'No news is good news': la mitad de la cesta de la compra ha dejado de encarecerse
El fin de la espiral no es un espejismo: los productos que suben y bajan casi están a la par en los últimos meses, y el 60% de las variaciones de precios desde abril fueron inferiores al 1%
El final de la espiral inflacionista no es un espejismo. La lectura de septiembre, revisada esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE), sitúa la variación interanual del índice de precios de consumo (IPC) en el 1,5%, dentro de los objetivos del Banco Central Europeo (2%) por primera vez desde junio de 2023. A diferencia de entonces, la cifra no se debe al espectacular abaratamiento de la energía —tras dejar atrás el shock del cierre del grifo ruso—y al efecto base, un espejismo estadístico causado por la escalada que había experimentado el indicador un año antes, que es el momento con el que se compara el nivel de precios.
Esta vez, el alivio resulta constante y generalizado: uno de cada cuatro productos o servicios ya son más económicos que hace un año, y la mitad de la cesta de la compra ha dejado de encarecerse durante los últimos meses.
La curva todavía puede experimentar algunas oscilaciones, pero no volverá a la montaña rusa que nos acompañaba al menos desde la invasión de Ucrania. La tendencia cada vez es más estable: desde el comienzo del verano, tanto el IPC general como el subyacente van a la baja de forma ininterrumpida. Este último elimina el efecto de los elementos más volátiles, como los alimentos no elaborados y la energía, y es el que usa como referencia el BCE para las bajadas de tipos.
Las lecturas mensuales, que son más útiles para eliminar el posible efecto base y saber lo que realmente está pasando, también resultan muy positivas. Por fin, los precios se están abaratando algunos meses, como ocurrió en julio o septiembre. En otros, como agosto, se mantienen sin cambios, pero en cualquier caso hace ya bastante tiempo que no se producen las subidas pronunciadas, de medio punto o más en solo 31 días, que nos acompañaron durante lo peor de la espiral.
Mayo fue el punto de inflexión. Desde entonces, los precios experimentan oscilaciones muy controladas, más propias de un período de normalidad que de una crisis inflacionista. Y, en cualquier caso, con una tendencia a la baja: aunque los precios son un 1,5% más elevados que hace un año, han bajado un 0,4% desde abril, el último mes que presentó algunas de las características propias de un período inflacionista.
En otras palabras: aunque se diga que cae la inflación, la vida sigue siendo más cara que hace 12 meses (en realidad, lo que se está es moderando el incremento de los precios), y mucho más cara que antes del comienzo de la espiral, allá por 2021. La variación del IPC entre septiembre de ese año y septiembre de 2024, de hecho, alcanza el 14,4%.
En cambio, si la lupa se acerca al período más inmediato, la cesta de la compra sí se está abaratando. Lo hace en su conjunto, donde las diferentes ponderaciones —algunos productos y servicios pesan más que otros— pueden alterar los resultados. Uno por uno, no se puede hacer una afirmación tan rotunda, pero sí otra que indica que el camino hacia la normalización de los precios está muy avanzado: la mitad de las llamadas subclases ha dejado de encarecerse.
Abril fue el último mes en el que la mayoría de ellas (casi el 70%) subió. Desde entonces, se acumulan cinco meses consecutivos con cifras muy estables, como se puede observar en el gráfico anterior: en torno a un 40%-50% de los epígrafes suben, en torno a un 30%-40% bajan y el resto se mantiene igual. El equilibrio y la continuidad de los datos indican que el escenario es mucho más parecido al de un momento de estabilidad de precios que a otro de crisis inflacionista.
Sin embargo, para afirmar lo anterior hay que ir un poco más allá de los que suben y los que bajan. Es importante saber cuánto lo hacen. Desde abril, la distribución del aumento de precios ha ido convergiendo hacia el centro, es decir, hacia alzas y caídas muy pequeñas. Tanto, que el 60% de las subclases ha variado menos de un punto, y solo el 11% más de cinco. Las oscilaciones que arrastrábamos durante los últimos años están desapareciendo, aunque todavía está por ver el efecto de las recientes bajadas de tipos de interés: la transmisión de la política monetaria a la vida real tarda unos meses en producirse.
Las buenas noticias más inmediatas también tienen su reflejo en el último año, aunque con una menor intensidad. Durante los pasados 12 meses, una de cada cuatro subclases se ha abaratado. Si bien los precios son más elevados que en el otoño de 2023, la bajada reciente está incluyendo cada vez más productos y servicios en esta lista.
Esta normalidad ya se aprecia en las previsiones de los principales centros de estudios y organismos económicos, que sitúan el IPC en una media de en torno al 2% para el próximo año. La última, de BBVA Research, incluso la deja por debajo del objetivo del BCE: un 1,8%, La inflación ha hecho un gran estrago en el poder adquisitivo de los hogares españoles, pero quizá haya llegado la hora de dejar de hablar de ella. No news is good news.
El final de la espiral inflacionista no es un espejismo. La lectura de septiembre, revisada esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE), sitúa la variación interanual del índice de precios de consumo (IPC) en el 1,5%, dentro de los objetivos del Banco Central Europeo (2%) por primera vez desde junio de 2023. A diferencia de entonces, la cifra no se debe al espectacular abaratamiento de la energía —tras dejar atrás el shock del cierre del grifo ruso—y al efecto base, un espejismo estadístico causado por la escalada que había experimentado el indicador un año antes, que es el momento con el que se compara el nivel de precios.
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