(Des)unión bancaria: lo que la cruzada de Scholz contra Unicredit dice del futuro de la UE
La oposición del Gobierno alemán a la operación entre UniCredit y Commerzbank muestra la falta de apetito político entre los principales actores de la UE para los siguientes pasos del club
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A la Unión Bancaria le faltan muchas cosas para ser una unión. Pero una de ellas es un proceso de consolidación transfronteriza. Operaciones que hagan que los bancos europeos sean más grandes y más rentables, en un momento, además, en el que hay consenso sobre la necesidad de aumentar la financiación para algunas de las nuevas prioridades europeas en el esfuerzo por "cerrar la brecha" con Estados Unidos y China. Si Europa vive un proceso de integración, que este se extienda también a las entidades de crédito. Al menos esta es la teoría.
Pero la práctica siempre es más compleja. No solamente las operaciones transfronterizas. Por ejemplo, el debate sobre un fondo europeo de garantía de depósitos (EDIS) es políticamente intransitable por la negativa de los 'halcones' del norte a compartir riesgos con el sur. Precisamente porque no se puede avanzar en aquellos asuntos que son políticamente más sensibles, en Bruselas y Frankfurt se había instalado la idea de que quizás un buen camino para ir avanzando en la Unión Bancaria son operaciones transfronterizas que hagan que los bancos dejen de ser tan ‘nacionales’ y empiecen a ser más europeos.
Un buen caso para avanzar en ese proceso de derribar las fronteras nacionales y escalar las entidades ha aparecido en los últimos días ante la operación de Unicredit (Italia) y Commerzbank (Alemania), por la que la entidad de Andrea Orcel se ha hecho por sorpresa con el 9% de uno de los bancos más importantes de su vecino del norte y tiene la intención de ir a por más, teniendo ya el 21%. Pero el Gobierno de Olaf Scholz, una coalición de socialdemócratas (SPD), Verdes y liberales (FDP), todos comprometidos con el proceso de integración europea, ha asegurado que ve la operación como un movimiento "hostil", provocando roces con Roma y generando una sensación de desesperación en el mundo de los observadores de la Unión Bancaria.
Berlín anunció hace poco su intención de deshacerse del 16,5% de Commerzbank, que tiene el Estado por un fondo de asistencia del que hizo uso la entidad en 2008. UniCredit se ha hecho con el primer 4,5% del que se ha deshecho el Gobierno, no sin que saltaran las alarmas en el ministerio de Finanzas liderado por el liberal Christian Lindner. La respuesta en Berlín y en la propia Commerzbank no ha sido positiva. La entidad alemana ha lanzado señales de que una adquisición completa por parte del banco italiano podría resultar en pérdidas de empleos, algo que dañaría todavía más la delicada situación de los socialdemócratas (SPD) del canciller Olaf Scholz a un año de unas elecciones federales en las que parece condenado a perder el poder a manos de los conservadores de la CDU.
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UniCredit todavía puede sacar adelante la operación, pero lo haría con el Gobierno alemán mostrando su descontento político ante las pocas herramientas técnicas para evitarlo. Muchos lo ven como un momento de la verdad para la Unión Bancaria. En Berlín y Frankfurt, la Frankfurt del mundo financiero alemán, no del Banco Central Europeo (BCE), la intelligentsia alemana vuelve a la narrativa de hace una década, a la misma psicología que se aplica al debate de los eurobonos, del EDIS o de las reglas fiscales: si UniCredit se hunde en el futuro entonces el Gobierno alemán tendrá que rescatar la entidad. Los alemanes salvando a los italianos, otra vez. La realidad es que fuera del mundo financiero alemán no todos consideran que UniCredit sea una entidad con más riesgos que Commerzbank.
El Ejecutivo alemán no tiene vías sencillas para frenar la operación porque es una competencia que tiene el BCE. Pero la entidad presidida por la francesa Christine Lagarde ha mostrado en distintas ocasiones que favorece un proceso de consolidación transfronteriza. Luis de Guindos, vicepresidente del eurobanco, señaló a finales de la semana pasada en una entrevista con Expresso que "la consolidación transfronteriza es importante". "Esperamos que siga avanzando a corto plazo", señaló ante el medio portugués.
