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Barcelona y Madrid lideran el crecimiento demográfico en la UE gracias a la inmigración
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Barcelona y Madrid lideran el crecimiento demográfico en la UE gracias a la inmigración

Las dos provincias más habitadas del país son las que más población ganan del continente pese a registrar más muertes que nacimientos: incorporaron 260.000 personas en 2022

Foto: 'Skyline' de Madrid. (EFE/Mariscal)
'Skyline' de Madrid. (EFE/Mariscal)
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Barcelona y Madrid se han convertido en el motor demográfico de Europa gracias a la inmigración. Las dos provincias más habitadas del país son también las que más población ganaron en todo el continente en 2022, incluso aunque se incluyan gigantes como Estambul, en Turquía, que no pertenecen a la Unión Europea. Y eso a pesar de que no escapan a la tendencia general que azota al sur de Europa: registran más muertes que nacimientos. La llegada de decenas de miles de inmigrantes, en una magnitud que no se registra en ninguno de los principales núcleos de población de nuestros vecinos, compensa el crecimiento natural negativo.

Juntas, las dos provincias sumaron en 2022 unos 260.000 habitantes, prácticamente la población de Guadalajara: Barcelona creció en 155.000, el equivalente a la ciudad de Marbella, y Madrid en 102.000, algo más que todos los residentes en la isla de Menorca.

Solo Praga pudo acercarse a estos guarismos entre las regiones de nivel NUTS3, en la nomenclatura comunitaria, que equivalen a las provincias españolas —desagregadas en islas en el caso de los archipiélagos— e italianas, o a los departamentos franceses. Sin embargo, el territorio que alberga la capital de la República Checa se quedó a las puertas del umbral de los 100.000 nuevos habitantes.

España cuenta con cuatro provincias en el top 10 de las que más crecen, con Valencia en el sexto lugar y Alicante cerrando el cuadro de honor de Eurostat, la oficina estadística de la Comisión Europea. No es casualidad: el discretísimo crecimiento demográfico de los dos años de la pandemia (2020 y 2021) produjo en 2022 un efecto rebote, con una velocidad de crecimiento que en Madrid no se veía desde los años de la burbuja inmobiliaria y que en Barcelona alcanza registros inéditos desde el inicio de la serie histórica, en el 2000. Nada que ver con un boom de los nacimientos, que no levantan cabeza, sino con la progresión de una tendencia de atracción de población que se había visto truncada por la situación excepcional del covid.

Si en 2020 y 2021 algunos inmigrantes regresaron a sus países de origen debido a la crisis económica, el flujo de llegadas se ralentizó y muchos jóvenes —y no tan jóvenes— de otras partes de España revirtieron o pospusieron su decisión de irse a la gran ciudad, en 2022 el imán de las áreas más pobladas volvió ejercer todo su magnetismo. Muchos de esos potenciales habitantes emprendieron finalmente el camino hacia Madrid o Barcelona, atraídos por el levantamiento de las restricciones sanitarias y el dinamismo de la economía y el mercado laboral. Los resultados saltan a la vista.

Ninguna de las regiones al nivel NUTS3 en las que se sitúan las principales ciudades europeas pudo atraer, ni por asomo, los mismos flujos de población que las provincias de Madrid y Barcelona. París incluso ha perdido, pese a ser, junto a Bruselas, la única de las grandes que tiene un crecimiento natural positivo, es decir, que registró más nacimientos que defunciones.

En cambio, en el caso de las provincias españolas, todo el crecimiento se ha apoyado en la inmigración (Eurostat no discrimina entre la interna, procedente de otras partes del territorio nacional, y la externa, de otros países). Si solo fuera por el balance entre muertes y nacimientos, Madrid habría perdido unos 200 habitantes, y Barcelona algo más de 10.000. Pero los espectaculares flujos migratorios han volteado la situación, gracias a las cerca de 166.000 personas llegadas a Barcelona y las casi 103.000 que recalaron en Madrid. Solo Berlín se acerca a esos datos, aunque recibió la mitad de inmigrantes que Barcelona.

También en las provincias pequeñas

El pulmón demográfico que aportan los que llegan de fuera se dejó sentir mucho más allá de las grandes ciudades. Incluso en provincias pequeñas, donde los flujos internos suelen ser negativos debido a la marcha de jóvenes hacia Madrid y Barcelona, la migración neta registró datos positivos, gracias a la llegada de extranjeros. Y esto compensa, en muchos casos, el imparable declive demográfico.

Como se puede apreciar en el mapa, España es uno de los países con más provincias en tonos azules, que indican un incremento de la población. Todo el arco mediterráneo, pero también territorios de interior como Segovia, Ávila, Ourense, Teruel o Ciudad Real, muestran un cierto vitalismo, que contrasta con el invierno demográfico del centro de Francia o el sur de Italia.

Barcelona y Madrid se han convertido en el motor demográfico de Europa gracias a la inmigración. Las dos provincias más habitadas del país son también las que más población ganaron en todo el continente en 2022, incluso aunque se incluyan gigantes como Estambul, en Turquía, que no pertenecen a la Unión Europea. Y eso a pesar de que no escapan a la tendencia general que azota al sur de Europa: registran más muertes que nacimientos. La llegada de decenas de miles de inmigrantes, en una magnitud que no se registra en ninguno de los principales núcleos de población de nuestros vecinos, compensa el crecimiento natural negativo.

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