Los 10 gráficos que ilustran cómo está la economía española respecto a Europa
La herramienta la acaba de poner en circulación Eurostat, y lo que hace es comparar a través de una serie de gráficos cómo es la economía de cada país respecto del promedio europeo. Estos 10 gráficos resumen nuestra posición
Las comparaciones no siempre son odiosas. De hecho, no hay mejor manera de comprender cuál es la posición de una economía, en este caso la española, respecto del promedio de la Unión Europea. La herramienta la acaba de poner en circulación Eurostat, y se visualiza a través de 16 gráficos --aquí el enlace--que resumen lo que ha pasado en la economía desde 2012. Es decir, se trata de una serie larga que permite identificar diferentes fases del ciclo económico. O lo que es lo mismo, facilita el desempeño de cada país tras la crisis financiera.
La información se refiere a asuntos tan dispares como la distribución de la renta y de la riqueza, la tasa de empleo y de paro, el abandono escolar, el acceso a la vivienda, las ayudas sociales o el nivel de satisfacción con el funcionamiento de la sanidad pública. Este es un resumen de los diez gráficos más significativos.
1. Abandono escolar temprano
En 2012, cerca de uno de cada cuatro jóvenes mayores de 18 años y menores de 24 que han completado como máximo la educación secundaria inferior no recibía ningún tipo de formación adicional. Es lo que se llama abandono escolar temprano. Nunca antes había sucedido algo parecido en esa dimensión. Once años después, ese porcentaje ha bajado al 13,7%, pero aun así este es uno de los puntos en los que España todavía se encuentra en peor posición.
Pese a que el abandono escolar temprano se ha reducido prácticamente a la mitad, aún se sitúa 4,2 puntos porcentuales por encima de la UE. Lo que mide esta estadística es cuántos jóvenes entre esas edades han completado como máximo el primer ciclo de educación secundaria y no han cursado estudios superiores ni han recibido formación durante las cuatro semanas anteriores a la realización de la Encuesta de Población Activa (EPA). La información es relevante porque la educación cumple un papel determinante a la hora de contratar, además de por las consecuencias personales y sociales que puede tener para la sociedad a medio plazo.
2. Ni trabajan ni estudian
Junto al abandono escolar temprano, otro indicador que muestra la calidad del sistema educativo en un país es el número de jóvenes que ni trabajan ni estudian después de haber finalizado su ciclo básico formativo. En este caso, se ha producido un considerable avance en favor de España. En 2012, el 22% de los jóvenes con edades comprendidas entre 15 y 29 años se encontraban en esa situación. Por lo tanto, seis puntos más que en la UE. En 2023, por el contrario, la distancia se ha reducido hasta apenas 1,1 puntos, el mínimo histórico. Desde ese 22% se ha pasado a 12,3%, lo que da idea de cómo se ha avanzado en esa dirección. La causa hay que encontrarla en que durante los años de formación de la burbuja inmobiliaria (se pagaban salarios muy elevados para sus estudios) muchos jóvenes dejaron sus estudios, pero cuando vino la crisis se encontraron sin formación y sin empleo. Cuando la economía comenzó a normalizarse, los 'nuevos' jóvenes siguieron estudiando y/o buscando empleo, lo que explica la fuerte mejora en este índice. España, sin embargo, todavía se sitúa ligeramente por encima de la media.
3. Desigualdad y distribución de la renta
Uno de los indicadores clásicos para conocer la situación de un país se refiere al análisis de la desigualdad. Y lo que revelan los datos de Eurostat es que queda mucho por hacer. Lo que hace la agencia estadística de la UE es medir la relación entre el ingreso total que recibe el 20% de la población con mayores ingresos (quintil superior) y el que recibe el 20% de la población con menores ingresos (quintil inferior). El ingreso debe entenderse como ingreso disponible equivalente, es decir, el ingreso total de un hogar después de impuestos y otras deducciones dividido por el número de miembros del hogar. En este caso, el 20% con mayores ingresos, en el caso español, recibe una proporción mayor que en el promedio de la UE. En concreto, un 5,5%, frente al 4,7%. En todo caso, lo que revelan los datos es que la evolución ha sido muy parecida al conjunto de Europa, con una suave tendencia a estrecharse desde que en 2017 comenzó la recuperación tras la crisis financiera.
4. Tasa de empleo
Desde 2012, cuando la economía española tocó fondo tras dos recesiones consecutivas en un corto periodo de tiempo, algo que nunca había sucedido, el empleo se ha recuperado rápido. En concreto, la tasa de ocupación ha crecido en nada menos que casi 12 puntos desde mínimos, hasta el 70,5%. ¿Qué ha pasado en Europa? Pues más de lo mismo. Es verdad que España ha recortado la distancia, pero todavía el diferencial se sitúa en nada menos que 4,8 puntos porcentuales. La distancia puede parecer pequeña, pero es significativa porque condiciona al conjunto de la economía. Sólo tres países, Italia, Grecia y Rumanía, tienen una tasa de empleo inferior a la española. La tasa de empleo mide la proporción de trabajadores ocupados en relación con la población situada entre 20 y 64 años.
5. Tasa de paro
La otra cara del empleo es el paro, y en esto tampoco España sale bien en la foto. No es, desde luego, una cuestión reciente. Este país, históricamente, salvo los tiempos de la burbuja, ha tenido el doble de paro que Europa, y hoy sigue sucediendo lo mismo. Eso sí, al menos la tasa se ha reducido de una forma muy relevante desde el 26,1% que alcanzó en 2013 (máximo histórico) después de la Gran Recesión. En 2023, se situó en el 12,2% de la población activa, justo el doble que en el promedio de la Unión Europea. La distancia se ha ido reduciendo en la última década, pero, aun así, sigue siendo extraordinaria. Como lo es que la tasa de desempleo de larga duración, es decir, el porcentaje de personas que lleva más de un año sin trabajar, sea también del doble, un 4,3% frente al 2,1%. Sólo Grecia supera a España.
