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La desigualdad regional se ensancha y pone en entredicho las políticas públicas
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LA CONVERGENCIA SE FRENA EN SECO

La desigualdad regional se ensancha y pone en entredicho las políticas públicas

La convergencia de renta per cápita en las regiones españolas se ha frenado en seco. La productividad del trabajo es lo que marca la diferencia. La consecuencia es que la cohesión territorial se deteriora

Foto: La desigualdad regional se ensancha. (Pexels)
La desigualdad regional se ensancha. (Pexels)
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La convergencia regional se ha detenido. O lo que es lo mismo, la cohesión entre territorios, que ha sido una constante desde que a principios de los años ochenta se crearon las comunidades autónomas como unidades administrativas y políticas, no avanza. La desigualdad regional, incluso, se ha ensanchado si se compara con las primeras décadas de autogobierno. El ensanchamiento ha sido particularmente significativo desde 2008, cuando la crisis financiera abrió una brecha entre las regiones ricas y las pobres que, lejos de estrecharse, se ha hecho crónica.

Así lo pone de relieve el Banco de España, que ha construido un índice de dispersión que viene a ser un indicador de convergencia. Los resultados muestran —ver gráfico— que entre 1980 y 2008 se avanzó en la cohesión territorial gracias a que las regiones más pobres crecieron con mayor intensidad, pero desde entonces, al contrario de lo que sucedió tras la recesión de 1992 y 1993, no ha ocurrido lo mismo. Las regiones ricas crecen más, lo que explica el ensanchamiento de la desigualdad territorial.

Se rompe así un proceso histórico que viene desde los primeros años del desarrollismo, cuando las diferencias interregionales eran muy significativas. Un trabajo realizado por los economistas Ángel de la Fuente (Fedea) y Rafael Domenech (BBVA Research) llegó a estimar que en 1960 la región más rica (Madrid) tenía un PIB por persona en edad de trabajar equivalente al 184% de la media de España, mientras que la más pobre (Extremadura) apenas alcanzaba el 52%.

La llegada de la democracia y la configuración territorial del país no ha alterado los dos extremos de la riqueza, pero al menos se produjo una clara convergencia. En 2019, Madrid suponía el 138% de la media de España y Extremadura el 73% de la renta media. Ni siquiera la crisis industrial de los ochenta, que afectó más a las regiones del norte, ha alterado significativamente el ranking. Algunos estudios han revelado que la pérdida de productividad relativa de las regiones industriales se ha visto compensada, o al menos mitigada, por una mejora de su tasa de ocupación, mientras que en el sur y el noroeste se produce el fenómeno contrario. Tienen menos empleo y, por lo tanto, su mejora del PIB per cápita es más modesta.

Capital humano

La causa de esta convergencia a largo plazo, en todo caso, tiene que ver, decía el estudio del BBVA, con el desarrollo del capital humano, que es la variable fundamental que explica el avance de la productividad del trabajo. El concepto de capital humano no tiene una definición precisa, pero en el plano académico suele relacionarse con el nivel de la educación recibida, la experiencia laboral y, por último, con la capacidad mental y física de los individuos. Se trata, por lo tanto, de un factor determinante para el progreso económico.

El Banco de España, en la misma línea, achaca el aumento de la divergencia al diferente ritmo de avance en la productividad del trabajo. En concreto, entre 1980 y 2008, la productividad del trabajo creció más en las regiones con menor PIB per cápita, lo que se tradujo en una contribución sustancial de este factor a la reducción de las desigualdades regionales. Después de ese año, este patrón se dio la vuelta, sostiene el regulador, y fueron las regiones más ricas las que presentaron un crecimiento algo mayor de la productividad.

Ha ocurrido, por lo tanto, lo contrario de lo que sucedió en la expansión económica anterior (a partir de 1994), cuando las comunidades autónomas de renta baja como Castilla-La Mancha o Extremadura mostraron un crecimiento elevado del PIB por trabajador.

Actualmente, sin embargo, las comunidades ricas como Madrid, Navarra o Cataluña lideran la clasificación. En 2021, últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), Madrid suponía el 136,6% del PIB per cápita de España, mientras que Andalucía, la más pobre, aunque muy influida ese año por el turismo a causa de la pandemia, alcanzaba apenas el 74,1%. En euros, esa distancia supone que mientras la renta per cápita madrileña se sitúa en 34.821 euros, la andaluza baja hasta los 18.906 euros, es decir, prácticamente la mitad.

Foto: Pedro Sánchez interviene en la última Conferencia de Presidentes, celebrada en marzo del pasado año en La Palma. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

En contra de lo que de manera intuitiva pueda parecer, el factor demográfico tiene una contribución aproximadamente nula a la convergencia, aseguran Iván Auciello y Sergio Puente, los autores del estudio del Banco de España, quienes aportan una conclusión fundamental. El papel del sector público, que debería ser un elemento muy relevante a la hora de favorecer la convergencia regional y, por lo tanto, la cohesión social, es nulo. En concreto, afirman en un documento publicado recientemente, el crecimiento del capital público hasta 1992 fue completamente independiente del nivel económico de las regiones en 1980, “lo que da como resultado una contribución prácticamente nula al proceso de convergencia”.

Entre 1993 y 2008, sin embargo, se produjo un importante cambio en esta contribución, ya que los mayores crecimientos en el stock de capital público —fundamentalmente a través de infraestructuras terrestres durante los años de fuerte crecimiento económico— se dieron, precisamente, en las regiones más pobres, de forma que pasó a ser un factor de convergencia. Desde 2008, sin embargo, la convergencia gracias al capital público se mantiene, "pero de forma mucho más débil". Entre otras razones, porque también la inversión del Estado se ha desplomado.

La convergencia regional se ha detenido. O lo que es lo mismo, la cohesión entre territorios, que ha sido una constante desde que a principios de los años ochenta se crearon las comunidades autónomas como unidades administrativas y políticas, no avanza. La desigualdad regional, incluso, se ha ensanchado si se compara con las primeras décadas de autogobierno. El ensanchamiento ha sido particularmente significativo desde 2008, cuando la crisis financiera abrió una brecha entre las regiones ricas y las pobres que, lejos de estrecharse, se ha hecho crónica.

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