Isidre Fainé y Salvador Illa, historia de una foto: lo personal es político
Cada año la Fundación Bancaria La Caixa entrega a la Generalitat más de 200 millones para que lo destinase a diversos gastos sociales, un acuerdo que incomodaba al independentismo
Parece una foto normal. Se puede ver al presidente catalán Salvador Illa con el presidente de la Fundación Bancaria La Caixa, Isidre Fainé. La típica que se envía tras un acto mediático, en el que la fundación otorga 225 millones a la Generalitat para acción social, cultura, investigación y educación. Esto pasaba cada año desde la época de Artur Mas. Pero en los últimos, no había foto. Tampoco se anunciaba. Ahora Illa ha firmado una renovación de ese convenio.
Con el procés en marcha, la Generalitat siguió cobrando los 200 millones anuales de La Caixa, que luego administraba según un acuerdo previo con la entidad. Algunas áreas, como la investigación científica básica en Cataluña, son muy dependientes de este pacto. La Caixa pagaba, pero la foto desapareció cuando Artur Mas salió del Palau.
Ni Carles Puigdemont, ni Quim Torra, ni Pere Aragonès se hicieron la foto. Eso sí, tomaron el dinero. Fainé no apoyó el procés durante los años de la pendiente que llevaron hasta 2017 y en pleno clímax, trasladó la sede de CaixaBank, de Criteria y de la Fundación Bancaria La Caixa fuera de Cataluña, iniciando una oleada de traslados de sedes sociales de empresas que todavía pesa sobre el imaginario de la economía catalana. A pesar de la inquina, el independentismo no osaba criticar a Fainé. Siempre optaban por calificaciones más genéricas como "el Ibex-35".
Al día siguiente de la foto, la patronal Foment del Treball, presidida por Josep Sánchez Llibre, emitió un comunicado en el que aseguraba, literalmente, que había que retirar el impuesto a la banca porque "Otro efecto derivado de mantener este impuesto, que se planteó como excepcional y temporal, es que pone en peligro la acción de la Obra Social de la Fundación La Caixa". La Caixa nunca se ha planteado esto, al contrario. Pero Foment lo puso sobre la mesa.
La presión de la patronal catalana no sirvió de nada, Junts ha optado esta misma semana por tumbar el impuesto a las energéticas
La presión de la patronal catalana no sirvió de nada. Junts ha optado esta misma semana por tumbar el impuesto a las energéticas, como defendía Repsol con la congelación de su plan inversor en la petroquímica de Tarragona, pero ha mantenido el de la banca, en esencia para seguir castigando a Fainé, el hombre con el que no quisieron hacerse la foto durante diez años. La decisión de Junts le costará al conjunto de los bancos 1.695 millones de euros este año. Si, como decía la feminista radical Carol Hanisch, "lo personal es político", lema que en España popularizó Podemos, cuantitativamente, en millones de euros, lo personal nunca fue tan político. Para CaixaBank, casi 500 millones.
En la presentación de resultados de CaixaBank en Valencia, Gonzalo Gortázar se alineó con la reflexión de Foment: "El impuesto a la banca ataca la obra social". Pero nunca se ha referido a reducirla. Ahora, eso sí, de nuevo, lo personal es político: "Se le podría llamar la tasa CaixaBank", lamentó el consejero delegado del banco.
Buena relación
Illa y Fainé mantienen una buena relación personal desde antes de que Salvador Illa llegase a la presidencia de la Generalitat. Pero por ahora no ha habido gestos. La posición del independentismo tiene un punto de hipocresía. Junts mantiene la distancia con Fainé, pero Puigdemont se relaciona de manera normal con Sánchez Llibre, que incluso ha ido a Waterloo, aunque se trate de una persona muy cercana al presidente de la Fundación Bancaria La Caixa. Y el resultado final es irónico: para cierto soberanismo, Fainé es más español que Repsol.
Pere Aragonès hacía un poco lo mismo. Visitaba las Torres Negras de la Diagonal de manera periódica. La relación con Fainé era fluida en lo personal, pero se evitaba cualquier publicidad. La foto en la que Aragonès y Fainé coincidieron en la boda de una hija del exconseller de Economía, Jaume Giró, antes de que llegase al cargo, siempre fue utilizada en redes por el independentismo como símbolo de traición.
Los presidentes de la Generalitat independentistas han rehuido aparecer con Fainé a lo largo de estos años
En general, el mundo soberanista renegó de las grandes empresas catalanas que, salvo excepciones como Bon Preu, nunca han dado apoyo al movimiento. Esto no se limita a las que se fueron de Cataluña en 2017. Muchas se quedaron, como SEAT, Mango o Puig. Pero estas tampoco se pronunciaron a favor de la causa, así que el resquemor quedó y se amplió al empresariado en general.
Vuelta a la normalidad
Así que con la foto vuelve la normalidad. Al menos, una cierta normalidad. Illa ha recuperado la relación con el Rey, ha acudido a los festejos del día de la Hispanidad y también ha vuelto a colocar las relaciones con La Caixa en un entorno de normalidad, en la misma semana en que se ha anunciado que Tomás Muniesa relevará a José Ignacio Goirigolzarri como presidente de CaixaBank. Sale un vasco y entra un catalán. Ni el Gobierno español ni el catalán opinan sobre el cambio. Plena sintonía y el FROB como accionista de CaixaBank con el 17,9%.
De telón de fondo, la Obra Social de La Caixa. Suma 600 millones al año. Es dinero contante y sonante. Sin juegos de manos financieros. No pueden ser acciones. Hay que generar cada año ese volumen en dividendos de participadas, entre ellas la propia CaixaBank. Todo un reto para el holding de participadas Criteria, el verdadero corazón de todo el entramado de La Caixa.
Parece una foto normal. Se puede ver al presidente catalán Salvador Illa con el presidente de la Fundación Bancaria La Caixa, Isidre Fainé. La típica que se envía tras un acto mediático, en el que la fundación otorga 225 millones a la Generalitat para acción social, cultura, investigación y educación. Esto pasaba cada año desde la época de Artur Mas. Pero en los últimos, no había foto. Tampoco se anunciaba. Ahora Illa ha firmado una renovación de ese convenio.
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