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La proporción de inmigrantes dispuestos a trabajar cae por debajo de la de los españoles
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Cambios en el mercado laboral

La proporción de inmigrantes dispuestos a trabajar cae por debajo de la de los españoles

La tasa de actividad de los nacionales ha subido intensamente en las últimas décadas, impulsada por la incorporación de la mujer, pero la de los extranjeros se está reduciendo

Foto: Imagen de una oficina de empleo en Madrid. (Europa Press)
Imagen de una oficina de empleo en Madrid. (Europa Press)
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Tradicionalmente, la tasa de actividad de los extranjeros era superior a la de los nacionales en España. Esto es, el porcentaje de personas en edad de trabajar y que querían hacerlo (tanto ocupados como parados) era superior al de los nacionales. Sin embargo, en los últimos años se ha dado la vuelta a la estadística. Con los datos promedio del año 2023, la tasa de actividad de los españoles de 20 a 64 años está en máximos históricos, del 80,2 %, mientras que la de los extranjeros se sitúa en el 79 %, según los últimos datos de Eurostat.

El primer año en el que la tasa de actividad de los nacionales fue superior a la de los extranjeros fue 2020, aunque se trata de una tendencia que lleva más de una década en marcha. La tasa de actividad de los extranjeros está cayendo paulatinamente, mientras que la de los nacionales no deja de crecer.

Este es un cambio relevante para el mercado laboral, porque significa que hay una parte de la población inmigrante que no está disponible para entrar al mercado de trabajo.

El máximo de tasa de actividad extranjera en España se alcanzó en el año 2010, superando el 84 % de la población en edad laboral (se tiene en cuenta desde los 20 hasta los 64 años). Desde entonces ha caído paulatinamente, en 2019 se redujo al 79,5 % y en 2023 se situó en el 79 % (el dato más bajo en más de dos décadas sin contar los años de la pandemia).

Por el contrario, la tasa de actividad de los nacionales ha crecido intensamente en las dos últimas décadas, pasando del 70 % a principios de siglo a superar el 80 % en la actualidad. Existen varios factores sociales que están detrás de la caída de la participación de los extranjeros en el mercado laboral, cuya identificación sería muy útil para corregir esta tendencia. Uno de los más importantes es la incorporación de la mujer al mercado laboral.

Esta es una tendencia de largo recorrido en España, pero que no ha seguido el mismo camino entre los extranjeros. La tasa de actividad de las mujeres españolas se ha disparado en 18 puntos porcentuales en las dos últimas décadas, quedándose muy cerca de la de los hombres. Por el contrario, las mujeres extranjeras tienen una participación en el mercado laboral del 72 %, casi cinco puntos menos que las españolas. Detrás de estos cambios hay una transformación cultural en Europa que no ha seguido la misma tendencia en otros países.

No ocurre lo mismo con los hombres. La tasa de actividad de los nacionales se ha mantenido relativamente estable a lo largo de los años, cerca del 84 %; mientras que la actividad de los hombres extranjeros también se ha reducido en las dos últimas décadas, pasando del 93 % a inicios de siglo al 87 % en la actualidad. Aun así, sigue siendo superior a la de los hombres españoles.

Pero hay otros factores que son igualmente importantes. Uno de ellos es la formación. Las tasas de actividad se han reducido intensamente entre los inmigrantes sin cualificación, mientras que se han mantenido relativamente estables entre aquellos que tienen titulación superior.

Así, los extranjeros que tienen FP superior o estudios universitarios tienen una tasa de actividad de casi el 85%, frente al 75% de quienes no han superado la secundaria. Esta es una situación común a todos los países y nacionalidades: los que han estudiado más tienen mayor cabida en el mercado laboral, tanto en términos de inserción como de salario, lo que incentiva su permanencia.

Por el contrario, los que están en los escalones más bajos del mercado laboral tienen carreras irregulares y pueden acabar en la trampa de la pobreza. Esto ocurre cuando existen ayudas públicas que generan a sus beneficiarios ingresos muy bajos, pero suficientes para sobrevivir, lo que desincentiva que busquen un empleo.

En el caso de los nacionales ocurre lo contrario: la población está cada vez más formada, lo que provoca un incremento paulatino en las tasas de actividad de los españoles por mero efecto composición. El 43 % de los españoles mayores de 16 años tiene estudios superiores (FP o universitarios), el dato más alto de toda la serie histórica; mientras que los extranjeros son menos del 31 %, niveles que llevan estancados desde 2017.

