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La gran pregunta respondida con datos: ¿vivimos ahora mejor que en los años de la burbuja?
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Indicador de calidad de vida

La gran pregunta respondida con datos: ¿vivimos ahora mejor que en los años de la burbuja?

España ha tardado 16 años en volver a tener la tasa de paro previa a la caída de Lehman Brothers. En este periodo, la situación económica no ha mejorado, pero hay más calidad de vida gracias a los hábitos saludables y la educación

Foto: Las decenas de personas acampadas en la Plaza del Ayuntamiento de València para reclamar el derecho a una vivienda digna. (EFE/Kai Forsterling)
Las decenas de personas acampadas en la Plaza del Ayuntamiento de València para reclamar el derecho a una vivienda digna. (EFE/Kai Forsterling)
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Del "España está en la Champions de la economía" al "España va como un tiro" han pasado 16 años. Lo que ha tardado el país en volver a tener una tasa de desempleo inferior a la del verano de 2008, cuando quebró Lehman Brothers. Esta exclamación del presidente ha provocado que muchos se pregunten si la calidad de vida en España es ahora tan alta como lo fue en los años del boom. Más allá de las percepciones personales, es posible responder esta pregunta con datos.

Y los mejores son los del Indicador de Calidad de Vida, una de las estadísticas más prometedoras del INE que permite hacer una comparativa del nivel de vida a lo largo de los años teniendo en cuenta nueve dimensiones de la vida diferentes: condiciones materiales, empleo, salud, educación, ocio y relaciones sociales, seguridad, derechos básicos, medioambiente y experiencia general de la vida. No existe mejor estadística, hasta la fecha, para comparar la situación que se vivía en España hace 16 años con la actual (con datos hasta 2023), ya que se elabora a partir de 56 indicadores diferentes.

La respuesta a la gran pregunta tiene muchos matices, pero el resumen sería el siguiente: la situación económica es ahora algo peor, especialmente para las clases populares, aunque la calidad del empleo ha progresado algo. Sin embargo, los hábitos de vida han mejorado mucho y compensan la situación económica, aunque el acceso a la sanidad ha empeorado levemente. La educación ha seguido mejorando, con una juventud cada vez más formada. Pero la sociedad percibe una sensación de saturación por la escasez de tiempo libre para hacer ocio o fortalecer sus relaciones sociales. Es más, el indicador muestra el auge de la soledad, que afecta especialmente a los mayores y es una de las grandes lacras para la salud mental en España.

En definitiva, la respuesta no es una respuesta corta. En algunos aspectos ha mejorado la calidad de vida y, en otros, ha empeorado. El indicador agregado está actualmente un 1,5% por encima del nivel de 2008, lo que supone una leve mejoría de la calidad de vida en estos 16 años. Eso sí, este indicador muestra que la calidad de vida sigue siendo inferior a la que se alcanzó en 2019, el año previo a la pandemia.

La economía

Los ingresos económicos de los hogares se han incrementado en estos 16 años, aunque lo han hecho como consecuencia de la inflación. La renta real de los hogares todavía no ha recuperado los niveles de la burbuja, aunque el INE no tiene en cuenta este dato deflactado.

Lo que se observa en el indicador es un aumento de la desigualdad entre las clases altas y medias y las populares. Esto es, la mejoría va por barrios. En la burbuja inmobiliaria, muchos jóvenes dejaban de estudiar para ponerse a trabajar, porque la construcción pagaba altos salarios a cualquiera. Ahora no ocurre esto: las profesiones precarias están peor pagadas (agricultura, hostelería, comercio, etc.), lo que ha provocado un aumento de la pobreza laboral. Pero, en el extremo opuesto, España ha conseguido competir con Europa en servicios de alto valor añadido, lo que ha aumentado el porcentaje de la población con salarios elevados.

Foto: Imagen de un comedor social de Sevilla. (EFE/David Arjona)

El mejor ejemplo es que un 50% de los hogares declara tener una situación económica buena o muy buena, frente al 40% de 2008. Por arriba se ha producido una mejoría en los datos, pero las clases populares se han ensanchado. Las familias que sufren carencia material severa se han multiplicado casi por tres, pasando del 3,6% de la población al 9%.

La inflación de los últimos años también tiene culpa del aumento de hogares en una situación límite. El 37% de la población tiene problemas para hacer frente a gastos imprevistos, casi 10 puntos más que en los años de la burbuja. Y casi el 14% de las familias sufre retrasos en sus pagos, frente al 8% del año 2008. Los dramas económicos son ahora más comunes, como atestiguan los bancos de alimentos y organizaciones caritativas.

Entre los problemas económicos que sufre hoy España destaca uno: la vivienda. La comparativa con 2008 es curiosa, porque ese fue el año en el que el ladrillo se asomó al abismo. La estructura de la propiedad ha cambiado mucho en este periodo. En el pico de la burbuja las familias estaban muy endeudadas en casas sobrevaloradas y con empleos inestables. En la actualidad, la mayor parte de los propietarios tiene su casa pagada o está terminando de hacerlo. El problema de la vivienda no está tan extendido y no supone un riesgo macroeconómico.

En la actualidad, el 88% de la población está satisfecha o muy satisfecha con la vivienda en la que vive, una cifra similar a la de 2008. Sin embargo, los hogares en una situación límite son ahora más que los de 2008. Por ejemplo, el 23% de la población vive en casas con deficiencias, como son goteras, humedades, etc., un tercio más que en el año 2008. Y casi el 8% de la población vive en situación de hacinamiento, también un tercio más que en 2008.

