Trabajo ofrece a las pymes bonificar la contratación para suplir la reducción de jornada
El ministerio propone ahora un plan de acompañamiento para formar a los empresarios en la implantación de la medida, pero la CEOE no mueve ficha y los sindicatos se desesperan
Trabajo sigue dando pasos para atraerse a la patronal al acuerdo sobre la reducción de la jornada laboral, con escaso éxito. Ya ocurría antes del verano, y ha vuelto a ocurrir en la primera reunión del diálogo social a la vuelta de las vacaciones: la presión de CEOE-Cepyme da sus frutos, hasta el punto de que algunas medidas que hasta hace no tanto parecían inconcebibles están ahora sobre la mesa. Primero fue la distribución irregular de la jornada, una suerte de reducción a la carta para que las compañías puedan implantarla en función de sus necesidades de producción a lo largo del año. Ahora, el Gobierno ha dado un paso más para intentar contentar a las pequeñas y medianas empresas, que serían las más afectadas, y las que han expresado una oposición más frontal.
La nueva propuesta de Trabajo, que ha presentado a los agentes sociales en una reunión este lunes, contempla bonificaciones a las pymes para la contratación de los efectivos necesarios para suplir la reducción de jornada. Era, probablemente, la principal queja de este colectivo, que había puesto el grito en el cielo frente al Gobierno, al acusarlo de imponer un incremento de los costes de las empresas con la excusa de una mejora de la productividad que no se produce en todos los casos.
El argumento es sencillo: en determinados sectores, especialmente aquellos en los que se trabaja de cara al público, la reducción de la jornada no permite hacer el mismo trabajo en menos tiempo, sino que implica obligatoriamente la contratación de más personal para compensar las horas que se dejan de trabajar. Es el caso, por ejemplo, de la hostelería, donde la mayoría de convenios contemplan jornadas de 40 horas. Si se reducen por ley a 37,5, sin merma en el salario, solo caben tres opciones: o se cierra antes —y, por tanto, se factura menos—, o se incumple el nuevo horario —y, por tanto, la ley— o se tiene que contratar a gente que supla esa merma, con el consiguiente coste económico para el patrón.
Ahora, el ministerio se ofrece a que esta última posibilidad esté bonificada, pero solo en el caso de los contratos indefinidos, como es la política general de Díaz para evitar el fomento de la precariedad con fondos públicos. El problema radica en que, para sectores tan estacionales como la hostelería, este tipo de contrato no es siempre es el preferido por los empresarios, por lo que el efecto de esta medida compensatoria resultaría limitado.
En cualquier caso, el paso resulta muy significativo, y refleja, una vez más, cómo el campo de juego de la negociación se está inclinando progresivamente hacia el lado de la patronal, que la boicotea desde todos los frentes, consciente de su posición de fuerza: sin el concurso de los empresarios, es muy difícil que el Gobierno se pueda atraer los apoyos parlamentarios suficientes, especialmente el de Junts, para sacar adelante la reforma.
La CEOE tiene el toro por los cuernos y ha conseguido que el ministerio dibuje un perímetro muy favorable a sus intereses, mientras los sindicatos se desesperan y la acusan de no aceptar el fondo de la medida. De hecho, tanto UGT como CCOO plantean movilizaciones para exigir que el Gobierno cumpla con lo prometido, en una reforma que debería haber estado lista antes del verano. La paciencia de los sindicatos se acaba, y el escenario intermedio prometido por el Ejecutivo —una reducción a 38,5 horas para este año, antes de las 37,5 para el siguiente—, parece cada vez más improbable.
El tiempo se agota
El negociador de UGT, Fernando Luján, lo ha resumido con claridad a la salida de la reunión: "El tiempo se está agotando, la patronal se tiene que mojar ya". Pero, de momento, no se conoce ninguna propuesta concreta de los empresarios, que aguardarán a la próxima reunión, el 19 de septiembre, para trasmitir a la mesa su valoración del nuevo documento esbozado por el Ejecutivo.
El Gobierno usará oficinas financiadas con fondos europeos para ayudar a los empresarios
El secretario de Estado de Trabajo, Joaquín Pérez Rey, hombre de Díaz en la negociación, ha apreciado la buena predisposición de CEOE-Cepyme, pese a los escasos avances concretos. Y les ha puesto otros dos caramelos para intentar acercarlos al acuerdo: se creará un sistema de acompañamiento a los pequeños empresarios para orientarlos en la aplicación de la reforma, especialmente en lo referido a la implantación del registro horario, y se divulgarán guías técnicas por sectores con el mismo fin. Para estas acciones, se aprovechará la red de centros de formación y empleo gestionada por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) y financiada con fondos europeos.
La patronal, escéptica
De momento, el movimiento no ha sido acogido con gran entusiasmo por la patronal. Fuentes de la CEOE han asegurado a EFE que el plan "ahonda en el intervencionismo" de las relaciones laborales y el "desprecio" de la negociación colectiva, que es el marco donde siempre ha defendido que se debe discutir la reducción de jornada. Según las mismas fuentes, el plan de Trabajo pretende que el SEPE se convierta en asesor de las pymes para la reducción de jornada, "cuando no es capaz de reinsertar siquiera al 3% de los desempleados del país en el mercado laboral". La patronal considera que ya hay despachos, consultoras y empresas cualificadas para ello.
"El Gobierno está haciendo un enorme esfuerzo para adaptar estas medidas a las singularidades de nuestro modelo productivo y a las reivindicaciones de las organizaciones patronales y sindicales", ha remachado Pérez Rey. A pesar de ello, los empresarios de momento no parecen muy receptivos, y el tiempo pasa para la gran apuesta de Díaz durante esta legislatura.
Trabajo sigue dando pasos para atraerse a la patronal al acuerdo sobre la reducción de la jornada laboral, con escaso éxito. Ya ocurría antes del verano, y ha vuelto a ocurrir en la primera reunión del diálogo social a la vuelta de las vacaciones: la presión de CEOE-Cepyme da sus frutos, hasta el punto de que algunas medidas que hasta hace no tanto parecían inconcebibles están ahora sobre la mesa. Primero fue la distribución irregular de la jornada, una suerte de reducción a la carta para que las compañías puedan implantarla en función de sus necesidades de producción a lo largo del año. Ahora, el Gobierno ha dado un paso más para intentar contentar a las pequeñas y medianas empresas, que serían las más afectadas, y las que han expresado una oposición más frontal.