Todo lo que la economía española se juega en las elecciones de Estados Unidos
EEUU decidirá este martes si su próximo presidente será Kamala Harris o Donald Trump. De esta disyuntiva dependerán un sinfín de desarrollos que pueden condicionar la economía
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A medida que se acercan las elecciones estadounidenses, se intensifican las cábalas sobre las implicaciones de los posibles resultados. De quién ocupe durante los próximos años la Casa Blanca dependerán un sinfín de decisiones políticas que no solo condicionarán el futuro de Estados Unidos, sino también el del resto del mundo. Un impacto global que resulta especialmente significativo en el ámbito económico, donde el país norteamericano sigue representando un rol fundamental.
Es por eso que, desde el exterior, el seguimiento del recuento que determinará si el próximo presidente del país será Kamala Harris o Donald Trump puede suponer también un intento de descifrar lo que espera a la economía de cada país, incluido España.
Como ya reflejaba la encuesta de mercados publicada por El Confidencial la pasada semana, entre los expertos existe cierto consenso en que para Europa en su conjunto resultaría más propicia la victoria de la candidata demócrata que un segundo mandato de Trump. Esto es así, en esencia, por la marcada postura proteccionista que ya mostró el republicano durante los años de su presidencia y que ya ha prometido retomar si vence, advirtiendo de su pretensión de establecer un arancel general del 10% (en ocasiones ha hablado hasta del 20%) a todas las importaciones.
"Una victoria de Trump en las elecciones estadounidenses aceleraría los cambios estructurales que son un gran desafío para Europa, incluido el creciente proteccionismo, la reducción de las oportunidades de exportación a China y los EE. UU. y la necesidad de gastar más en defensa en un momento en que las posiciones fiscales están tensas", apuntaba en un informe reciente Andrew Kenningham, economista jefe para Europa de Capital Economics.
Los expertos de Barclays señalan que una guerra comercial y sus efectos de segundo orden podrían restar hasta un 0,7% al PIB europeo, un impacto menor que el que estiman para China y el propio Estados Unidos, pero que, advierten, podría resultar más persistente. Este golpe, obviamente, afectaría de forma dispar a los distintos países. Así, en el banco británico observan que Alemania e Italia, con un superávit de bienes con EE.UU., estarían más en riesgo que España, Francia o Reino Unido.
Esto no significa, en cualquier caso, que para la economía española implique un impacto nimio. Al fin y al cabo, Estados Unidos representa el sexto mayor mercado para las exportaciones españolas, alcanzando cerca de 19.000 millones de euros en 2023, un 4,9% del total.
Combustibles y lubricantes, aceite de oliva, productos farmaquímicos, maquinaria eléctrica, equipamientos de navegación aérea y equipos y componentes de automoción se cuentan entre las principales áreas de exportación desde España a Estados Unidos. Varios de ellos, como el aceite de oliva, llevan mucho tiempo moviéndose bajo la amenaza de los aranceles y, de hecho, ni siquiera un mandato de Harris parece garantizar que puedan librarse de ellos.
En general, existe cierto consenso en que las implicaciones directas de un arancel general por parte de Estados Unidos no serían demasiado severas para Europa. Además de que, en términos relativos, se trata de un mercado limitado para las economías de la región, se considera que "un arancel aplicado a todos los países no pondría a Europa en desventaja en relación con sus competidores. Y probablemente habría una apreciación compensatoria del dólar", según observan en Capital Economics.
Sin embargo, la inquietud se extiende más allá de los efectos directos, ya que algunos economistas temen que el cierre del mercado estadounidense a los productos chinos provocará un desvío de estos a otros mercados, acrecentando la competencia que enfrentan las empresas europeas en terceros países y podría derivar en un incremento general de las barreras comerciales internacionales.
Efectos secundarios
En el caso de España, un factor de preocupación, más allá de los posibles aranceles que pueda enfrentar en el mercado estadounidense, es cómo puedan afectar estos a otros países con los que mantiene una relación comercial más intensa, como Francia, Alemania o Italia. Un debilitamiento de estas economías conllevaría, a priori, una retracción de la demanda de productos españoles.
Uno de los principales focos de inquietud para Europa está en la postura que pueda adoptar el nuevo gobierno estadounidense respecto a las exportaciones de automóviles europeos, que ya han estado bajo la amenaza de los aranceles en distintas ocasiones.
"Si hablamos de sectores, los más vulnerables a una victoria de Trump serían aquellos que dependan en gran medida de exportaciones a EE.UU. Como, por ejemplo, el sector automovilístico. Si consideramos que las exportaciones de este sector alcanzan un valor al año de más de 60.000 millones de euros, al imponer un arancel del 25% sobre vehículos -como se ha sugerido- esto podría reducir significativamente la competitividad de fabricantes europeos como Volkswagen, BMW y Mercedes en el mercado americano", observa Rodrigo Cebrián, director de inversiones en Edmond de Rothschild (Europe) sucursal en España.
