuenta el factor sorpresa.

Nadie sabe qué deparará la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos. Ya en 2016, los más agoreros preveían una debacle económica que jamás llegó. Al contrario, el país encadenó tres años consecutivos de crecimiento robusto, con la inflación controlada, en un entorno internacional muy favorable que quedó truncado por la pandemia. Entonces llegó Joe Biden, quien ha afrontado la mayor crisis inflacionista de las últimas cuatro décadas, una de las principales causas de su impopularidad y de la derrota de la demócrata Kamala Harris este martes.

Macroeconomía Elecciones EEUU Donald Trump
El redactor recomienda