El pesimismo económico se instala en Europa pese a la mejora de los datos macro
Ni la ligera aceleración del PIB, ni la moderación de los precios, ni la suavización de la política monetaria, ni la existencia de un nivel de paro históricamente bajo, logran sacar del pesimismo a los agentes económicos europeos
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Una paradoja recorre Europa. Ni la ligera aceleración del PIB que se ha producido en 2024 respecto de 2023, ni la moderación de los precios, ni la suavización de la política monetaria, ni, sobre todo, la existencia de un nivel de desempleo históricamente bajo logran sacar del pesimismo a los agentes económicos europeos. Lo revela el último dato del Indicador de Sentimiento Económico, que se sitúa en 95 puntos, lejos del nivel 100 que marca la media a largo plazo (2000–2022).
El pesimismo es especialmente relevante en Francia (94,8) y, sobre todo, en Alemania (92,3 puntos) pese a la moderación de los precios de la energía que se ha producido en los últimos trimestres y que fue, precisamente, lo que llevó al país a una suave recesión. Entre las grandes economías, solo Italia (100,1 puntos) y principalmente España (104,1) se salvan de la quema, con datos que se sitúan por encima de la media histórica.
Este indicador es clave porque refleja, a través de una media ponderada, el sentimiento económico que tienen las empresas y los consumidores. Los sectores cubiertos son la industria (40%), los servicios (30%), los consumidores (20%), el comercio minorista (5%) y la construcción (5%). Es decir, es altamente representativo de la percepción que tienen los agentes económicos, sean empresas o consumidores. Los valores por encima de 100 indican un sentimiento económico superior a la media y viceversa.
Los datos de julio muestran una ligera mejora en el consumo, pero todavía en el nivel 87, y en la construcción (93,7), pero en el resto de componentes se produjeron recortes, en particular en los servicios y el comercio minorista. También cayó, aunque suavemente, el sentimiento sobre la industria. En este caso, la escasez de demanda continúa siendo el principal factor limitante de la actividad, como comentan los técnicos del Ministerio de Economía en su último informe de coyuntura, aumentando su importancia en el tercer trimestre, seguido de la insuficiencia de mano de obra, cuya importancia se reduce ligeramente. La escasez de materiales y equipo pierde peso, mientras que las restricciones financieras se mantienen prácticamente estables.
Desempleo e inflación
Como se ha dicho, el sentimiento económico contrasta con los datos reales. La inflación, por ejemplo, se situó en julio en la eurozona en el 2,6%, muy lejos del 5,3% que marcó el mismo mes del año pasado en términos interanuales. La tasa de desempleo, igualmente, se mantiene en el 6%, un nivel históricamente bajo, mientras que el PIB avanzó en el segundo trimestre respecto del mismo periodo anterior, un 0,3%. Esta progresión es todavía muy baja, pero, aun así, deja atrás un periodo de estancamiento que se inició tras la invasión de Ucrania y su posterior impacto sobre la inflación debido al encarecimiento de los precios de la energía. La literatura económica ha acreditado que los principales motivos que influyen en el sentimiento de los agentes económicos son el desempleo y el aumento del coste de la vida.
La causa de que el sentimiento económico sea especialmente adverso en Francia y Alemania hay que encontrarla en el fuerte peso de la industria en sus economías. Y lo que está sucediendo, a la luz de los PMI de manufacturas, que reflejan las opiniones de los gestores de compras, es que se sitúan en terreno contractivo en el conjunto de la zona euro. Destaca, en sentido negativo, el bajo nivel de Alemania (43,2), que empeora ligeramente con respecto a junio (43,5), seguido de Francia (44), que registra un peor dato con respecto al mes anterior e Italia (47,4).
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España continúa siendo la única gran economía de la zona euro que se sitúa en terreno de expansión. Igualmente, la construcción ha sufrido una brusca desaceleración en el conjunto de la eurozona. Alemania, Italia y Francia son los países más afectados, mientras que España parece estar teniendo un mejor comportamiento.
Ahora bien, como señala el último informe de la Comisión Europea, en el caso español, la confianza mejoró en los servicios y entre los consumidores, mientras que se registró una caída significativa en la construcción y, en menor medida, en el comercio minorista. La confianza en la industria se mantuvo en general estable. La confianza todavía supera los promedios de largo plazo en todos los sectores empresariales encuestados, y ahora también entre los consumidores.
Las previsiones de primavera de la Comisión Europea estiman un avance del PIB del 1% para el conjunto de la región y de un 0,8% para la zona euro, lo que supone un ligero repunte respecto de las previsiones de invierno. Para 2025, se prevé una mejora en el crecimiento hasta el 1,6% para la UE. En la zona del euro, se prevé que el crecimiento del PIB en 2025 sea ligeramente inferior, del 1,4%.
Una paradoja recorre Europa. Ni la ligera aceleración del PIB que se ha producido en 2024 respecto de 2023, ni la moderación de los precios, ni la suavización de la política monetaria, ni, sobre todo, la existencia de un nivel de desempleo históricamente bajo logran sacar del pesimismo a los agentes económicos europeos. Lo revela el último dato del Indicador de Sentimiento Económico, que se sitúa en 95 puntos, lejos del nivel 100 que marca la media a largo plazo (2000–2022).