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El nuevo Gobierno afrontará un agotamiento de los motores de la 'primavera económica'
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Señales de debilidad

El nuevo Gobierno afrontará un agotamiento de los motores de la 'primavera económica'

España ha experimentado un inesperado crecimiento económico a pesar del difícil contexto internacional, pero los principales puntos de apoyo empiezan a lanzar señales de agotamiento

Foto: Varios veraneantes en una playa de Málaga. (EFE/Jorge Zapata)
Varios veraneantes en una playa de Málaga. (EFE/Jorge Zapata)
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El presidente del CES, y uno de los mayores intelectuales económicos de España, Antón Costas, ha calificado la férrea resistencia de los indicadores macro de España con la expresión "primavera económica". Se refiere así a la abundancia de indicadores positivos que ha tenido el país en los últimos trimestres, que han florecido en un contexto internacional muy complicado por la guerra en Ucrania, la crisis inflacionista y la subida de los tipos de interés. Los datos han sido, y lo siguen siendo, tozudamente positivos. Sin embargo, cuando se analizan las fuentes de esa "primavera económica" se observan señales de agotamiento en todas o la mayor parte de ellas. Los motores que ahora tiran de la economía, y que seguirán activos durante el verano, se enfrentan a un otoño más sombrío. Esto no significa que se avecine una crisis, pero sí una ralentización, o incluso un estancamiento económico. En palabras de Raymond Torres, presidente de la Comisión de la Memoria Sociolaboral del CES: "2024 parece que no será tan primaveral como 2023".

Según los datos de la contabilidad nacional, estos motores que tiran del PIB son: el turismo, las exportaciones, el consumo privado y público y la inversión en construcción. Por el contrario, la inversión en maquinaria y las importaciones tuvieron una contribución negativa al PIB en el inicio del año. El análisis de estas fortalezas permite anticipar qué ocurrirá con la economía en los próximos meses.

Foto: La vicepresidenta económica, Nadia Calviño. (EFE/J.J Guillén)

El turismo es el principal responsable del crecimiento de España en el último año. Si se observan los datos del primer trimestre de 2023, aportó 1,4 puntos al crecimiento del PIB (dato neto, esto es, restadas las importaciones turísticas). Esto es, casi el 40% del crecimiento de España es consecuencia de la gran llegada de turistas extranjeros. La recuperación del sector fue muy intensa durante todo el año 2022, pero a medida que se recupera la normalidad (y se saturan los principales destinos) el ritmo de avance se va difuminando.

Por ejemplo, en abril de 2022, el ritmo de crecimiento en la llegada de turistas en tasa interanual era de casi el 600% y este año ha sido de apenas el 21%. Esta tasa interanual se va a seguir frenando durante todo el verano y, aunque España consiga unos datos turísticos de récord, el ritmo de crecimiento no llegará a ser como el de 2022.

Las exportaciones no turísticas también han tenido un comportamiento muy favorable en un contexto exterior muy complicado. En concreto, han aportado 1,1 puntos netos al crecimiento del PIB en el último año, en buena medida gracias al tirón del consumo de los socios europeos. Pero el crecimiento en el continente se ha frenado en los últimos meses: Alemania, Países Bajos e Irlanda han entrado en contracción y, aunque la eurozona ha evitado la recesión, el avance del PIB en el inicio del año ha sido de un pírrico 0,1%.

El frenazo en Europa va a pasar factura al sector exportador español, que difícilmente puede repetir los datos de crecimiento del año 2022

Este frenazo en Europa va a pasar factura al sector exportador español, que difícilmente puede repetir los datos de crecimiento del año 2022. Así lo resume el Club de Exportadores: "Observamos con preocupación la ralentización de la economía mundial, que podría terminar afectando al saldo de las exportaciones españolas en lo que queda de año".

El sector manufacturero español ya está mostrando claramente señales de contracción. Según la encuesta mensual que elabora el Ministerio de Industria, el número de empresas en las que está cayendo la cartera de pedidos lleva bajando desde el mes de febrero. Los datos del PMI manufacturero apuntan en la misma dirección: "La debilidad de la demanda fue el principal factor que provocó la contracción más pronunciada de los nuevos pedidos en mayo [...] y el desempeño de las exportaciones también fue sombrío, tal y como indica la caída más rápida de los pedidos internacionales en lo que va de año".

A medida que el sector exterior vaya normalizando su aportación al crecimiento, el PIB irá evolucionando al ritmo que marque la demanda doméstica, ya sea consumo o inversión. En el último año, el consumo privado ha aportado 0,8 puntos al PIB; el gasto de las AAPP, 0,3 puntos; y la inversión en construcción, 0,5 puntos. En total son 1,6 puntos, una aportación muy similar a la que ha tenido el turismo por sí solo. El problema es que estos tres pilares también están debilitados.

El consumo de los hogares creció rápidamente tras la pandemia gracias al ahorro embalsado, esto es, los recursos que acumularon los hogares cuando el confinamiento limitó el consumo. Esa balsa de recursos ya se ha agotado o se ha convertido en inversión financiera o inmobiliaria, de modo que ya no puede ser un soporte para el consumo. En el año 2022, los hogares tuvieron una necesidad de financiación de 1.800 millones de euros, siendo el primer año en negativo desde la burbuja inmobiliaria. Esto quiere decir que la suma de gasto e inversión de las familias fue superior a sus ingresos, lo que les obligó a endeudarse o vender activos. Este camino no es sostenible en el tiempo, máxime en un momento en el que los tipos de interés están al alza y con los bancos endureciendo el acceso al crédito.