Si el grueso de la población extranjera no tiene cualificación, es muy probable que sus tasas de participación en el mercado laboral se mantengan en niveles bajos a futuro. Por este motivo, formar a los inmigrantes y favorecer la llegada de personas cualificadas es una estrategia que mejorará su integración laboral. La migración supone un activo para el país, pero si se realiza una buena gestión, es posible mejorar el nivel de vida de quienes llegan y maximizar el efecto positivo que tenga para el país.

Una de las políticas migratorias más importantes es la gestión de los permisos de trabajo. No es extraño que las tasas de participación más altas de los inmigrantes se lograran en los años posteriores a 2005, cuando se produjo una gran regulación de extranjeros sin papeles. De lo contrario, están condenados a la economía sumergida, lo que es un gran lastre para su incorporación al mercado laboral.

Cambios sociales

Una de las cuestiones más interesantes que los investigadores han documentado en todos los países es que los migrantes acaban adoptando las costumbres del país al que acuden. Se observa, por ejemplo, en las tendencias de natalidad, que se van asimilando a las de los nacionales.

Una situación similar ocurre con la participación en el mercado laboral. Se observa, por ejemplo, en los jóvenes. Las tasas de actividad de los extranjeros eran muy superiores a las de los nacionales al inicio del siglo, pero se han dado la vuelta. Por ejemplo, entre la población entre 25 y 29 años, la participación de los extranjeros era 2,1 puntos superiores en el año 2003 y en 2023 es casi 8 puntos inferiores. Sin embargo, con los trabajadores más veteranos ocurre lo contrario: a partir de los 55 años son similares las tasas de actividad de los extranjeros, lo que probablemente se explique porque tienen que alargar su vida laboral porque no tengan su pensión garantizada.

Otra cuestión importante es el efecto de las reagrupaciones familiares. En muchos casos, quien llega inicialmente es el cabeza de familia para conseguir dinero para el resto del hogar. Cuando llega el resto de sus familiares, no todos tienen la misma urgencia por trabajar y algunos incluso pueden aprovechar para formarse o para cuidar del hogar, reduciendo así su participación en el mercado laboral.

Esta suma de factores provoca que los extranjeros más jóvenes (es probable que muchos de ellos criados ya en España) estén más desanimados. Su comportamiento es diferente al de las generaciones anteriores de migrantes, que tenían unos niveles de participación en el mercado laboral muy altos.

Mejor que en Europa

Sin embargo, las tasas de participación de los extranjeros que residen en España siguen siendo superiores a las que se producen en otros países europeos. Es probable que la entrada más tardía en los flujos migratorios de España explique parte de la diferencia, porque todavía no tengan asimiladas las tendencias nacionales.

España tiene otro punto a su favor: el grueso de la inmigración procede de Latinoamérica, lo que favorece su incorporación al mercado laboral. Los lazos culturales y, sobre todo, el idioma, facilita que puedan encontrar un trabajo, en comparación con lo que ocurre en el resto del continente, donde tienen que aprender el idioma para la mayoría de los puestos de trabajo. Sin ir más lejos, todos los servicios de atención al público: hostelería, restauración, comercio…

La tasa de actividad de los extranjeros en España, del 79 %, es cuatro puntos porcentuales superiores a la que existe en el conjunto de la eurozona. Esta diferencia se mantiene en todas las franjas de edad, y también en todos los niveles de formación. Por ejemplo, la tasa de actividad de los extranjeros con cualificación superior es del 85 % en España y del 81 % en el conjunto del área del euro.

Esto significa que los inmigrantes que residen en España tienen una voluntad de participación en el mercado laboral muy superior a la del resto del continente. Y eso a pesar de que las condiciones del mercado laboral son mucho peores, sobre todo en lo que se refiere al desempleo.

España tiene esta ventaja comparativa que explica, en gran medida, el auge económico experimentado por el país en los últimos años. Los flujos demográficos procedentes de Latinoamérica generan mano de obra de forma inmediata, lo que ha permitido alimentar al mercado laboral (los extranjeros han ocupado el 47 % del empleo creado en los últimos cuatro años). Esta nueva población trabajadora también ha generado un aumento de la demanda, dando inicio al círculo virtuoso que ha experimentado el país en los últimos años. El diseño de las políticas migratorias, formativas y de protección social serán clave a futuro para que el país pueda aprovechar el activo que consigue con la migración.

Tradicionalmente, la tasa de actividad de los extranjeros era superior a la de los nacionales en España. Esto es, el porcentaje de personas en edad de trabajar y que querían hacerlo (tanto ocupados como parados) era superior al de los nacionales. Sin embargo, en los últimos años se ha dado la vuelta a la estadística. Con los datos promedio del año 2023, la tasa de actividad de los españoles de 20 a 64 años está en máximos históricos, del 80,2 %, mientras que la de los extranjeros se sitúa en el 79 %, según los últimos datos de Eurostat.

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