Quién gana y quién pierde con el adelanto electoral
El adelanto electoral no será neutral en términos políticos. Ganan los partidos con votantes de mayor edad, PP y PSOE, y pierden quienes obtienen mejores resultados entre los jóvenes. La despoblación es una variable fundamental
Sostiene Cicerón en De Senectute, la única obra latina consagrada solo a los ancianos, que el “buen juicio, la razón y el consejo están en los ancianos”. Hablar de buen juicio y razón en política, y menos de consejos, es material radioactivo, porque cada elector tiene su propia filosofía de voto, pero no hay duda que los años influyen a la hora de depositar en una urna una papeleta. Tanto, que eso puede explicar algunos comportamientos electorales, en particular en las regiones más envejecidas.
Lo que se sabe, según las encuestas del CIS, la última el pasado mes de mayo, es que los partidos tradicionales —Partido Popular y PSOE— obtienen sus mejores resultados entre los mayores de 45 años, sobre todo el Partido Socialista, cuyo respaldo entre quienes tienen entre 55 y 75 años prácticamente crece un 50% respecto de su seguimiento medio. El PP, sin embargo, supera incluso ese incremento entre los mayores de 75 años, que no son, precisamente, un número pequeño. Los últimos datos de Estadística muestran que algo más de 4,8 millones de residentes en España tienen 75 o más años, lo que supone prácticamente el 10% de la población.
¿Y a quiénes votan los jóvenes o las edades medias? Pues justamente lo contrario. Vox obtiene sus mejores resultados entre quienes tienen entre 18 y 45 años, y lo mismo sucede con Unidas Podemos, pero en este caso la mejoría se concentra entre quienes tienen de 18 a 34 años. A partir de esta edad, el respaldo a la izquierda del PSOE cae en picado, llegando a ser irrelevante en el caso de los mayores de 75 años, donde UP recoge apenas el 1,3% de los votos. No sucede lo mismo con Sumar, cuyo respaldo electoral (voto más simpatía) mejora entre quienes tienen entre 25 y 54 años, pero vuelve a caer con fuerza entre los mayores de 75 años.
Cambio radical
La fuerza de Vox, sin embargo, está entre los más jóvenes (18 a 24 años), incluso por encima de UP, lo que supone un cambio radical frente a lo sucedido tras el 15-M, cuando UP y Ciudadanos pudieron capitalizar el descontento de amplios sectores populares, lo que los llevó a situarse como tercera y cuarta fuerza política. El problema para el partido de Abascal, sin embargo, es que esta cohorte de población tiende a ser cada vez menos numerosa en términos relativos. Hoy hay casi 800.000 personas menos entre 18 y 25 años en relación con quienes tienen más de 85 años, algo que, obviamente, introduce un sesgo electoral.
Esto quiere decir que el envejecimiento de la población beneficia de forma importante al PP y al PSOE, cuya hegemonía en las municipales del pasado domingo (entre ambos, lograron el 59% de los votos) se ha consolidado en los territorios más envejecidos. Y no hay que olvidar que la edad media de los españoles se sitúa ya en los 44,07 años.
Para valorar esta cifra, solo hay que tener en cuenta que al comienzo de la democracia, en las elecciones de 1977, se situaba en 32,48 años, lo que significa una docena de años menos que ahora. Pero es que en algunas provincias, debido a la escasez de nacimientos, aquella cifra se ha quedado muy corta. En tres provincias, Lugo, Ourense y Zamora, incluso, la edad media se sitúa ya por encima de los 50 años.
Este envejecimiento es coherente con el hecho de que Vox, que ha presentado muy pocos candidatos, haya obtenido sus peores resultados en las provincias gallegas, y algo parecido ha sucedido en Zamora (tres puntos menos que en la media del Estado). Es evidente que esta no es la única causa, ya que su implantación es reducida, pero sin duda que la edad ha influido en el resultado electoral. Obviamente, no lo hace siempre de la misma manera, toda vez que el voto es dinámico. En las elecciones de 1996, por ejemplo, Aznar ganó con el apoyo de los jóvenes que anteriormente habían votado a la izquierda, mientras que en las elecciones de 2015, irrumpieron Ciudadanos y Podemos con un perfil marcadamente joven.
