No confundan el auge del 'renminbi' con el ocaso del dólar
La caída de peso del dólar en las reservas internacionales se ha interpretado como el inicio de su ocaso, pero es pronto para pensar en un cambio de paradigma. Hoy por hoy, no hay alternativa a la divisa estadounidense
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El surgimiento de China como potencia económica, política y militar ha acelerado el debate sobre el ocaso de EEUU en todos sus frentes. El de la divisa es uno de ellos. El argumento estaba servido desde que el dólar redujo su peso en las reservas internacionales por debajo del 60%, cuando antes de la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio era más del 70%.
La caída del dólar no ha venido acompañada de un aumento de la relevancia de las otras tres grandes monedas tradicionales (yen, libra, euro), sino que se ha debido al auge de tres monedas emergentes, los dólares australiano y canadiense y, sobre todo, el renminbi. El argumento para augurar la caída del dólar estaba servido. Sin embargo, los movimientos no han sido tan rápidos, ni tan intensos, como para esperar un cambio inminente.
Los expertos del Observatorio Económico Mapfre-El Confidencial coinciden en señalar que el declive del dólar aún está lejos y ponen los datos en perspectiva. Desde que el FMI incorporó a la moneda china a su cesta de divisas, hace casi una década, su peso en las reservas internacionales ha pasado a ser del 3%. Un movimiento importante, pero que está muy lejos de causar un cambio de paradigma.
José Manuel González-Páramo, presidente del Consejo de Administración del European DataWarehouse, lo explica así: "No es previsible que el dólar pierda su dominancia al menos en los próximos 30 años. Antes tendría que surgir una alternativa en otro país con estabilidad política, que fuese una potencia económica y militar y con un sistema financiero abierto y muy desarrollado. Ahora mismo no existe quien pueda competir en estos tres aspectos con EEUU".
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Por el momento, nadie se aproxima al nivel de confianza y desarrollo de Estados Unidos. Es más, los expertos coinciden en que su principal rival no es externo, sino interno. La deriva populista de la política en EEUU sí puede generar un foco de incertidumbre sobre la política económica en el país que lleve al resto de Estados o a los inversores a dudar del dólar como depósito de valor.
Por ejemplo, las declaraciones del candidato republicano, Donald Trump, en contra de la independencia de la Reserva Federal pueden generar dudas sobre la política monetaria del país. Solo EEUU tiene el potencial para horadar el papel del dólar como divisa dominante.
Los movimientos en la composición de las reservas de divisas que se han visto hasta ahora tienen más que ver con el auge de alternativas en un mundo más fragmentado. Sobre todo, en aquellos países que intentan marcar distancia con EEUU (los de la órbita china) o quienes sufren sanciones financieras de Occidente (Rusia o Irán). Pero el dólar sigue siendo la moneda de referencia en la mayor parte de contratos. Incluso los del petróleo están denominados en dólares, a pesar de la oposición a EEUU que hacen muchos de los países de la OPEP.
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Judith Arnal, investigadora sénior del Center for European Policy Studies (CEPS) y del Real Instituto Elcano, lo explica así: "El papel del dólar está muy bien anclado. Como depósito de valor supone el 60% de las reservas internacionales. Como medio de pago sigue copando el 75% de los contratos internacionales. Y como unidad de cuenta, ya que muchos países tienen fijadas sus monedas a la cotización del dólar. El renminbi tiene dos grandes problemas: China no tiene liberalizada su cuenta de capitales y tiene una alta inseguridad jurídica"
Sin una alternativa viable al dólar, es difícil pensar en que se vaya a producir un cambio en la dominancia del dólar. Una cierta diversificación de las carteras de reserva no cambia la realidad de que la reserva estadounidense sigue siendo la referencia internacional.
Los expertos apuntan que hay otra cuestión incluso más relevante para el mundo: el ciclo económico en Estados Unidos. La política monetaria de la Reserva Federal genera impactos en todo el globo, y esto sí supone un riesgo por los flujos financieros que empuja. Si los ciclos económicos de EEUU y los países en desarrollo se desincronizan, como está ocurriendo actualmente, sí pueden surgir episodios de volatilidad y problemas económicos.
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La política monetaria restrictiva de EEUU genera una repatriación de dólares al país por la revalorización de la moneda y el aumento relativo de los tipos de interés. Los países que están en la parte opuesta del ciclo económico, y que necesitan una política monetaria expansiva, pueden sufrir una fuga de divisas que complique su financiación, hunda sus monedas y agrave la crisis.
Y el problema es que EEUU tiene una economía recalentada que obligará a mantener una política fiscal restrictiva, mientras que muchos países emergentes (China entre ellos) están atravesando dificultades económicas. Esta pérdida de sincronización de los ciclos económicos globales supone una amenaza para la economía mucho más evidente que la pérdida de dominancia del dólar.
El surgimiento de China como potencia económica, política y militar ha acelerado el debate sobre el ocaso de EEUU en todos sus frentes. El de la divisa es uno de ellos. El argumento estaba servido desde que el dólar redujo su peso en las reservas internacionales por debajo del 60%, cuando antes de la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio era más del 70%.