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Comunicaciones, electricidad, datos: la OTAN quiere reforzar su defensa submarina (y España tiene su plan)
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Comunicaciones, electricidad, datos: la OTAN quiere reforzar su defensa submarina (y España tiene su plan)

En la OTAN, la infraestructura submarina no solo se ve afectada por accidentes, sino que también está en la mira de potenciales sabotajes. Varios países aliados, incluyendo España, están desarrollando soluciones

Foto: Submarinista francés entrenando. (Reuters/Jean-Paul Pelissier)
Submarinista francés entrenando. (Reuters/Jean-Paul Pelissier)
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l pasado mes de febrero, el (todavía) secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, anunció la creación de la Célula de Coordinación de Infraestructura Crítica Submarina dentro del cuartel general de la organización. Esta unidad nació con la misión de compartir buenas prácticas, impulsar el desarrollo de nuevas tecnologías y mejorar, en general, la seguridad de ciertos activos submarinos clave de los países aliados, que abarcan ductos que transportan hidrocarburos, petróleo y gas natural, así como cables que conducen electricidad y posibilitan las telecomunicaciones intercontinentales.

Aunque la experiencia cotidiana para la mayoría de los ciudadanos en Occidente sea acceder a internet a través de una conexión inalámbrica y mediante un teléfono inteligente, la realidad es que la transferencia de datos entre países y continentes se realiza a través de redes troncales formadas por unos pocos cables extremadamente vulnerables. Y muchos de ellos yacen en las profundidades marinas.

Hasta ahora, la infraestructura crítica solo era noticia cuando sucedía algún accidente de alto impacto que nos recordaba de pronto su importancia en algunas tareas de la vida cotidiana. Por ejemplo, unos pescadores vietnamitas arrancaron en 2007 unas 80 toneladas de cables submarinos que creían que eran de cobre, instalados por Estados Unidos durante la guerra. Resultó ser uno de los dos cables por los que pasaba todo el tráfico de internet del país. Las autoridades tardaron meses en restaurar el trazado de 100 kilómetros de cables de fibra óptica. El trance supuso “una seria amenaza al desarrollo socioeconómico y a la seguridad nacional”, dijo un alto funcionario en ese momento.

En la OTAN, la infraestructura submarina no solo se ve afectada por accidentes, sino que también están en la mira de potenciales acciones de sabotaje. El caso reciente más notable fue el ataque contra el gasoducto Nord Stream 2, que transportaba gas por el fondo del Mar Báltico entre Rusia y Alemania, que perdió una de sus dos tuberías principales por una carga explosiva el 22 de septiembre de 2022. De hecho, el propio comunicado de la OTAN hacía referencia al Nord Stream 2. Pero la preocupación de los países aliados es previa al conflicto de Rusia y Ucrania.

En el verano de 2015, el buque ruso de investigación oceanográfica Yantar apareció frente a la costa atlántica de Estados Unidos. Su navegación, frente a una base de submarinos cerca de la costa de Georgia, llamó la atención. La nave parecía moverse a lo largo del trazado de un cable de datos que conecta la península de Florida con la base militar estadounidense en la bahía de Guantánamo (Cuba) y que se prolonga hasta Puerto Rico, como parte de la red de información del departamento de Defensa (DoDIN, por su sigla en inglés).

Más tarde, el Yantar apareció en el Mediterráneo Oriental y nuevamente navegó muy cerca de cables de telecomunicaciones críticos. El seguimiento de su periplo mediante la geolocalización que proporciona el Sistema de Identificación Automática (AIS), y que recogen varios servicios de internet, permitió comprobar que no solo navegó cerca de la ubicación de esos cables, sino que se mantuvo en una posición estática. La particularidad del Yantar es que es capaz de desplegar pequeños sumergibles y vehículos operados remotamente para realizar operaciones a gran profundidad. Un segundo buque, el Amaz, fue botado hace años y solo en la pasada primavera se retomaron los trabajos para completarlo.

La presencia del Yantar cerca de aguas de interés para España fue noticia cuando se supo que, en septiembre de 2016, se había solicitado la evacuación de un marinero enfermo a 1.000 millas al sur de Canarias (cuando en teoría había partido de Lisboa rumbo de vuelta a Rusia). Su navegación al sur de Canarias le debió llevar a través de la zona de montes submarinos ricos en materiales estratégicos como el telurio, sobre el que España tiene una solicitud ante Naciones Unidas para su inclusión dentro de la Zona Económica Exclusiva extendida. No está confirmado que los rusos realizaran allí una campaña de prospecciones, pero son obvias las implicaciones estratégicas.

Los movimientos del Yantar son seguidos con interés. A su paso por el canal de la Mancha lo hemos visto escoltado por buques de la armada británica. Precisamente, las autoridades británicas estuvieron entre las primeras que incluyeron entre sus documentos oficiales la preocupación por la protección de las infraestructuras críticas. Así quedó reflejado en el documento de revisión integral de la defensa británica de marzo de 2021, que anticipó que el Ministerio de Defensa adquiría un buque de vigilancia oceánica multirol (MROSS) que estaría listo en 2024.

Para dotarse del nuevo buque MROSS, el Ministerio de Defensa británico adquirió un buque civil de segunda mano, el Topaz Tangaora, que en 2023 entró en astillero para ser adaptado a su nueva vida militar, rebautizado como RFA Proteus. Se sumó así a la lista de buques de la Real Fuerza Auxiliar (RFA) y en operaciones su tripulación será suplementada por 50 especialistas provenientes de la Armada británica.

Se trata de un buque de 6.000 toneladas y construido en Noruega en 2019. Está dotado de una plataforma de vuelo y una enorme grúa para trabajos pesados. Pero su característica fundamental es la capacidad de operar con vehículos remotamente operados que puede lanzar al agua por ambas bandas. También a través de una enorme trampilla en el casco, que le permite operar en condiciones climáticas adversas.

Reino Unido no es el único país de la OTAN que va a disponer de un enorme buque para trabajos submarinos pensando en la protección de las infraestructuras críticas. La Armada Española ha decidido que el sustituto del actual A-20 Neptuno, buque de salvamento y rescate que apoya a la flotilla de submarinos, sirva también para la vigilancia y protección de estos activos submarinos, incluyendo también el patrimonio. Esto último reflejo la preocupación nacional por el saqueo de restos de buques históricos.

Reflejando la amplitud de misiones previstas, el programa se denomina Buque de Acción Marítima de Intervención Subacuática (BAM-IS). El futuro A-21 Poseidón, en cuyo diseño participó la empresa Ghenova y que Navantia construye en los astilleros de Puerto Real para la Armada, será varias veces más grande que su antecesor con sus 5.000 toneladas a plena carga. Recientemente, se amplió el presupuesto inicial de 166,5 millones de euros establecido en 2020 a 180 millones de euros.

l pasado mes de febrero, el (todavía) secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, anunció la creación de la Célula de Coordinación de Infraestructura Crítica Submarina dentro del cuartel general de la organización. Esta unidad nació con la misión de compartir buenas prácticas, impulsar el desarrollo de nuevas tecnologías y mejorar, en general, la seguridad de ciertos activos submarinos clave de los países aliados, que abarcan ductos que transportan hidrocarburos, petróleo y gas natural, así como cables que conducen electricidad y posibilitan las telecomunicaciones intercontinentales.

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