El envejecimiento, como se sabe, está muy relacionado con el despoblamiento, y este factor, igualmente, condiciona de forma relevante el voto. ¿La causa? La despoblación implica la emigración de los jóvenes, normalmente con mayor cualificación, y eso introduce, de nuevo, un sesgo en favor de los partidos tradicionales. Un reciente estudio publicado en la Revista de Estudios Políticos muestra, en concreto, que cuanto mayor es la despoblación, mayor es el porcentaje de voto que obtiene la derecha. El coeficiente de esta relación, según el trabajo, firmado por Álvaro Sánchez-García, de la Universidad de Salamanca, y Toni Rodon, de la Pompeu Fabra, muestra que por cada punto porcentual que aumente la despoblación, la derecha obtiene de media 0,011 puntos porcentuales más de voto.
El voto económico
La literatura electoral ha encontrado, igualmente, evidencias de que en los últimos años el voto estrictamente económico, tradicionalmente vinculado a una vida laboral en activo, está siendo sustituido por otro voto de naturaleza económica, pero esta vez relacionado con el envejecimiento, cuyo comportamiento hay que relacionar con factores como la seguridad, la estabilidad laboral de hijos y nietos, la fuerza de los mensajes culturales, la asistencia social y sanitaria y, por supuesto, la cuantía de las pensiones públicas.
Hay otro factor especialmente relevante que afecta de forma poderosa al escrutinio: la participación electoral. Está acreditado que el peso del voto de los mayores se multiplica en favor de la edad. O lo que es lo mismo, votan más los mayores que los jóvenes, lo cual es una variable que puede ser decisiva en determinadas circunscripciones donde el reparto de escaños se hace con escasas diferencias. Entre otras razones, porque uno de cada tres españoles, el 33,5%, según la última Encuesta de Condiciones de Vida, pudo permitirse ir de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año durante 2022. Y hay que recordar que las elecciones se celebrarán el 23 de julio, en plena temporada estival. Es decir, los mayores votan más y además se van menos de vacaciones.
Aquí entra de nuevo el factor demográfico en relación con el territorio. Los modelos utilizados por los autores del informe, publicado en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, han demostrado que, cuanto mayor es la despoblación, mayor es la concurrencia a las urnas, con un coeficiente de 0,011.
Esto quiere decir que por cada punto porcentual que aumente la despoblación, la probabilidad de votar aumenta de media. O lo que es lo mismo, la despoblación, que afecta a más de la mitad de España y es la imagen misma del envejecimiento, incentiva acudir a las urnas. Muchos lo han relacionado con la búsqueda de soluciones, lo que puede explicar la aparición de partidos más vinculados al territorio que a una determinada ideología.
Ley electoral
En esas circunstancias están Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura y La Rioja, que además tienen una prima de escaños, en aplicación de la ley electoral, para compensar su baja población. Algunos análisis poselectorales han llegado a la conclusión de que en las elecciones generales de 2008, 2011, 2015 y 2016 la participación ha variado desde un mínimo del 61,7% entre los menores de 34 años y un máximo del 81,5% entre los mayores de 55 años, con un 71% para los situados entre 34 y 55 años.
Otro trabajo publicado en la revista de los actuarios de España navega en la misma dirección. El estudio, firmado por Cristina Aybar, José María Pavía y Rosa Roig, de la Universidad de Valencia, muestra que la probabilidad de votar PP en el colectivo de mayores de 65 años representa 2,15 veces la probabilidad de hacerlo en el colectivo de 18 a 30 años, o que entre los mayores de 65 años es 5,2 veces más probable votar PP que a Podemos.
Asimismo, también se observa que el cumplir años va generando en términos ideológicos cohortes más conservadoras. Por ejemplo, la autoubicación ideológica media del grupo de edad entre 45 y 65 años se situaba en 1998 significativamente más a la izquierda que la autoubicación ideológica del mismo grupo de personas 20 años después.
Esto significa, a priori, que a quien más beneficia el adelanto electoral en esa fecha es al PP y al PSOE, mientras que, por el contrario, perjudica más a Vox (que tiene el electorado más joven) y a Sumar y el enjambre de partidos que lo forman.
Sostiene Cicerón en De Senectute, la única obra latina consagrada solo a los ancianos, que el “buen juicio, la razón y el consejo están en los ancianos”. Hablar de buen juicio y razón en política, y menos de consejos, es material radioactivo, porque cada elector tiene su propia filosofía de voto, pero no hay duda que los años influyen a la hora de depositar en una urna una papeleta. Tanto, que eso puede explicar algunos comportamientos electorales, en particular en las regiones más envejecidas.
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