Empleo

Una de las causas del incremento de la precariedad se debe precisamente al aumento del desempleo. Aunque la tasa de paro ha bajado hasta el 11,2%, sigue muy lejos del 7% del año 2007. También ha aumentado el desempleo de larga duración y el empleo involuntario a tiempo parcial. Es en la parcialidad donde reside uno de los problemas que no existía en 2008, el de la pobreza laboral: personas que son pobres aunque tengan un trabajo.

Sin embargo, las clases medias y altas tienen hoy mejores empleos. El 71% de la población está satisfecha o muy satisfecha con su empleo. También es cierto que la percepción social ha cambiado: en 2008 ser un mileurista estaba mal visto, pero ahora, un salario de 1.350 euros mensuales (la misma cuantía si se cuenta la inflación) no es tan decepcionante.

Salud y educación

Uno de los mayores logros de España durante los 16 años que han pasado desde el estallido de la burbuja es la concienciación de la población por la importancia de la educación. De todas las dimensiones que mide el INE, esta es la que ha registrado más avances. En la década de los dos mil el fracaso escolar era habitual, fomentado además por la abundancia de trabajos bien pagados que no requerían de cualificación.

Foto: Trabajadores de un espectáculo de drones en Córdoba. (EP/Joaquín Corchero)

Pero cuando estalló la burbuja del ladrillo, más de un millón de jóvenes sin estudios se vieron condenados al paro. Fue una lección que aún no se ha olvidado. La tasa de abandono escolar era del 32% en 2008, casi uno de cada tres jóvenes dejaban de estudiar antes de tiempo. Esta cifra se ha reducido al 14% en la actualidad.

La población adulta con estudios superiores no llegaba al 30% hace 16 años, actualmente supera el 41%. También ha aumentado la concienciación de los trabajadores y las empresas de la importancia de la formación continua. Un 16% de las personas en edad de trabajar reciben formación cada mes, frente al 11% del año 2008.

La calidad de vida también ha mejorado gracias al estilo de vida más saludable de la población. Las tasas de sobrepeso se han reducido del 54% al 48%, y eso a pesar de que la población está más envejecida. El porcentaje de personas que fuman diariamente se ha reducido drásticamente, del 26% en 2008 al 17% en la actualidad (un tercio menos). Y las personas que hacen ejercicio regularmente casi se han duplicado, pasando del 22% al 38% actual. Sin embargo, hay algunos problemas que se han acrecentado como consecuencia del envejecimiento. Por ejemplo, casi el 30% de la población tiene problemas de movilidad, frente al 23% del año 2008.

Sin embargo, el gran punto débil en la salud es la sanidad pública. El porcentaje de la población que no recibe la atención médica que necesita ha aumentado en este periodo. A pesar de las mejoras registradas en los últimos años gracias al refuerzo de las plantillas de sanitarios, el servicio público sigue siendo insuficiente y hay casi un 9% de la población que no tiene la atención que necesita.

Ocio y relaciones

El INE introdujo en el año 2014 una nueva dimensión a la estadística, la de ocio y relaciones sociales, que también son parte fundamental de la calidad de vida de la población. Esto significa que no es posible hacer una comparación con los años de la burbuja. Pero los diez años de vida de esta dimensión permiten hacer un buen análisis de su evolución en los últimos años.

De hecho, este es el aspecto que más se ha deteriorado en este periodo. Es esto precisamente lo que provoca que una buena parte de la población se sienta descontenta con su calidad de vida. Por un lado, la población siente que tiene menos tiempo libre y, por otro, siente que las relaciones sociales son cada vez más lejanas.

Foto: Trabajadores Google protestan a las afueras de la sede en California. (Getty/Mason Trinca)

Esta sensación de poco tiempo libre coincide en el tiempo con el envejecimiento de la población. Cada vez hay más personas jubiladas, pero esto no mitiga el descontento con el tiempo libre, que previsiblemente se concentra entre los trabajadores. Las encuestas muestran que se ha sacrificado tiempo para los amigos a cambio de aumentar la asistencia a eventos culturales y deportivos. También el aumento del tiempo destinado al deporte ha obligado a renunciar a tiempo para quedar con amigos.

La otra cara de esta moneda es la soledad. Casi un 6% de la población (cerca de dos millones y medio de personas) no tiene a nadie con quien hablar sobre sus problemas, el doble que hace una década.

La soledad, el estrés y la falta de tiempo libre son algunos de los males que aquejan a la salud psicológica de los españoles y se ven reflejados en este indicador. Este malestar explicaría la presión de los trabajadores para reducir la jornada laboral. Estos factores sociales y los problemas económicos de las clases populares son los aspectos de la vida que más se han deteriorado desde los años de la burbuja inmobiliaria. Sin embargo, también hay una parte de la población que disfruta de una mejor situación económica gracias al impulso económico de los últimos años y a la progresión propia de la humanidad.

Pero, en líneas generales, la tasa de desempleo todavía elevada y el aumento de la pobreza, son lastres demasiado pesados como para considerar que la calidad de vida ha recuperado los estándares de los años de la burbuja. Pero la mejora de la educación o los hábitos de vida más saludables son un buen punto de partida para el bienestar de la población.

Del "España está en la Champions de la economía" al "España va como un tiro" han pasado 16 años. Lo que ha tardado el país en volver a tener una tasa de desempleo inferior a la del verano de 2008, cuando quebró Lehman Brothers. Esta exclamación del presidente ha provocado que muchos se pregunten si la calidad de vida en España es ahora tan alta como lo fue en los años del boom. Más allá de las percepciones personales, es posible responder esta pregunta con datos.

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