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Los indicadores adelantados reflejan una aceleración del PIB (1,6% anual) hasta marzo
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Los indicadores adelantados reflejan una aceleración del PIB (1,6% anual) hasta marzo

La velocidad de crecimiento de la economía española se acelera. Esto es lo que muestran algunos indicadores adelantados de actividad. En tasa intertrimestral, supone un avance de cuatro décimas. O un 1,6% en tasa anualizada

Foto: Foto: Pixabay.
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La economía española se acelera, y lo hace respecto del 0,2% que creció el PIB en el último trimestre del año pasado en tasa intertrimestral. Es decir, una velocidad del 0,8% en tasa intertrimestral anualizada. Aunque la información sobre lo que ha ocurrido en el primer trimestre del año es todavía parcial, las primeras estimaciones apuntan a un avance del producto interior bruto de en torno al 0,4%. De confirmarse, esa evolución supondría un crecimiento anualizado (multiplicada por los cuatro trimestres de un año) de alrededor del 1,6%. La principal incógnita continúa siendo cómo puede estar afectando la reciente crisis bancaria al crédito, que es uno de los componentes que influyen de forma determinante en el nivel de gasto de las familias y en la capacidad de inversión de las empresas.

Lo que se sabe, por el momento, es que la variable fundamental, el empleo, que es un indicador retrasado de actividad, creció de forma robusta en enero y febrero, con la creación en ambos meses de 130.534 puestos de trabajo en términos de afiliación a la Seguridad Social. Esto supone tasas de crecimiento mensuales que se sitúan en torno al 0,4%, y dada la extraordinaria correspondencia entre el avance del PIB y del empleo, ante la pobre evolución de la productividad, todo indica que ese es el ritmo de crecimiento de la economía.

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El dato de coyuntura más reciente es de carácter cualitativo, y se refiere al PMI de manufacturas, que se fortaleció en marzo al calor de un “renovado crecimiento”, como sostienen los analistas de S&P Global. El índice recoge la opinión de los gestores de compras respecto de los nuevos pedidos, y observa que la expansión de la producción y del empleo es la más fuerte en más de un año.

El índice PMI manufacturero proporciona información sobre las expectativas y es, por lo tanto, un indicador de carácter adelantado. Por debajo de los 50 puntos, refleja contracción, pero en marzo ha alcanzado el nivel de 51,3, lo que muestra una mejora por segundo mes consecutivo y la más pronunciada desde junio del año pasado. En el lado positivo también se encuentra la primera reducción de los gastos medios operativos desde julio de 2020. Esto se debe a la desaceleración de los precios de las materias primas y en particular de la energía. Aunque los precios cobrados continuaron aumentando en marzo, ya que las empresas optaron por repercutir a sus clientes los aumentos previos de los costes de los insumos, la tasa de inflación de los precios cobrados fue la más lenta en 28 meses.

Salarios y poder adquisitivo

Esta desaceleración de la inflación es más evidente en el caso de los hogares, cuya renta disponible se ha visto muy negativamente afectada en los dos últimos años por el repunte del IPC. Aunque es probable que también los salarios, a la vista de la negociación colectiva, pierdan poder adquisitivo este año, la creación de empleo permitirá compensarlo.

Los últimos datos del Ministerio de Trabajo, que ya comienzan a ser representativos de lo que sucederá en el conjunto del año, muestran un incremento del 2,8%, todavía muy por debajo de la inflación media de los últimos 12 meses. El IPC, por el contrario, está creciendo en tasa interanual un 3,3%, pero con una salvedad: el desplome se ha producido a causa del efecto base respecto a marzo de 2022, por lo que cabe esperar que ese sea el suelo de la inflación española durante este año. En los próximos meses, tenderá a crecer.

