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El PIB acelera hasta marzo (0,5%), pero el IPC rompe la racha bajista en abril (4,1%)
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El PIB acelera hasta marzo (0,5%), pero el IPC rompe la racha bajista en abril (4,1%)

La inflación subyacente se modera nueve décimas, hasta el 6,6%, su primer paso atrás desde el inicio de la espiral inflacionista. Los precios han seguido subiendo en el último mes

Foto: Puesto en un mercado de Madrid. (EFE/Javier Lizón)
Puesto en un mercado de Madrid. (EFE/Javier Lizón)

La semana clave para medir el estado de la economía antes de las elecciones territoriales del 28 de mayo no ha salido mal para el Gobierno. Después de un dato de empleo positivo, aunque con claroscuros, la contabilidad nacional conocida este viernes consolida la imagen de recuperación que intenta proyectar el Ejecutivo. España creció un 0,5% en el primer trimestre, y acelera el ritmo tras una segunda mitad de 2022 más complicada. La moderación de los precios de la energía ha ayudado a que la economía haya atravesado el invierno mucho mejor de lo que se esperaba, aunque la inflación vuelve a subir en abril por el llamado efecto base. La buena noticia viene de la subyacente, que se modera de forma sustancial por primera vez desde el inicio de la espiral.

La tendencia bajista de los precios, que no evitará otros repuntes a lo largo de los próximos meses, ha permitido mantener la vitalidad económica, y escapar definitivamente de la temida recesión que algunos vaticinaban hasta hace poco. De hecho, España crece más rápidamente que en el verano y el otoño de 2022: ha pasado de variaciones trimestrales del 0,4% —se han revisado al alza, desde el 0,2% anterior— a otra del 0,5%, que bate las previsiones del Banco de España y el consenso de los analistas. Pero los principales organismos advierten de que la segunda mitad del año no será tan sencilla, por culpa las turbulencias financieras. Si la moderación de la inflación empieza a aliviar la pérdida del poder adquisitivo de las familias, la restricción del crédito puede ser la siguiente amenaza.

De momento, España se queda ya muy cerca de recuperar el PIB previo a la pandemia —es la única gran economía de la zona euro que no lo ha hecho— y está previsto que lo consiga el próximo trimestre, antes de que vuelvan las curvas. La fortaleza del sector exterior, que bate récords de exportaciones cada mes, y la relativa resiliencia del consumo interno —los datos del comercio minorista conocidos este jueves fueron muy positivos, después de un inicio de año más flojo— están en el origen de las buenas cifras de crecimiento, y desatan el optimismo del Gobierno. "En un contexto internacional de gran incertidumbre, marcado por las consecuencias de la guerra de Rusia en Ucrania, la economía española continúa demostrando su solidez y resiliencia", dice el Ministerio de Asuntos Económicos.

Sin embargo, el número de horas trabajadas no avanza al mismo ritmo que el PIB, y solo se incrementa un 0,4%. Un mes más, el análisis de este dato arroja dudas sobre la buena evolución del empleo. "Esta tasa es de menor magnitud en el caso de los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo (del 0,1%, similar a la del cuarto trimestre), debido a que se observa un menor crecimiento de las jornadas medias a tiempo completo (0,2%) frente al crecimiento de las horas trabajadas", afirma el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su nota de prensa. La Encuesta de Población Activa conocida este jueves ya apuntaba al mismo sitio: los contratos a tiempo parcial son los que más aumentan.

El consumo de los hogares bajó un 1,3%, pero las exportaciones se dispararon un 5,8%

El desglose del INE confirma que las exportaciones son las que realmente tiran de la economía española, con un crecimiento del 5,8% en el primer trimestre. Gracias a ellas, la demanda exterior aporta 1,3 puntos al PIB, frente a las ocho décimas que resta la demanda nacional, tras su segunda caída consecutiva. Dentro de ella, datos dispares: el consumo de los hogares volvió a bajar (-1,3%), mientras que la inversión por fin se recupera a medida que van llegando los fondos europeos, con un repunte 1,2%.

Por sectores, la agricultura impulsó el PIB, pese a la pertinaz sequía, con un incremento del 4,8% que se une a los buenos datos del último trimestre de 2022. La industria también acelera, y crece un 0,6%, pero los servicios caen por primera vez desde hace un año, cuando España todavía atravesaba los últimos coletazos de la pandemia. Aunque es cierto que el retroceso es de solo una décima, y el primer trimestre suele ser malo en este ámbito, la letra pequeña deja un dato preocupante de cara al futuro. Mientras el comercio y la hostelería aguantan, las actividades financieras e inmobiliarias se desploman, en un anticipo del escenario que nos espera en los próximos meses por la subida de tipos.

El departamento dirigido por Nadia Calviño destaca que España ha crecido un 3,8% en los últimos 12 meses, del que la demanda externa aporta el doble que la interna, y atribuye los malos datos de inflación al efecto base. Efectivamente, el índice de precios de consumo (IPC) no deja tan buenas noticias como la contabilidad nacional, al subir hasta el 4,1% en abril, ocho décimas más que en marzo, cuando había registrado un desplome histórico. La incidencia de la comparación con el mismo mes del año anterior, cuando se había moderado 1,4 puntos gracias a la entrada en vigor de la subvención de 20 céntimos por cada litro de combustible, ayuda a explicar el dato.

Ralentización de los alimentos

El propio INE destaca el hecho en su nota de prensa: "Esta evolución es debida, principalmente, a que el descenso de los precios de la electricidad es menor que el registrado en abril de 2022, y al aumento de los carburantes, que bajaron en abril del año anterior". En sentido contrario, prosigue, actúan los alimentos y las bebidas no alcohólicas, que se encarecen menos que en el período equivalente del año precedente. Aunque el Instituto Nacional de Estadística no aporta la estadística desglosada —habrá que esperar al dato revisado, dentro de dos semanas—, el Gobierno reivindica esta ralentización del alza del precio de los comestibles, a la espera de la senda de descensos que muchos ciudadanos esperan desde hace tiempo.

El otro dato que más preocupa en la calle —y también a los bancos centrales para las nuevas subidas de tipos de interés— es el de la inflación subyacente, que elimina el efecto de los elementos más volátiles, como la energía y los alimentos no elaborados. En este caso, abril también ha llegado con buenas noticias: cae nueve décimas, hasta el 6,6%, en niveles de noviembre. Es el primer descenso relevante desde el inicio de la espiral inflacionista.

Pese al optimismo del Gobierno, si se enfoca la imagen en el corto plazo, el resultado no es tan halagüeño. Los datos interanuales demuestran que existe una tendencia hacia la moderación, es decir, los precios ya no suben tan rápido como antes, y por eso el indicador arroja una cifra más baja. En cambio, la vida sigue encareciéndose cada día. La cifra mensual del IPC refleja un alza del 0,6% para la inflación general y del 1% para la subyacente. En otras palabras: la cesta de la compra es más cara que en marzo.

La semana clave para medir el estado de la economía antes de las elecciones territoriales del 28 de mayo no ha salido mal para el Gobierno. Después de un dato de empleo positivo, aunque con claroscuros, la contabilidad nacional conocida este viernes consolida la imagen de recuperación que intenta proyectar el Ejecutivo. España creció un 0,5% en el primer trimestre, y acelera el ritmo tras una segunda mitad de 2022 más complicada. La moderación de los precios de la energía ha ayudado a que la economía haya atravesado el invierno mucho mejor de lo que se esperaba, aunque la inflación vuelve a subir en abril por el llamado efecto base. La buena noticia viene de la subyacente, que se modera de forma sustancial por primera vez desde el inicio de la espiral.

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