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Sol, playa y aire acondicionado: por qué la luz es más cara al sur de los Pirineos en verano
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AL CONTRARIO QUE EN PRIMAVERA

Sol, playa y aire acondicionado: por qué la luz es más cara al sur de los Pirineos en verano

El buen tiempo aumenta la generación solar, pero reduce la eólica y deja marcar el precio a las fuentes menos económicas, mientras la demanda sube por el turismo y las olas de calor

Foto: Parque eólico en Magallón (Zaragoza). (EFE/Javier Belver)
Parque eólico en Magallón (Zaragoza). (EFE/Javier Belver)
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España tiene la luz más cara que Francia y Alemania en verano. La excepción ibérica, que ha pasado de ser una medida excepcional aprobada durante la crisis energética a un concepto manido para presumir de los precios más baratos gracias a la gran capacidad renovable, se convierte durante los meses de estío en un bumerán: ahora son los que están al norte de los Pirineos quienes disfrutan de una posición ventajosa.

Esta vez, el aislamiento de España se ha vuelto en contra: en vez de impedir que la energía barata salga al resto de Europa, evita que la energía barata del resto de Europa, especialmente en Francia, entre en nuestro país. Como consecuencia, los precios se disparan, porque lo que hay aquí en un cóctel que para nada contribuye a mantener las casaciones a raya: sol, playa y aire acondicionado.

Energía solar

El sol es, en teoría, nuestro principal aliado. La excepcional capacidad fotovoltaica instalada en nuestro país (27.196 megavatios en agosto, según Red Eléctrica), permite que, cuando los días son largos y despejados, la producción se dispare y bajen los precios. De hecho, este mes va camino de convertirse en el primero de la historia en el que la energía solar, si se suma también la térmica, represente más del 50% de la generación renovable: en los primeros 14 días, ha alcanzado el 50,6%.

Sin embargo, este dato tiene un reverso: el buen tiempo provoca un descenso de la producción eólica durante el verano. Y, a diferencia de la solar, esta no solo se genera en las horas centrales del día, sino durante toda la jornada, lo que contribuye a abaratar la electricidad. Las casaciones económicas registradas durante el final del invierno y la primavera (40 euros/megavatio hora en febrero, 20 en marzo, 14 en abril, 30 en mayo) venían, precisamente, de la acción conjunta del sol y del viento, al que se le unía una hidráulica a precio de saldo, ante la necesidad de desembalsar por el exceso de lluvias.

Foto: Un aerogenerador. (EFE/Henry Chirinos)

Ahora, en cambio, no hay viento, y los pantanos han bajado sus reservas, de tal manera que las hidroeléctricas pueden ofertar o no en función de la rentabilidad que obtengan. Javier Revuelta, de la consultora energética Afry, destaca este último factor como uno de los más importantes: "A partir de junio, no solo llueve menos, sino que, aunque llueva, el agua se puede quedar en los embalses grandes para meses futuros. El nivel de producción de hidráulica fluyente (el que oferta a 0) ha bajado en unos 4-5 gigavatios desde primavera".

En las horas centrales del día, cuando el sol pega, los precios se mantienen en niveles aceptables, pero cuando este se esconde en el horizonte empiezan los problemas. A falta de viento, tienen que entrar los ciclos combinados de gas, y este se ha encarecido en las últimas semanas ante el riesgo de que el flujo ruso hacia Europa, que todavía existe, se vea interrumpido por la incursión ucraniana en la región de Kursk.

Las fuentes renovables no consiguen marcar el precio en casi ningún momento entre las nueve de la noche y las nueve de la mañana

El sistema marginalista es implacable: la última fuente de energía que entra en el mix, que es la más cara, marca el precio, que sirve para remunerar al resto de tecnologías, aunque sean más baratas. Como se puede comprobar en la base de datos del Operador del Mercado Ibérico de la Electricidad (OMIE), en julio y agosto, las renovables no han conseguido fijar la casación prácticamente en ningún momento entre las nueve de la noche y las nueve de la mañana. La hidráulica, que oferta cuando los precios son más caros, es la tecnología marginal —la que colma la demanda— en la mayoría de esas horas, y en ocasiones también los ciclos combinados de gas.

La playa

Sin embargo, la composición de la oferta no es motivo suficiente para explicar el diferencial de precios con el resto de Europa. En marzo, la luz era tres veces más barata en España que en Francia y Alemania, y cuatro veces más que en Italia. Sin embargo, desde la llegada del verano se ha ido invirtiendo la situación, y salvo Italia, que sigue siendo el país más caro, el resto de grandes potencias europeas ya son más económicas. El mercado ibérico (España y Portugal) ha registrado una media mensual en lo que llevamos de agosto de 93,72 euros/MWh, 11 más que Alemania, 20 más que el Reino Unido y el doble que Francia. En julio, la situación fue muy similar.

En España hay sol, pero también playa. Y ambos son factores que atraen cada año a millones de turistas del norte del Europa. En 2024, de hecho, se están volviendo a batir todos los récords. Es imposible saber qué pasaría si no fuese así, pero lo cierto es que los expertos consultados destacan que los flujos de viajeros que se producen durante estas fechas tienen un efecto notable sobre la demanda eléctrica. Y, por tanto, sobre el otro componente de los precios.

