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Abismo laboral en Asturias: sin jóvenes para sustituir a jubilados con estudios superiores
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LAS DOS ESPAÑAS DEL EMPLEO

Abismo laboral en Asturias: sin jóvenes para sustituir a jubilados con estudios superiores

El Principado ya no es capaz de reemplazar la mano de obra universitaria, un problema que se extenderá a otras regiones del norte y limitará su crecimiento en las próximas décadas

Foto: Jóvenes, en la costa de Gijón. (EFE/Paco Paredes)
Jóvenes, en la costa de Gijón. (EFE/Paco Paredes)
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Cada mes, Asturias pierde a medio centenar de veinteañeros que se van a buscar la vida más allá del Negrón. El saldo migratorio con el resto de las autonomías arroja una sangría constante. Solo el covid ha podido atemperarla, aunque los datos de 2021, los últimos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE), marcan un regreso de la tendencia de la última década. El Principado sufre una situación especialmente grave, pero no es una excepción en el norte de España: el envejecimiento de la población y el éxodo de la mano de obra más joven son una característica común de Madrid hacia arriba, con la excepción de Cataluña y, en menor medida, el País Vasco. El caso asturiano supone, más bien, una premonición de lo que les espera a las regiones colindantes en los próximos años.

El mercado laboral de la tierrina tiene el dudoso honor de protagonizar un hecho insólito en la historia económica de España, pero que cada vez será más común en algunos territorios: por primera vez, un territorio no es capaz de sustituir las jubilaciones de trabajadores con estudios superiores con jóvenes de la misma cualificación. A este abismo laboral, motivado por la baja natalidad y la emigración de profesionales hacia las grandes ciudades, se empiezan a asomar cada vez más autonomías del hasta ahora próspero norte. Esto supone un problema para las empresas de estas comunidades y, por tanto, para el crecimiento económico.

Aunque el INE no ofrece datos desagregados por nivel de estudios de los flujos poblacionales dentro del territorio nacional, sí lo hace de la emigración al extranjero. Los datos apuntan a una tendencia que conoce bien cualquiera que viva en alguna ciudad mediana del interior o el norte de España, y que cada vez es más patente en urbes como Oviedo o Gijón: quienes se van son titulados universitarios, los hijos de las clases medias que no ven satisfechos en su lugar de origen sus expectativas profesionales. De los 2.237 asturianos que se marcharon fuera de España en 2019 —el último ejercicio que no estuvo alterado por el efecto de la pandemia—, casi la mitad (1.028) tenía estudios superiores. Dentro del país, estaría sucediendo algo parecido: una investigación del Centre d'Estudis Demogràfics, que depende de la Generalitat de Cataluña, constata que dos de cada tres jóvenes que han llegado a Madrid en los años recientes desde otras regiones tenían este perfil.

Ante esta fuga de talentos, la descapitalización —en términos de factor trabajo—de la cornisa cantábrica amenaza ya el reemplazo de los puestos más cualificados, lo que supone una merma del crecimiento económico. Según el último Observatorio Trimestral del Mercado de Trabajo, publicado en marzo por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), la tasa de reposición de los empleados con estudios superiores en Asturias durante la última década (2013-2022) se quedó en el 0,9. En otras palabras: por cada jubilado con un título universitario que se retiró durante el periodo, solo había 0,9 ocupados menores de 30 años con ese grado de formación.

Foto: La Plaza Mayor de Salamanca, vacía. (EFE/J.M. García)

Florentino Felgueroso, investigador de la institución y uno de los autores del estudio, explica que el dato asturiano es un reflejo del problema de relevo generacional al que se enfrente el mercado laboral en las regiones más envejecidas, que durante los próximos años afrontarán la jubilación masiva de la generación del baby boom. Si hasta ahora quienes se retiraban, nacidos en la autarquía de la posguerra, no solían tener una gran cualificación, y podían ser reemplazados fácilmente por una masa laboral joven que había gozado de un mayor acceso a los estudios superiores, los factores demográficos y migratorios explicados anteriormente están cambiando el paradigma es las regiones más envejecidas, de las que huyen masivamente los nuevos profesionales en busca de mayores oportunidades en metrópolis como Madrid y Barcelona, con un mercado laboral más orientado al sector servicios de alta calidad (tecnológicas, consultoras, abogacía, etc.).