Entre los indicadores de coyuntura más relevantes, también cabe destacar la evolución del comercio minorista, aunque en este caso se ha producido un ligero deterioro tras seis meses consecutivos en positivo. El índice de comercio al por menor descendió en febrero en tasa mensual un 0,3% una vez corregidos los datos de efectos de calendario y estacionales, pero aun así crece un 4,5% en términos reales (sin inflación). Si se compara la evolución de los meses de enero y febrero frente al promedio del cuarto trimestre de 2022, que es realmente lo relevante a efectos estadísticos, el resultado es un crecimiento del 1%, o un 2,4% si se excluyen las estaciones de servicio, como subraya en su último análisis CaixaBank Research.

Foto: Sede del Banco de España en Madrid. (Europa Press/Carlos Luján)

El mayor riesgo, sin embargo, viene del lado de la influencia que tendrá el endurecimiento de la política monetaria sobre las decisiones de gasto de los agentes económicos, sin contar las turbulencias bancarias. Lo que se conoce, por el momento, es que el crédito nuevo cayó en febrero un 15,9% interanual, tras el crecimiento registrado un mes antes del 6%. En la misma línea, el crédito a empresas, que representa un 77% del total del crédito concedido, retrocedió un 17,5%, más del doble que en enero. El Ministerio de Economía lo achaca principalmente a una contracción del crédito a la vivienda (-17,5% frente a -8,2% un mes antes). Esto significa que encadena ya tres meses consecutivos de caídas. Hay que recordar que el euríbor a un año cerró en marzo en el 3,647%, una décima más que un mes antes, la tasa más elevada en más de una década.

Menos crédito

Como sostienen los analistas de BBVA Research, esta caída del volumen de crédito nuevo tiene mucho que ver con que las turbulencias financieras, incluso por encima de la subida de los tipos de interés, han hecho que los bancos sean más exigentes a la hora de conceder préstamos a sus clientes. Es decir, condiciones financieras más estrictas incluso de lo que pueden explicar las subidas de tipos del BCE. O como dijo Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal, "no todo tiene que provenir de subidas de tasas, puede venir de condiciones crediticias más estrictas".

"No tiene que provenir de subidas de tasas, puede venir de condiciones crediticias más estrictas"

La incipiente recuperación de la economía española, que crece todavía por debajo de su potencial, hay que relacionarla también, como es lógico, en una economía integrada internacionalmente con lo que está sucediendo fuera, en particular la Unión Europea, hacia donde se dirige más de la mitad de las exportaciones españolas.

Y lo que apuntan los indicadores más recientes de confianza en la eurozona es que, aunque sigan débiles, se han estabilizado. Así, el IFO alemán (que mide la confianza de los empresarios) subió en marzo en 2,2 puntos, hasta 93,3, si bien encadena ya 19 meses por debajo del umbral de 100 (compatible con crecimientos positivos). Por su parte, el Índice de Sentimiento Económico (ISE) de la Comisión Europea, como recuerdan los economistas de CaixaBank, cayó tímidamente en marzo (99,3 vs. 99,6), ante un menor optimismo tanto en los empresarios del sector servicios como, principalmente, del sector industrial. Por su parte, la confianza del consumidor se mantuvo estable, si bien la mayoría de las respuestas de la encuesta se recogieron antes del reciente periodo de turbulencia financiera.

La economía española se acelera, y lo hace respecto del 0,2% que creció el PIB en el último trimestre del año pasado en tasa intertrimestral. Es decir, una velocidad del 0,8% en tasa intertrimestral anualizada. Aunque la información sobre lo que ha ocurrido en el primer trimestre del año es todavía parcial, las primeras estimaciones apuntan a un avance del producto interior bruto de en torno al 0,4%. De confirmarse, esa evolución supondría un crecimiento anualizado (multiplicada por los cuatro trimestres de un año) de alrededor del 1,6%. La principal incógnita continúa siendo cómo puede estar afectando la reciente crisis bancaria al crédito, que es uno de los componentes que influyen de forma determinante en el nivel de gasto de las familias y en la capacidad de inversión de las empresas.

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