Los fondos europeos salvan la anemia inversora de las empresas privadas
La inversión privada no despega. Justo lo contrario de lo que sucede con la economía, que crece ya cerca del 30%. ¿Qué sucede? Las empresas están aprovechando los fondos europeos y son menos proclives a invertir
La economía española se acelera. El Banco de España prevé que el PIB crezca este año un 2,8%, una décima por encima del año pasado, según la última revisión de Estadística. Pero con un lunar algo más que relevante. Los fondos europeos Next Generation están salvando la anemia inversora del sector privado, que todavía no ha recuperado los niveles anteriores a la pandemia.
El tirón de los fondos europeos se manifiesta en una cifra. Durante el primer semestre de este año, los ingresos procedentes de la Unión Europea, en tres entregas, han alcanzado los 11.266 millones de euros, es decir, cerca del doble de los 6.000 millones que se libraron durante el mismo periodo del año anterior. En total, desde que comenzaron a llegar los fondos, según datos de la dirección general del Tesoro, han entrado 48.033 millones de euros, lo que representa todavía menos de la tercera parte de los compromisos contraídos entre España y la Unión Europea. Ese dinero es el que ha llegado, aunque no necesariamente se corresponde con el ejecutado.
El Banco de España, de hecho, ha estimado en su último informe de proyecciones macroeconómicas que los gastos asociados al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia podrían situarse en torno al 1% del PIB en 2024, justamente el doble que el año pasado, hasta alcanzar un impacto máximo en la actividad económica en 2025 y 2026. Es decir, España habrá disfrutado de un quinquenio en el que los fondos europeos han dinamizado la acción inversora del Estado, que se hundió a mínimos tras la doble recesión provocada por la crisis financiera.
Lejos de máximos
¿Qué ha sucedido desde la primera entrega con la inversión privada? Pues justo lo contrario. Un reciente informe de la AIReF estimaba que a finales de 2023 el nivel de la inversión privada en términos reales era un 8% inferior al registrado en 2019, mientras que la del sector público, por el contrario, y a consecuencia, precisamente, de los fondos europeos, se encontraría todavía más de un 30% por encima de la de ese año.
La conclusión que sacan los técnicos de la autoridad fiscal no deja lugar a dudas: "Se podría decir que la inversión privada en términos reales se encuentra prácticamente estancada tras la pandemia, mientras que la pública proseguiría su tendencia ascendente iniciada en 2017, aunque se encontraría aún muy lejos de los máximos observados durante el año 2009". Ese año, la inversión pública (en buena medida por el Plan E) llegó a rozar el 5% del PIB y cerca del 30% incluyendo la inversión privada, fundamentalmente en construcción, un nivel más propio de un país en vías de desarrollo o que sale de alguna calamidad.
Aquellos años, sin embargo, quedan ya muy lejos, en particular por el comportamiento del sector privado. Como sostiene el Banco de España en su informe más reciente, la inversión en maquinaria y bienes de equipo es cada vez más débil y aún permanece un 6% por debajo de su nivel anterior a la pandemia. De cara al tercer trimestre, que está a punto de finalizar, se espera una desaceleración adicional de la inversión productiva. También la inversión en vivienda muestra señales de debilidad pese al crecimiento de las ventas.
Estos datos de la inversión empresarial no son coherentes con la evolución de una economía que crece de forma robusta (ya cerca del 3%, mientras que el empleo sigue creciendo fuerte), lo que podría estar indicando una especie de crowding out. Es decir, el efecto que se produce cuando los estados emiten fuertes volúmenes de deuda para financiarse provocando un encarecimiento de los tipos de interés a causa de la alta demanda, lo que a su vez pone en dificultades a las empresas a la hora de financiarse. En este caso, el desplazamiento, o la expulsión, como se prefiera, sería porque las empresas no necesitan invertir para mantener su negocio, ya que es el Estado quien lo hace por ellas. En este caso, a través de los fondos europeos.
Capacidad instalada
Las causas del pobre comportamiento de la inversión privada, en cualquier caso, son variadas. La AIReF lo ha relacionado, por ejemplo, con el patrón de crecimiento. En concreto, con la orientación de la economía hacia sectores como la educación, las actividades profesionales, que son más intensivas en conocimiento que en capital físico. Por lo tanto, la economía está más volcada a los servicios y menos a la industria. Pero también con la mayor utilización de la capacidad productiva, lo que hace que las empresas no necesiten aumentar sus inversiones porque pueden aprovechar la capacidad instalada que antes no se utilizaba. La subida de los tipos de interés en los últimos años, que encarece la financiación, también puede ser otro factor a tener en cuenta, además del desapalancamiento que se está produciendo en muchas empresas después de la experiencia de la crisis financiera.
El déficit de inversión productiva no es un asunto menor. Un informe de BBVA Research sostiene que este “pobre desempeño” es una de las causas que explican que la renta per cápita relativa de España haya caído desde el 105,2% del promedio de la UE en 2006 hasta el 86,7% en 2023, así como de la productividad del trabajo.
Los datos que aporta son los siguientes. La Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF) por persona en edad de trabajar en España se situó en la segunda mitad del año pasado en 2.217 euros trimestrales, un 5,3% menos que en 2001, hace más de dos décadas. Por el contrario, en el conjunto de la Unión Europea a 27 se situó en 3.282 euros trimestrales, un 35,6% más que en 2001 y un 48% más que en España. Una brecha de la que la diferencia en los precios de los bienes de inversión, más baratos en España, sólo puede explicar una tercera parte, aclara.
La economía española se acelera. El Banco de España prevé que el PIB crezca este año un 2,8%, una décima por encima del año pasado, según la última revisión de Estadística. Pero con un lunar algo más que relevante. Los fondos europeos Next Generation están salvando la anemia inversora del sector privado, que todavía no ha recuperado los niveles anteriores a la pandemia.
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