El sector de automoción es uno de los más sensibles a la imposición de aranceles
En este sentido, los fabricantes españoles de componentes que trabajan para estas marcas podrían enfrentarse a un freno de la demanda, si bien esta podría compensarse con un incremento de los pedidos de clientes norteamericanos si estos vieran elevarse sus ventas. Para grupos como Cie Automotive y Gestamp, con amplia presencia en México, también podría representar un problema que una hipotética guerra comercial se extendiera a las relaciones entre ambos países norteamericanos.
Al margen de las exportaciones, España tiene en Estados Unidos uno de sus principales mercados de inversión directa, con cada vez más empresas nacionales incrementando su presencia en el mercado norteamericano. Para estos grupos, entre los que se pueden contar compañías como Iberdrola, Ferrovial o Grifols, cualquier guerra arancelaria parece un problema menor, ya que sus actividades internas en el país quedarían exentas. Sin embargo, se entiende que las distintas políticas de uno u otro candidato pueden resultar más propicias para unos sectores que para otros.
En lo que concierne a las empresas españolas, se asume que Trump mantendría una política de gasto más agresiva, de la que podría beneficiarse el sector de infraestructuras, lo que convertiría a compañías como Ferrovial o ACS en potenciales vencedores de sus políticas.
Por el contrario, se considera que una administración con Harris como presidenta supondría un refuerzo de los incentivos para las inversiones verdes y la transición energética, lo que ayudaría a compañías como Iberdrola o Acciona Energía.
No obstante, como apunta Ángel Pérez, analista de Renta 4, tanto en lo referente a las infraestructuras como en los proyectos energéticos, el papel del Estado en su desarrollo suele ser secundario, por lo que tampoco cabe esperar que condicione mucho su desarrollo. "La demanda de proyectos es muy elevada por la obsolescencia de las infraestructuras o por grandes compañías tecnológicas", comenta.
Frente a las dudas que pueda generar en otros muchos sectores, una posible presidencia de Trump puede leerse en clave positiva para la industria de defensa europea. Pero no por un incremento de las relaciones comerciales del sector con Estados Unidos, sino porque una previsible retracción del apoyo estadounidense a Europa en esta área obligaría a acelerar la inversión de los países europeos en esta materia para suplir el hueco que dejaría el gigante americano.
Gasto en defensa
"Hemos calculado que los Estados europeos que forman parte de la OTAN tendrían que dedicar un total de 75.000 millones de euros anuales al presupuesto de defensa como mínimo", apuntan en la gestora Mirova, filial de Natixis IM. Indra aparece como el principal beneficiario potencial de esta tendencia en España.
En cualquier caso, los expertos inciden en que resulta muy difícil calibrar por anticipado cómo se desarrollarán los distintos planes de uno y otro candidato, que no solo están sometidos a posibles variaciones una vez alcancen la Casa Blanca, sino que también podrían verse alterados (o bloqueados) en las cámaras, según cómo se reparta el poder en cada una de ellas.
Además, entre los analistas se pone especial énfasis en que las economías y las empresas han desarrollado en los últimos tiempos una notable capacidad de readaptación ante posibles perturbaciones comerciales y cuentan con mecanismos para, al menos, compensar el golpe de unas hipotéticas limitaciones a su actividad en una jurisdicción concreta.
El mayor temor es que las políticas del nuevo presidente lastren el propio crecimiento de los Estados Unidos
A la postre, lo que puede marcar un mayor impacto para la economía española y la mundial, en general, es si los planes del candidato que salga vencedor en los comicios del próximo martes acaban repercutiendo en un mayor o menor crecimiento de la economía estadounidense, lo que sigue siendo fundamental para la estabilidad global.
En este sentido, son muchas las voces que han alertado de que la candidata demócrata y el candidato republicano parecen estar tapándose los ojos ante el problema que representa el creciente déficit fiscal estadounidense, que podría acabar suponiendo una rémora significativa para su economía.
A este respecto, los analistas suelen considerar más inquietantes los planes explicitados por Trump, ya que se entiende que conllevarían mayores presiones inflacionarias, que podrían limitar la capacidad de la Fed para respaldar el crecimiento. "Incluso si se diluyeran un poco, consideramos que las políticas de Trump conducirían, en términos netos, a un crecimiento más débil, una inflación más alta y una política de la Reserva Federal algo más restrictiva", advierten en Capital Economics.
Un escenario como este tendría implicaciones para las empresas españolas en el país, en forma de menores inversiones y frenazo del consumo (con efectos, entre otros, en Santander o Inditex), limitaría las importaciones de productos españoles –con independencia de que haya aranceles o no– y conllevaría, entre otras cosas, un descenso de la llegada a España de turistas estadounidenses, uno de los mercados de mayor crecimiento en los últimos tiempos.
Así las cosas, resulta indiscutible que la economía española se juega mucho en las elecciones que Estados Unidos celebrará este próximo martes. Pero desentrañar cuál pueda ser el resultado más favorable resulta mucho más complejo de lo que una lectura superficial de los planes de ambos candidatos puede sugerir.
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