Es noticia
Suecia recula y frena la desaparición del efectivo por razones geopolíticas
  1. Economía
LA EXPERIENCIA DE 15 AÑOS ENCUENTRA FALLOS

Suecia recula y frena la desaparición del efectivo por razones geopolíticas

La desaparición gradual del efectivo toca a su fin en Suecia. Las autoridades han encontrado que el 10% de la población tiene todavía hoy dificultades para pagar. Las razones geopolíticas también están en el centro del frenazo.

Foto: Ciudadano saca dinero de un cajero automático. (Getty Images/Sergey Dolgikh)
Ciudadano saca dinero de un cajero automático. (Getty Images/Sergey Dolgikh)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Todo empezó alrededor de la segunda mitad de la primera década de este siglo. Aquellos años, el Gobierno sueco consideró que ante el avance de la digitalización de la economía era el momento de liquidar el efectivo como medio de pago. No es que se prohibiera el uso de la corona en las pequeñas transacciones entre empresas o particulares (Suecia no está en el euro), sino que, con el respaldo de la banca, que vio en esta estrategia un considerable ahorro de costes, se facilitó el cierre de las infraestructuras de distribución del efectivo: transporte, cajeros o sucursales bancarias. Otro argumento dio la Administración sueca: de esta manera se podría luchar en mejores condiciones contra el fraude, pese a que Suecia es uno de los países con menor índice de economía sumergida.

¿El resultado? El uso de efectivo ha estado disminuyendo rápidamente desde entonces. La última encuesta sobre hábitos de pagos del Riksbank, el banco central, muestra que apenas el 10% de los suecos paga con dinero físico. El porcentaje, y aquí está la novedad, es ligeramente superior al 8% del año anterior, lo que se achaca a que los particulares han vuelto en parte al efectivo tras la invasión de Ucrania por razones de seguridad, y que en términos de defensa nacional cristalizó en el ingreso del país en la OTAN.

Es decir, década y media después de aquel movimiento anti efectivo las cosas comienzan a cambiar. No es que se quiera "volver atrás", como sostiene Christina Wejshammar, jefa del departamento de pagos del banco central sueco, sino que preocupa que alrededor del 10% de la población que no se maneja en el entorno digital quede excluido del sistema financiero y, por lo tanto, tenga dificultades para realizar operaciones tan simples como comprar alimentos, pagar medicinas, repostar en una gasolinera o poder adquirir un billete para utilizar el transporte público. "Ya hemos pasado la línea y no hay vuelta atrás", insiste.

La preocupación, sin embargo, ha ido en aumento en los últimos años. En particular, como se ha dicho, desde febrero de 2022, cuando Rusia invadió Ucrania. En ese momento, el país se dio cuenta de su vulnerabilidad en caso de un ataque híbrido contra las infraestructuras digitales, lo que en la práctica podría hacer colapsar también los medios de pago.

Emergencia extrema

Es decir, los suecos podrían encontrarse ante una situación de emergencia extrema para su economía: sin efectivo y sin poder utilizar los medios electrónicos. Es por eso por lo que ahora las autoridades buscan asegurar el uso del efectivo como backup, es decir, como mecanismo de respaldo ante situaciones extraordinarias. Lo que sucedió en 2022, tras la invasión de Ucrania, es que las familias suecas sacaron de los cajeros enormes cantidades de dinero, lo cual pudo llevar a una situación límite: pánico bancario por falta de liquidez. Lo que se teme ahora es que las reservas estratégicas de efectivo en manos del banco central no sean suficientes para atender un incremento extraordinario de demanda.

Esto explica que el Gobierno haya encargado la preparación de un informe, que estará acabado a mediados de diciembre, sobre cómo reforzar la seguridad del país ante un evento extremo, pero también destinado a resolver los problemas de efectivo que tienen alrededor de un millón de suecos (más de 300.000 con 65 o más años) que, por razones diversas, no están familiarizados con el uso del dinero electrónico. Por ejemplo, en el caso de la violencia machista. Se ha comprobado que muchas mujeres tienen dificultades para escapar del control de sus parejas debido a que las transacciones electrónicas dejan huella digital, por lo que necesariamente necesitan efectivo.

Como asegura Max Brimberg, primer secretario del Gobierno en la investigación sobre la nueva legislación en efectivo, "hace 15 años Suecia cambió de vía en favor del dinero electrónico, pero en 2023 se elaboró un informe de 1.200 páginas que descubrió que entre un 5% y un 10% de los suecos tenían dificultades para realizar operaciones". En muchos casos, porque habían desaparecido las infraestructuras necesarias para la distribución de los billetes que hacen posible las operaciones comerciales.

A raíz de ese informe, se encargó al propio Brimberg la redacción de otro informe con propuestas que finalmente llegarán al parlamento, que en última instancia será el encargado de aprobar una ley contra la exclusión financiera. Aunque las propuestas son todavía provisionales, no es que se vaya a volver a los tiempos anteriores, sino que se quiere identificar qué pagos tienen el carácter de esenciales y, por lo tanto, deben estar protegidos, como, por ejemplo, el uso de los servicios públicos, los productos alimenticios, las farmacias y otros que puedan surgir en el debate. "No hay que esperar una vuelta al efectivo como antes, pero sí que tenemos que encontrar su espacio", asegura en su despacho esta misma semana en Estocolmo.