Pero incluso aunque Berlín no tenga demasiadas herramientas en su mano, Orcel mostró ya su intención de que una operación así solamente saliera adelante con la bendición de las autoridades locales. En una conferencia en Londres esta misma semana, el directivo ha intentado calmar a las autoridades alemanas. "Efectivamente, ahora somos un gran accionista, un accionista estratégico, pero es una inversión (...) y la gente debería comentarlo y pensar en ello como una inversión y nada más", señaló. Orcel es famoso por su tenacidad y su paciencia, y esa idea de que no ve posible una operación así sin el apoyo de las autoridades locales, ese mensaje de que se trata solamente de una inversión, y su llamamiento a mantener el diálogo con todas las partes, muestran que el italiano está en una partida larga. Cree que la corriente va a su favor y está dispuesto a jugar a largo plazo.
"Ahora somos un gran accionista, pero es una inversión, y la gente debería pensar en ello como eso y nada más"
El CEO de la entidad italiana sabe la partida en la que se encuentra Europa. UniCredit lleva tiempo en el mercado buscando posibles piezas. Ya a finales del año pasado, Orcel lanzó un discurso que encuentra su eco en la preocupación europea por la Unión Bancaria y el renovado debate sobre la Unión de Mercados de Capitales. "Europa necesita bancos con capitalizaciones de mercado superiores a 100.000 millones de dólares si queremos que este bloque económico se mantenga firme frente a EEUU o China", señalaba en una entrevista. Es un mensaje que se repite en el informe realizado recientemente por el ex primer ministro italiano y expresidente del BCE, Mario Draghi.
La realidad es que UniCredit es un banco italiano, con sede en Milán, pero con unos intereses y unas actividades muy alemanas: es su segundo mercado más grande por detrás del italiano. El banco hace gala de un espíritu paneuropeo, y ahora tiene la oportunidad de hacerlo realidad. La entidad de Orcel ya tiene de hecho desde el 2008 el control total de HypoVereinsbank, un banco bávaro. De hecho, un joven Orcel asesoró a UniCredit en la adquisición de dicho banco cuando trabajaba en Merrill Lynch, siendo en aquel momento la mayor operación transfronteriza que se había producido hasta entonces.
Son muchos los que creen que si esta operación no sale adelante, la Unión Bancaria se verá herida de muerte. Se han dado pasos para sacar a las entidades de las lógicas nacionales. Hoy hay una supervisión común, y también un Fondo Único de Resolución. Pero hay numerosas muestras de que los Estados miembros todavía no están dispuestos a terminar de recorrer este camino, y el caso de Commerzbank es una muestra más.
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Técnicamente, con la supervisión común y con el FUR ya se debería haber abandonado la lógica de que los Estados miembros tienen que estar detrás de las entidades en caso de que estas caigan. Que Alemania se niegue a que UniCredit adquiera mayor presencia en Commerzbank sugiere que Berlín, primero, no confía en la supervisión común y, segundo, asume que en caso de derrumbe de la entidad tendrá que salvarla con dinero de sus contribuyentes, algo que no debería ocurrir ya gracias al FUR. Scholz está diciendo algo así como que el rey de la Unión Bancaria va desnudo.
"Es una señal preocupante que el gobierno del mayor estado miembro de la UE adopte una postura tan pública contra la adquisición de un gran banco de la eurozona por otro gran banco de la eurozona", ha escrito Lucas Gutenberg, asesor de la fundación Bertelsmann Stiftung, añadiendo que "así muere la Unión Bancaria". En un momento clave, al inicio de una legislatura europea que se considera fundamental para lograr que la UE siga siendo competitiva, con un consenso enorme en la necesidad de aumentar la financiación para cumplir con las nuevas necesidades de Europa y de la industria europea, el movimiento del Gobierno alemán muestra que si teóricamente hay cierto acuerdo en la necesidad de avanzar, en la práctica nadie quiere dar el primer paso.
A la Unión Bancaria le faltan muchas cosas para ser una unión. Pero una de ellas es un proceso de consolidación transfronteriza. Operaciones que hagan que los bancos europeos sean más grandes y más rentables, en un momento, además, en el que hay consenso sobre la necesidad de aumentar la financiación para algunas de las nuevas prioridades europeas en el esfuerzo por "cerrar la brecha" con Estados Unidos y China. Si Europa vive un proceso de integración, que este se extienda también a las entidades de crédito. Al menos esta es la teoría.