6. Renta bruta disponible de las familias
Este indicador es uno de los más decepcionantes para España en relación con la Unión Europea. En 2012, que es cuando comienza la serie de Eurostat, la distancia de España en términos per cápita de la renta disponible se situaba en 9,03 puntos (alcanzaba el 88% de la media de la UE), pero en 2022 ese diferencial ha crecido hasta los 14,3 puntos porcentuales. Es decir, España es más pobre respecto de la UE. Lo que ha sucedido, simplemente, es que Europa, tras la crisis financiera y la pandemia, ha recuperado con fuerza sus niveles de renta, al contrario que España, que todavía está por debajo de los niveles de 2019, antes de la pandemia. Es verdad que el producto interior bruto ha recuperado aquellos niveles, pero el aumento de la población impide que en términos per cápita muchas familias hayan podido volver a los niveles de riqueza relativa anteriores. España llegó a alcanzar en 2006 y 2007 (aunque muy ligeramente) los niveles de renta del promedio europeo, pero para eso fue necesario crear una gigantesca burbuja que cuando se pinchó provocó unas enormes pérdidas de las que todavía no se ha recuperado.
7. Riesgo de pobreza o exclusión social
Junto a la renta per cápita, el otro indicador en el que España sale peor parada (además del desempleo o la tasa de abandono escolar temprano) es el riesgo de pobreza o de exclusión social. En 2015, la distancia en contra de España se situaba en 4,7 puntos porcentuales, pero casi una década después el diferencial se ha ensanchado ligeramente, hasta los 5,1 puntos. Es decir, no sólo no se ha avanzado en este aspecto, sino que ha empeorado. La tasa de pobreza, como se sabe, está muy condicionada por el empleo, y esto explica, aunque no totalmente, la mala posición de España. El riesgo de pobreza o exclusión social en la UE es del 11,3% para las personas con empleo, y del 18,7 % para los pensionistas, pero es de casi dos tercios (66,3%) para los parados, y se sitúa en el 43,2% para los inactivos. Sólo Rumania y Bulgaria están peor que España.
8. Transferencias sociales para reducir la pobreza
Uno de los indicadores que más sorprenden de las estadísticas de Eurostat tienen que ver con las transferencias sociales destinadas a reducir la pobreza. España, en este caso, también sale peor parada. Este indicador, de nuevo, está muy condicionado por las elevadas tasas de desempleo. Mientras que en Europa el impacto de las transferencias sociales para reducir la pobreza alcanza el 34,7%, en España baja hasta el 22,9%. Esa distancia, al contrario de lo que se podía suponer, se ha ensanchado de forma significativa. De los 4,1 puntos de 2012, se ha pasado a 11,6, casi el triple. En 2022, la renta disponible media en la UE fue de 18.706 unidades en paridad de poder de compra por habitante, pero un tercio se recibió en forma de transferencias sociales de los gobiernos (por ejemplo, pensiones, prestaciones sociales, etc.). Ese año, en España, la renta disponible se situó en 16.814 unidades, por debajo de la media.
9. Sobrecarga en el coste de la vivienda
Uno de los indicadores menos conocidos de Eurostat se refiere a la sobrecarga en el coste de la vivienda. Eurostat lo define como el porcentaje de la población que vive en un hogar en el que los costos totales de la vivienda (netos de subvenciones) representan más del 40% del ingreso total disponible del hogar. En este caso, al menos desde 2012, España ha mantenido una evolución que se sitúa en línea con lo que ha sucedido en el promedio europeo. Aquel año, España, y tras el crash del ladrillo, se situaba, incluso, por debajo de la UE (0,8 puntos). Desde entonces, ha evolucionado a la par con una ligera ventaja de España. Sin embargo, a partir de 2020 la estadística se ha dado la vuelta y España ha vuelto a estar por encima, salvo en 2023, que ha vuelto a situarse ligeramente por debajo. En 2022, el año en el que se pueden hacer comparaciones, el 8,7% de la población de la UE gastó el 40% o más de la renta disponible de sus hogares en vivienda. En España era del 9,2%.
10. Atención médica
Otro de los indicadores de Eurostat poco conocidos por la opinión pública se refiere a la llamada insatisfacción de los usuarios a la hora de recibir atención médica, lo que en España se simplifica bajo el término listas de espera. La atención médica se refiere a los servicios individuales (examen médico o tratamiento, excluida la atención dental) proporcionados por médicos o profesionales equivalentes o bajo su supervisión directa, de acuerdo con los sistemas nacionales de atención médica. Los datos se muestran como porcentajes dentro de la población de 16 años o más que vive en hogares privados. En este caso, lo que dice Eurostat es que España se sitúa por debajo de la media de la Unión Europea. Es decir, el sistema público funciona mejor. Ahora bien, desde 2012 las líneas paralelas de evolución se han ensanchado, lo que indica que en España este indicador se ha deteriorado más. De los 3,1 puntos de diferencia que había ese año, se ha pasado a apenas 0,6 puntos porcentuales. En algo hay coincidencia. Desde 2019, tanto en la UE como en España se ha producido un claro deterioro, que, en cualquier caso, no significa que se hayan recuperado los niveles de 2001, cuando la crisis aumentó seriamente las listas de espera.