El problema, reconoce, es que para asegurar que se puedan hacer esas operaciones esenciales se debe disponer de infraestructuras de medios de pago, y lo cierto es que en Suecia han ido desapareciendo en los últimos años. Es por eso por lo que será el parlamento quien debe decidir qué grado de intervención se hace sobre el sistema financiero. Ahora bien, el Riksbank ya ha dejado por escrito que "muchos de los problemas en el mercado de pagos han surgido porque el efectivo ha sido marginado sin que existan alternativas digitales suficientemente buenas, y muchas personas aún tienen dificultades para realizar pagos digitales".

Se descarta, por el momento, establecer un sistema basado en la obligatoriedad, pero al menos se quiere promover que la banca colabore para evitar la exclusión financiera. Hay que tener en cuenta que el menor uso del efectivo supone de manera indirecta un aumento del coste medio de gestión del dinero físico para los bancos debido a que se trata de costes fijos: transporte o buen funcionamiento de los cajeros. A la banca, de hecho, le resultan más rentables las operaciones con el bizum sueco —denominado Swish—, ya que no tienen apenas coste. Desde luego, menor que tener una sucursal abierta. Algunos datos lo explican con claridad. En 2017, había 660 sucursales bancarias en las que se podía retirar efectivo en ventanilla, pero en diciembre de 2022 ya estaban en servicio apenas 134 sucursales de cajas de ahorro. Ninguno de los grandes bancos ofrecía este servicio.

Bancos y empresas

Hoy por hoy, los grandes bancos tienen la obligación de mantener el efectivo para las empresas que ingresan en sus sucursales su liquidez, pero no siempre funciona bien el sistema. Básicamente, porque la banca pone pegas para aceptar el efectivo debido a los costes que conlleva: transporte de dinero, seguridad, cajeros automáticos… En la mayoría de los bancos es gratis la retirada del efectivo, pero no en todos los casos. De hecho, se da la paradoja de que, en ocasiones, en operaciones pequeñas, un comerciante recibe pagos por venta de alimentos, pero luego no puede ingresar el dinero obtenido en el banco porque no hay ni sucursal ni cajero. Se trata, como se sabe, de un país con una densidad de población muy baja. No hay constancia de que la retirada progresiva del efectivo haya provocado una disminución, asegura Brimberg, para quien, en cualquier caso, "no por eliminar el efectivo se acaba con el fraude".

En Suecia, las tiendas no están obligadas a aceptar el efectivo, al contrario que en España, como ha recordado en algunos dictámenes el Banco Central Europeo. Lo que se busca es disponer de una legislación más flexible que en la eurozona. El país, sin embargo, dispone de una legislación similar en materia de política anti blanqueo con límites a la utilización del efectivo. "El ritmo de desaparición del efectivo no debe continuar porque hay riesgo de que el sistema explote", asegura el alto funcionario.

El problema ha llegado a tal extremo que las asociaciones de consumidores se han agrupado para defender que el efectivo siga funcionando, por supuesto haciéndolo compatible con la digitalización de la economía. Según Björrn Eriksson, presidente de la Asociación de Defensa del Efectivo y anteriormente representante de Suecia en Interpol, "lo que no nos gusta es que se intente expulsar al efectivo del sistema financiero, ambas formas de pago son compatibles".

En su opinión, en Suecia se adoptó una "posición extrema", y lo que ha pasado es que desde que "Putin llamó a la puerta" la preocupación ha ido en aumento, también en el banco central sueco, lo que le ha obligado a cambiar de opinión. Entre otras razones, porque su función es garantizar la liquidez del sistema financiero. Eriksson, antiguo alto cargo de la policía, recuerda que "el fraude se ha trasladado al mundo digital". La asociación que dirige, y para evitar la delincuencia en torno al dinero físico, es partidaria del modelo de Dinamarca, donde el uso de efectivo no es posible entre las siete de la tarde y las siete de la mañana del día siguiente para evitar robos.

Desde el punto de vista político, son los partidos más a la derecha quienes están presionando sobremanera en favor del efectivo, en la medida que su base electoral está más en zonas rurales, donde el grado de digitalización de la economía es menor. También el Partido Liberal, que forma parte de la coalición de Gobierno, se muestra beligerante contra la desaparición del efectivo. La disputa está en cuántos productos deben ser considerados esenciales y, por lo tanto, deben poder pagarse (no es que vaya a ser obligatorio) con dinero físico. En 2017, más de 130.000 suecos firmaron una carta pidiendo a los políticos que se tomaran medidas para frenar la desaparición del efectivo.

Lo que se plantea, y por razones de riesgo geopolítico, es que las familias tengan una especie de reservas estratégicas para sortear tiempos de crisis de al menos una semana de gastos. El problema, como es lógico, es la seguridad de ese dinero, pero ese es un asunto que debe gestionar la Agencia de Contingencias Civiles, encargada de tener un papel protagonista en esas circunstancias.

Todo empezó alrededor de la segunda mitad de la primera década de este siglo. Aquellos años, el Gobierno sueco consideró que ante el avance de la digitalización de la economía era el momento de liquidar el efectivo como medio de pago. No es que se prohibiera el uso de la corona en las pequeñas transacciones entre empresas o particulares (Suecia no está en el euro), sino que, con el respaldo de la banca, que vio en esta estrategia un considerable ahorro de costes, se facilitó el cierre de las infraestructuras de distribución del efectivo: transporte, cajeros o sucursales bancarias. Otro argumento dio la Administración sueca: de esta manera se podría luchar en mejores condiciones contra el fraude, pese a que Suecia es uno de los países con menor índice de economía sumergida.

Suecia Tarjetas de crédito Bancos europeos
El redactor recomienda