"En julio, la demanda alcanza su pico anual, debido a las altas temperaturas y al incremento de la actividad turística. Y, aunque la demanda de este mes ha sido un 2,7% inferior al promedio de julio de los últimos cinco años, es un 13,1% superior a la del pasado mes de junio", destacan los analistas del Grupo ASE. Y añaden: "La demanda eléctrica explica que el precio suba en España y baje en otros países de Europa. Mientras aquí el consumo de energía crece durante el verano por las altas temperaturas y la ocupación turística, en Alemania se desploma un 24% y en Francia baja un 18%". En el segundo caso, el elevadísimo peso nuclear hace que el gas casi nunca tenga que entrar en el mix para cubrir una demanda diezmada, explica Revuelta, lo que da lugar a los precios más baratos de Europa durante la temporada baja de electricidad.

Aire acondicionado

En cambio, en España el verano es temporada alta. La demanda en nuestro país tiene un comportamiento diferente al del resto de Europa, mientras que la oferta, condicionada por una mayor presencia de las renovables, también sufre una evolución irregular a lo largo del año. Sin viento ni agua, pero con las terrazas y los hoteles llenos, los precios de la luz suben inevitablemente al sur de los Pirineos, hasta el punto de que el flujo de las interconexiones se ha volteado: estamos importando electricidad más barata de Francia, aunque no la suficiente para que aquí baje, debido a nuestro secular aislamiento.

Los hábitos de los visitantes tampoco ayudan. Roberto Cavero, responsable de Mercado Energético en la consultora Atrae, recuerda que durante los últimos años los sistemas de climatización han ido ganando en eficiencia, pero matiza: "En el turismo no hay una eficiencia real, porque depende del usuario. Cada vez hay más aires acondicionados. Es lo primero que se pone cuando se llega al hotel, y muchos lo dejan encendido todo el día". Para alguien que pague por hospedarse, la señal de precios no existe, y tampoco el incentivo de ahorrar.

Foto: Unos operarios instalan placas solares. (Reuters/Mike Blake)

Para Cavero, se trata de un factor más en el cóctel que encarece la luz cada agosto. El de este año, de hecho, está siendo 3 euros/MWh más barato que el del año pasado, y hasta 61 euros/MWh que el récord de 2022, durante lo peor de la crisis energética. Y eso que las olas de calor han sido especialmente intensas, lo que lleva a pensar que, en un entorno energético mucho más favorable que el de 2023, buena parte del alza se debe al clima excepcionalmente hostil.

La demanda aumentó en agosto un 7,6% respecto al mismo mes del año pasado, mientras que en julio lo había hecho un 0,2%, en contraste con las caídas generalizadas de los meses anteriores, según datos de Red Eléctrica. Dos terceras parte del incremento de las últimas dos semanas tuvieron que ver con las mayores temperaturas. Por desgracia, es un escenario que, si continúa la tendencia que prevén los expertos de cambio climático, ha llegado para quedarse. Cada verano será peor que el anterior: las épocas en que los picos de demanda se producían en invierno, durante las olas de frío y en medio de una actividad laboral normal, ya no volverán.

La cuesta (abajo) de septiembre

Sin embargo, no todas las noticias son negativas. Los tres factores presentados hasta ahora tienen un carácter estacional, por lo que el final de la época estival está llamado a dar un giro a la situación. En el escenario, eso sí, flotan dos factores de incertidumbre: la evolución del gas y la de los derechos de emisión de CO₂, que también han repuntado en los últimos meses, hasta superar los 70 euros.

De momento, los futuros de la electricidad reflejan valores superiores a los actuales para lo que queda del año, y se encaraman a los 95 euros/MWh tanto para septiembre como para el cuarto trimestre, según OMIP, el operador del mercado regulado portugués. Sin embargo, Cavero considera que a partir de finales de septiembre la incorporación de la eólica, debido a la entrada de las primeras borrascas del otoño, irá mejorando la situación paulatinamente. Y añade: "La reserva hídrica está mejor que hace 10 años. Calculo que en noviembre y diciembre los precios bajarán".

"La reserva hídrica está mejor que hace 10 años. En noviembre y diciembre los precios bajarán"

Revuelta se muestra más cauto, y ve precios altos hasta final de año, aunque muy alejados de los récords experimentados durante la crisis energética: "A finales de octubre, llegan el viento y las lluvias, pero no son suficientes para compensar el consumo creciente por frío. A partir de diciembre hasta febrero, los precios dependerán del nivel de lluvias, que estadísticamente será bastante más bajo que el pasado invierno". Después regresará la primavera, y con ella el abaratamiento gracias a la dupla imparable entre la solar y la eólica.

Es el ciclo de la luz, que no debe hacernos perder de vista los cambios a largo plazo: ambos expertos coinciden en que los precios están llamados a bajar durante la segunda mitad de la década, coincidiendo con el mayor despliegue de las renovables y las baterías de almacenamiento. El incremento de las interconexiones con Francia y el apagón parcial de la nuclear devolverá la senda alcista a partir de 2028.

España tiene la luz más cara que Francia y Alemania en verano. La excepción ibérica, que ha pasado de ser una medida excepcional aprobada durante la crisis energética a un concepto manido para presumir de los precios más baratos gracias a la gran capacidad renovable, se convierte durante los meses de estío en un bumerán: ahora son los que están al norte de los Pirineos quienes disfrutan de una posición ventajosa.

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