Aunque estos efectos resultan especialmente palpables en el noroeste, el problema no es exclusivo de regiones deprimidas económica y demográficamente, como la propia Asturias, que ha vivido un proceso de desindustrialización marcado por las prejubilaciones y donde la tasa de ocupación (número de personas ocupadas entre el total de la población en edad de trabajar) ya no llega al 50%. También algunas comunidades ricas que se han sabido adaptar mejor a la economía posindustrial, como el País Vasco, empiezan a estar cerca del precipicio: como no fueron capaces de atraer inmigración durante la burbuja, cuando la mayor explosión económica se centró en el levante, ahora también sufren un incipiente envejecimiento y su crecimiento potencial se va a ver limitado por las dificultades para reponer la mano de obra cualificada, según destaca Felgueroso.

Los problemas que arrastraron durante décadas las regiones pobres favorecen el reemplazo de la mano de obra con estudios superiores

El Observatorio Trimestral del Mercado de Trabajo utiliza los microdatos de la Encuesta de Población Activa para certificar la existencia de dos Españas laborales: un norte anquilosado (Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra, Aragón y La Rioja), donde la tasa de reposición de la mano de obra cualificada no supera el 1,5, y un sur dinámico (todas las demás), donde esta ratio oscila entre el 1,6 de Extremadura y el 2,4 de las islas. Paradójicamente, los problemas que durante décadas habían arrastrado las regiones más pobres y desindustrializadas (una escasa formación, responsable en parte de las elevadas tasas de paro) favorecen ahora una sustitución sencilla, favorecida por la juventud de su población y una mayor facilidad para atraer talento en los centros urbanos más dinámicos.

Un lastre para el crecimiento

Lo que sucede con los profesionales cualificados resulta especialmente grave, por el valor añadido que aportan, pero el patrón de las dos Españas laborales se repite en los demás segmentos. La tasa de reemplazo de los trabajadores con educación segundaria posobligatoria —es decir, Bachillerato o FP— ya es inferior a 1 en Asturias, Castilla y León, Cantabria y País Vasco, mientras que obtiene los guarismos más elevados en el Mediterráneo, la mitad sur y las islas. En el caso de aquellos con educación secundaria o menos, es decir, la población sin cualificación, no se produce reemplazo en ninguna de las regiones —algo lógico, debido al creciente nivel de estudios de las generaciones más jóvenes—, pero las cifras oscilan entre el 0,2 de la cornisa cantábrica y el 0,9 de Murcia.

Foto: Nieve en el puerto de San Isidro. (EFE)

Como demuestran diversas investigaciones publicadas por los centros de estudios de CaixaBank o BBVA, entre otros, el envejecimiento de la población tiene un impacto muy negativo en el crecimiento económico, por dos vías distintas: la menor productividad y la menor fuerza laboral. La primera siempre es más difícil de medir, pero la segunda deja datos elocuentes: mientras en la última década el porcentaje de ocupados ha aumentado un 34% en Canarias, en Asturias lo ha hecho en poco más de un 1%, pese a la notable recuperación de la economía tras la Gran Recesión. Otra cifra ayuda a explicar la realidad anterior: el porcentaje de ocupados mayores de 55 años es cuatro puntos superior en la región cantábrica que en el archipiélago atlántico, siempre según Fedea.

En un informe de 2019, el Gobierno vasco ya advertía de las dificultades para encontrar profesionales cualificados en ciertos sectores y de la insuficiencia de la inmigración para dar respuesta a este problema: "La contracción de la población activa planteará un reto importante en las empresas en cuanto a estrategias de selección y retención del personal".

Durante los próximos años, España no solo tendrá que resolver las vacantes que dejarán los boomers, sino que aparecerán nuevos perfiles de alta cualificación relacionados con los sectores punteros de la economía, vinculados a las llamadas disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés). Queda una pregunta en el aire: si el norte, tradicionalmente próspero, no consigue cubrir las primeras, ¿cómo va a ser capaz de no perder el tren de las segundas? La respuesta depende de un factor que, según todos los expertos, constituye la gran clave para explicar el mercado laboral de los próximos años: la demografía.

Cada mes, Asturias pierde a medio centenar de veinteañeros que se van a buscar la vida más allá del Negrón. El saldo migratorio con el resto de las autonomías arroja una sangría constante. Solo el covid ha podido atemperarla, aunque los datos de 2021, los últimos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE), marcan un regreso de la tendencia de la última década. El Principado sufre una situación especialmente grave, pero no es una excepción en el norte de España: el envejecimiento de la población y el éxodo de la mano de obra más joven son una característica común de Madrid hacia arriba, con la excepción de Cataluña y, en menor medida, el País Vasco. El caso asturiano supone, más bien, una premonición de lo que les espera a las regiones colindantes en los próximos años.

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