Si los hogares han elevado tanto el gasto, no es para consumir mucho más, sino para comprar lo mismo a unos precios disparados. La pérdida de poder adquisitivo que han sufrido los salarios por el camino les obliga a controlar lo que compran, ya sea buscando productos más baratos o renunciando a algunos. En cualquiera de los dos casos, lo que se produce es una reducción del consumo en términos reales que resta al PIB.

Si hasta ahora los hogares han conseguido elevar su nivel de gasto es por el ahorro embalsado y por la política fiscal expansiva aplicada por el Gobierno. Se han movilizado más de 30.000 millones de euros públicos para compensar la pérdida de poder adquisitivo de las familias que se han destinado tanto a bajadas de impuestos como a subvenciones. Esta inyección de renta directamente en los bolsillos de los españoles tiene los días contados, ya que la Comisión Europea exige que se retiren todas estas medidas ahora que la inflación se está moderando. La pérdida de esta política fiscal expansiva será otro motor que se agote a medida que vuelvan las reglas fiscales.

El problema para los hogares es que la moderación de la inflación no significa que los precios bajen, sino que no suben tanto. En definitiva, tendrán que soportar por sí mismos el encarecimiento acumulado de la cesta de la compra, ya sea sin ayudas públicas o con unas ayudas escasas. El agotamiento de la política fiscal expansiva supondrá un freno a la recuperación económica. Y en 2024 volverán a activarse las reglas fiscales que, aunque todavía no están definidas, obligarán a realizar una política presupuestaria más responsable.

El último de los motores de crecimiento de la economía española a lo largo de 2022 fue la inversión en construcción, tanto pública como privada. La salida de la pandemia disparó la compraventa de viviendas, generando una rápida competencia en precios. Sin embargo, la subida de los tipos de interés ha frenado el mercado inmobiliario, ya que las nuevas hipotecas son más caras y los grandes inversores encuentran rentabilidad en otros mercados con menos riesgo, como la deuda pública.

Foto: Foto: iStock.

Según el último dato del INE, el número de viviendas vendidas en marzo fue casi un 6% inferior al del mismo mes del año anterior. Las constructoras también han frenado su inversión ante la reducción de la demanda: entre enero y marzo los visados de obra nueva para viviendas han caído casi un 16% respecto a los mismos meses del año anterior.

De esta forma, todos los componentes de la demanda que permitieron la existencia de la "primavera económica" en España durante todo el año 2022 y el inicio del 2023 siembran dudas de cara a los próximos trimestres. Esto explica que, por ejemplo, el Panel de Funcas anticipe una ralentización del PIB que crecerá al 0,2% trimestral en la segunda mitad del año. Esto es, un ritmo muy próximo al estancamiento económico en el que cualquier sorpresa negativa puede provocar una leve contracción.

El reemplazo

A medida que unos motores se frenan, otros pueden reactivarse, y esta es la gran esperanza para la economía española en la segunda mitad del año. En concreto, hay tres que pueden tener capacidad para contrarrestar la desaceleración. El primero es la demanda de servicios no turísticos, sector en el que España se ha especializado en los últimos años. El país exporta desde diseños de ingeniería hasta asesoría económica o legal. Se trata de servicios de alto valor añadido que suponen la gran transformación estructural del país en los últimos años y que no son tan volátiles a la demanda.

Foto: Dirigentes de las patronales y los sindicatos. (EFE/Sergio Pérez)

El segundo es la subida de los salarios reales. Los sindicatos y las patronales han acordado una subida salarial para los tres próximos años que, con las previsiones actuales, se situará por encima de la inflación. Esta mejora del poder adquisitivo será clave para muchas familias y, lo más importante, un respaldo a la demanda interna. Por último, la ejecución de los fondos europeos sigue ganando velocidad. En 2021 y 2022 los niveles de ejecución real (gasto ya desembolsado) fueron muy reducidos, inferior a los 8.000 millones entre los dos ejercicios, según las cifras de la Comisión Europea. El problema es que las convocatorias de subvenciones y licitaciones tardan en llegar efectivamente al tejido real, generando así un proceso lento, pero que va ganando intensidad con el tiempo.

De cara a este año 2023, la Comisión estima que se ejecutarán más de 17.000 millones de euros y en 2024 serán ya casi 25.000 millones. Este ritmo ascendente del uso de los fondos europeos generará también un impulso económico adicional para la inversión de hogares y empresas.

Estos motores ahora mismo están ralentizados, pero no es descartable que se activen en los próximos meses. Lo que no está tan claro es si tendrán la potencia suficiente como para compensar la desaceleración de la demanda por el agotamiento del ahorro y la crisis europea.

El presidente del CES, y uno de los mayores intelectuales económicos de España, Antón Costas, ha calificado la férrea resistencia de los indicadores macro de España con la expresión "primavera económica". Se refiere así a la abundancia de indicadores positivos que ha tenido el país en los últimos trimestres, que han florecido en un contexto internacional muy complicado por la guerra en Ucrania, la crisis inflacionista y la subida de los tipos de interés. Los datos han sido, y lo siguen siendo, tozudamente positivos. Sin embargo, cuando se analizan las fuentes de esa "primavera económica" se observan señales de agotamiento en todas o la mayor parte de ellas. Los motores que ahora tiran de la economía, y que seguirán activos durante el verano, se enfrentan a un otoño más sombrío. Esto no significa que se avecine una crisis, pero sí una ralentización, o incluso un estancamiento económico. En palabras de Raymond Torres, presidente de la Comisión de la Memoria Sociolaboral del CES: "2024 parece que no será tan primaveral como 2023".

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