La inmigración acaba con el problema de las empresas para cubrir sus vacantes

Durante todo el año 2021 la gran preocupación de las empresas era cómo encontrar trabajadores para cubrir sus vacantes. En el sector servicios, una de cada cinco empresas declaraba tener problemas para completar sus plantillas y en la industria eran casi una de cada diez. Sin embargo, en este inicio de 2023 el problema de las vacantes ha desaparecido de la actualidad económica y eso a pesar de que el empleo ha seguido creciendo y la tasa de paro ha bajado.

La mayor parte de esos puestos vacantes, y los empleos que se han creado desde entonces, ha sido ocupada por trabajadores extranjeros. Según los registros de la Encuesta de Población Activa (EPA), en 2022 se incorporaron 200.000 personas a la población activa de España, esto es, fuerza laboral disponible para trabajar. Sin embargo, el número de españoles activos se redujo en 67.000 personas; el de personas con doble nacionalidad (española y extranjera) aumentó en 56.000 y el de extranjeros se disparó en 210.000 personas.

Los flujos migratorios permitieron compensar la caída de la población activa nacional. Durante meses se especuló con una posible gran dimisión de trabajadores que, tras la pandemia, decidieran abandonar el mercado de trabajo para dedicarse a la vida contemplativa. Esta hipótesis quedó rápidamente descartada. Lo que se produjo fue principalmente un problema de cierre de los flujos migratorios durante la pandemia que impidió reponer la oferta de mano de obra. Sencillamente, no había población activa que compensara la relocalización de trabajadores por sectores y el envejecimiento.

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Este problema comenzó a desaparecer cuando se reactivaron los flujos migratorios y hoy ya es casi cuestión del pasado. La encuesta trimestral que publica la Comisión Europea a las empresas muestra que el número de industrias con problemas para cubrir sus puestos de trabajo está ya por debajo del 5% y en el sector servicios son algo más del 15% (con datos corregidos de estacionalidad).

De esta forma, el porcentaje de empresas con problemas para cubrir su mano de obra se ha reducido más de un 25% desde el pasado verano hasta el inicio del año. Es imposible que este indicador llegue a cero, ya que siempre hay algún tipo de desajuste en el mercado laboral, aunque solo sea por el tiempo que una empresa tarda en encontrar al perfil adecuado para los nuevos puestos de trabajo. Por ejemplo, en el sector servicios la media de empresas que declaran tener problemas para encontrar mano de obra es del 4% y antes de la pandemia hubo ya picos del 10%.

En definitiva, los problemas de mano de obra están convergiendo hacia niveles normales rápidamente. Todavía queda camino por recorrer porque se acumularon grandes desequilibrios durante la pandemia. Especialmente en algunos sectores de baja cualificación, con peores condiciones de trabajo y que estuvieron cerrados durante la pandemia. Se trata, fundamentalmente, de actividades relacionadas con la hostelería y, en algunos casos, con el comercio minorista. Los trabajadores de estos sectores tuvieron que cambiar de empleo durante la pandemia ante el cierre generalizado de bares, restaurantes y hoteles y nunca más quisieron regresar.

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Según los registros de afiliaciones de la Seguridad Social, casi la mitad de los 98.000 empleos que ha creado la hostelería en el último año están ocupados por trabajadores extranjeros (un 46% del total). Y la proporción es también muy elevada en otros sectores en los que no se requiere cualificación. Por ejemplo, en el comercio, nada menos que el 60% de los nuevos afiliados son extranjeros, y en las actividades auxiliares (limpieza, jardinería, seguridad, etc.), son la totalidad del nuevo empleo creado, sustituyendo a la mano de obra nacional, que no quiere esos empleos.

Pero los extranjeros también son mayoría en sectores en los que se requiere cualificación acreditada. Por ejemplo, en la industria, el 41% de los nuevos afiliados son extranjeros y en el sector sanitario son el 28% y en las actividades profesionales, científicas y técnicas representan casi el 23%. Sin la llegada de mano de obra extranjera, estos sectores no podrían haber desarrollado todo su potencial, lastrando el crecimiento del conjunto de la economía.

Sin embargo, la llegada de mano de obra barata ha permitido minimizar la subida de salarios. Por ejemplo, el salario por hora de trabajo sube a ritmos del 5% (dato del pasado verano), esto es, la mitad de la inflación, y lo mismo ocurre en la construcción y las actividades auxiliares, donde la subida salarial es inferior al 4%. En el conjunto de sectores, la situación no es mucho mejor: los salarios avanzaban un 4% durante el pasado verano, mientras los precios escalaban a ritmos superiores al 10%.

A medida que se corrige el problema de las vacantes, los trabajadores se quedan sin fuerza para presionar individualmente por las subidas salariales. Porque los empresarios cada vez tienen que pelearse menos por atraer trabajadores, y eso a pesar de que la tasa de paro sigue en mínimos desde la burbuja financiera. Los flujos migratorios reponen la oferta de trabajo para que las empresas cubran sus vacantes. Para los trabajadores, la esperanza ahora pasa por la presión colectiva a través de los sindicatos y las movilizaciones que se avecinan para la próxima primavera si los salarios no empiezan a subir.